La ruta del regreso

La danza contempor¨¢nea tiene, en sus bases fundacionales, un sustrato ecl¨¦ctico que cada artista se ocupa de particularizar. No pod¨ªa ser de otro modo, cuando la ¨®smosis entre t¨¦cnicas y maneras de afrontar el acto danc¨ªstico ha llegado a un punto francamente bab¨¦lico.Antonia Andreu ha dibujado, en su joven carrera profesional, el regreso desde la renovaci¨®n hasta una reinterpretaci¨®n de la tradici¨®n. Es en cierto modo lo que la experiencia hiperrealista a la pintura, o mejor a¨²n, de esa pl¨¢stica de pastiche que hace convivir la mancha de color gestual con un detalle dibujado con precisi¨®n alejandrina.

El ¨²ltimo ca?¨ª, desde su t¨ªtulo, es una pretensi¨®n de reimplantaci¨®n en el terreno de un baile donde ha imperado la anarqu¨ªa (llegando en muchos casos a confundirse con la novedad). No es el caso de Andreu, que ha desarticulado su quinta posici¨®n hasta volver, como un buen cubista, a armarla desde una faceta tangencial. La pieza, en dos actos, es una antolog¨ªa de proposiciones de otros ballets potenciales que seguramente ser¨¢n desarrollados despu¨¦s. La agudeza visual que exige esta obra crea una distancia que dificulta al receptor medio no entrenado una comunicaci¨®n m¨¢s inmediata. Esto no es malo, sino simplemente as¨ª.

El tr¨ªo escogido por Andreu (ella misma con Carlos C¨¢novas y Marco Battaglio) resulta, aunque a veces falle una igualdad necesaria en la exigencia individual de las posturas. Equilibrios y piruetas en los chicos necesitar¨ªan el pulimento de m¨¢s tiempo de ensayos.