El conservador y la prostituta
LA DIMISI?N del vicepresidente del Partido Conservador brit¨¢nico, Jeffrey Archer, como consecuencia del esc¨¢ndalo provocado por sus posibles relaciones con una prostituta, Monica Coghlin, se produce cuando dicho partido y el Gobierno encabezado por Margaret Thatcher atraviesan una etapa dificil. Los sondeos indican un descenso marcado de su popularidad, y en cambio, en el Partido Laborista, con el nuevo liderazgo de Neil Kinnock, cunde la esperanza de ganar las pr¨®ximas elecciones.Margaret Thatcher tiene como una de sus preocupaciones prioritarias mejorar la imagen de su partido en un clima casi preelectoral. Tanto su actitud en relaci¨®n con el Gobierno racista de Pretoria, que caus¨® fuertes tensiones en el seno de la Commonwealth, como el apoyo prestado a Estados Unidos en la operaci¨®n contra Libia deterioraron su estimaci¨®n ante la opini¨®n p¨²blica. Y es en esta coyuntura cuando estalla el nuevo sex-scandal. Su protagonista, Jeffrey Archer, brillante autor de novelas de intriga adem¨¢s de pol¨ªtico audaz, hab¨ªa sido llamado a la vicepresidencia del partido hace poco m¨¢s de un a?o precisamente para dedicarse a mejorar la imagen de los conservadores.
Al Partido Conservador, que se autoproclama "partido de la familia" y guardi¨¢n de las virtudes victorianas, le han salpicado en los ¨²ltimos a?os varios casos de ministros obligados a dimitir por conductas relacionadas con el sexo.
En 1963, la relaci¨®n del ministro de la Guerra, John Profumo, con Christine Keeler se present¨® ligado a una operaci¨®n del espionaje sovi¨¦tico, y, por tanto, el pecado sexual no agotaba toda la causa de la dimisi¨®n. En 1983, ya con Margaret Thatcher al frente de los tories, el ministro Cecil Parkinson tuvo que abandonar su cargo cuando su secretaria, Sara Keays, denunci¨® que le hab¨ªa prometido el matrimonio y que se negaba a cumplir esa promesa al conocer que estaba embarazada.
En el ¨²ltimo esc¨¢ndalo sorprende la nimiedad de los hechos tenidos por escandalosos. A Jeffrey Archer se le acusa de haber mantenido relaciones con una prostituta. ?l lo niega, pero admite en cambio haberle entregado por "estupidez", seg¨²n sus palabras, una cantidad para que abandonase temporalmente el Reino Unido y le librase de un posible chantaje. Ha bastado, por tanto, la sospecha de que se hubiera cometido un pecado sexual, en el que mediaba, sobre todo, la figura de una prostituta, para que el pol¨ªtico conservador se sintiese incapaz de hacer frente a la eventual condena de los electores y, con ello, al da?o que pudiera causar a su partido.
Un dato pol¨ªtico importante es que los dimitidos en los dos ¨²ltimos esc¨¢ndalos, Parkinson y Archer, eran figuras directamente lanzadas a la cumbre por Margaret Thatcher. Por causas totalmente distintas, y de orden pol¨ªtico, han salido de su Gobierno otros ministros, como Heseltine y Brittan, considerados como algunas de las estrellas m¨¢s brillantes del thatchetismo. En conjunto, las bajas han sido sustanciosas y han contribuido a una p¨¦rdida de capacidad de liderazgo de la primera ministra.
En contraste con las posiciones laboristas, que proclaman el derecho individual a vivir la sexualidad seg¨²n los particulares deseos, los conservadores han extremado ¨²ltimamente su identificaci¨®n con la idea de la familia y la sexualidad convencionales. Son, a lo que se ve, sin embargo, los segundos quienes acaban siendo atrapados por el esc¨¢ndalo.
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