Argentina cree que Reagan dio su aprobaci¨®n a Thatcher para fijar la zona de exclusi¨®n pesquera en las Malvinas
"Los viajes oficiales a La Habana se pagan, y bastante caro, en Am¨¦rica Latina", es el comentario generalizado en medios diplom¨¢ticos y period¨ªsticos acreditados en Buenos Aires. Bien deb¨ªa de sospecharlo el presidente Ra¨²l Alfons¨ªn cuando, al proyectar su ¨²ltima visita a la URSS y Cuba, solicit¨® al Gobierno espa?ol una dilatada escala t¨¦cnica en Madrid, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid -d¨ªa de la Hispanidad, 12 de octubre-, para equilibrar sus estancias en capitales como Mosc¨² y La Habana. El Gobierno espa?ol y los Reyes le brindaron y ofrecieron sus mejores cortes¨ªas. La recepci¨®n en Estrasburgo del Premio a los Derechos Humanos, otorgado por el Parlamento Europeo, terminaba de equilibrar el malhadado viaje.
No fue suficiente. El comandante Fidel Castro arroj¨® a las calles de La Habana a 300.000 cubanos agitando banderas argentinas, pase¨® a Alfons¨ªn por la capital y le sumergi¨® sobre la lluvia del tr¨®pico entre las mulatas del cabar¨¦ Tropical: el primer mandatario occidental y para nada marxista que Castro recib¨ªa en muchos a?os. Lo dicho: los viajes a La Habana se pagan, y muy caro.No de otra forma se explica en Buenos Aires el moderado comunicado de la Secretar¨ªa de Estado norteamericana sobre el nuevo contencioso argentino-brit¨¢nico por la amplici¨®n a 150 millas de la zona de extensi¨®n en derredor de as islas Malvinas. Aceptando esta circunferencia de exclusi¨®n en el mar Argentino, jam¨¢s litigado, se sospecha en Buenos Aires que Gran Breta?a, como durante la guerra anglo-argentina de 1982, ha obrado con la anuencia de la Administraci¨®n de Ronald Reagan.
Por otra parte, no es ning¨²n secreto aqu¨ª que la embajada del imperio -la de Estados Unidos- carece del menor inter¨¦s por contemplar factor¨ªas pesqueras sovi¨¦ticas en las costas del Atl¨¢ntico sur o buques de la URSS congeladores de altura operando en sus aguas. As¨ª, la impresi¨®n generalizada es que Gran Breta?a ha dado su paso atropellador sobre seguro, con respaldo de sus primos norteamericanos. Por ello, la Prensa porte?a invoca el TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia Rec¨ªproca), signado en R¨ªo de Janeiro en 1945 y cad¨¢ver institucional tras la guerra de las Malvinas, por ver si ese muerto favorece la defensa continental o s¨®lo a uno de sus firmantes.
El presidente Alfons¨ªn est¨¢ pegado al tel¨¦fono y el jueves habl¨® durante al menos media hora con el presidente Reagan. Su canciller, Dante Caputo, se reuni¨® tambi¨¦n el jueves con el Senado argentino en sesi¨®n a puerta cerrada, calificada como de insuficiente por la oposici¨®n justicialista. Caputo destac¨® que la ampliaci¨®n brit¨¢nica de exclusi¨®n a 270 kil¨®metros podr¨ªa provocar incidentes armados y que el riesgo existe ya, aunque t¨¦cnicamente la exclusi¨®n no impere hasta el 1 de febrero de 1987.
Desmilitarizar
No obstante, el Gobierno argentino ha puesto ¨¦nfasis en desmilitarizar la invasi¨®n brit¨¢nica de sus propias aguas jurisdiccionales, aclarando que las maniobras que se est¨¢n llevando a cabo en la Patagonia (4.000 hombres, siete generales) estaban previstas de antemano. S¨®lo la aviaci¨®n naval y terrestre quedar¨¢ en alerta para el patrullaje del mar Argentino. Se ha confirmado igualmente la suspensi¨®n de licencia anticipadas para la clase de 1967 ahora bajo bandera.
Mayor importancia para la pol¨ªtica interna del pa¨ªs es la confirmaci¨®n del comit¨¦ militar de asesoramiento al presidente: un gabinete de crisis compuesto por los jefes de Estado Mayor de las tres armas, legisladores y el canciller. De la mejor fuente, pero que no quiso ser identificada, se puede asegurar que el Gobierno ha tenido que desplegar su m¨¢xima energ¨ªa para controlar los ¨¢nimos exaltados en una base a¨¦rea del sur del pa¨ªs.
Muy escasas esperanzas se albergan en Buenos Aires de que alegatos internacionales ante las Naciones Unidas, el TIAR o ante el buen sentido de la comunidad de las naciones alivien a la Rep¨²blica Argentina de esta agresi¨®n. El pa¨ªs, ah¨ªto de la mejor carne del mundo, sin cocina nacional fuera de las pastas aportadas por la inmigraci¨®n italiana, desde?a el pescado hasta el asco. Y en los caladeros v¨ªrgenes de su mar austral reside parte de la riqueza que permitir¨ªa al pa¨ªs sufragar una deuda externa que jam¨¢s se ha negado a pagar.
Pero no es ¨¦ste un problema de m¨¢s o menos peces. Es el problema del control por Occidente del Atl¨¢ntico sur, la necesidad subjetiva, de erradicar de ¨¦l bases pesqueras del Este y el doblete de pago obligado por viajes oficiales a La Habana.
[El presidente de Uruguay, Julio Mar¨ªa Sanguinetti, invit¨® ayer a los cancilleres de Argentina y Brasil para que, junto con el de Uruguay, analicen ma?ana, en Punta del Este, la situaci¨®n del Atl¨¢ntico sur tras la creaci¨®n por parte del Reino Unido de la zona de exclusi¨®n en torno a las Malvinas, informa Efe].
[El Foreign Office brit¨¢nico, por su parte, precis¨® ayer que hab¨ªa decretado "una zona de limitaci¨®n de la pesca" 200 millas alrededor de las Malvinas, pero que ejercer¨¢ el control s¨®lo sobre 150 millas por razones a la vez pr¨¢cticas y geogr¨¢ficas, informa France Presse].
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