Carlos Morago
Un pintor que pas¨® del Rastro de Madrid a la Feria de Arte Contempor¨¢neo

Carlos Morago es un pintor de 32 a?os que expone en la galer¨ªa Analcai, de Madrid. Muchos de sus cuadros retratan paisajes de esta ciudad, en la que naci¨® y vive. Empez¨® muy joven realizando l¨¢minas pintorescas sobre Toledo o Granada que fascinaban a los turistas. Ha pasado de vender sus obras en el Rastro madrile?o, hace 10 a?os, a exponer en sobrias galer¨ªas y en las ¨²ltimas ediciones de la Feria de Arte Contempor¨¢neo (Arco). Todo ello sin perder un aire de modestia que le permite hablar de sus limitaciones t¨¦cnicas, superadas pacientemente para perfeccionar su realismo impresionista.
Su infancia transcurri¨® en un barrio de la periferia de Madrid. Su padre era un trabajador de clase media, aficionado a la pintura, que en los ratos libres acud¨ªa al Museo del Prado a copiar cuadros. Por eso, Carlos Morago no recuerda cu¨¢ndo fue por primera vez a esas salas en las que Goya, Rembrandt o Vel¨¢zquez -que siguen siendo sus pintores favoritos- muestran su oficio y sus pasiones.Al otro pintor que admira, el brit¨¢nico Turner, tuvo que ir a descubrirlo a Londres. Los cielos de ese artista rom¨¢ntico -que encubren el realismo de los paisajes con una atm¨®sfera densa conseguida por los colores- impresionaron a Morago quien en varios de sus ¨²ltimos cuadros hace que el cielo de Madrid sea protagonista.
Su primera obra fue un bodeg¨®n, la t¨ªpica jarrita rodeada de manzanas. Entonces era un ni?o y su padre hizo un encaje que luego ¨¦l se encarg¨® de llenar. Terminado el bachillerato y estudios de delineante, quiso dedicarse exclusivamente a pintar. A los 22 a?os realiz¨® su primera muestra en Madrid, y ya lleva 30, entre individuales y colectivas.
Morago no parece muy afectado, y esto lo hace particularmente simp¨¢tico, por el hecho de haber pasado de vender cuadros en la calle en sus inicios a entrar en un circuito comercial cuyas exigencias son continuas y complejas. De momento, sus cuadros se cotizan bien (entre 40.000 y 460.000 pesetas), y, seg¨²n explica, le preocupan otras cosas: "C¨®mo est¨¢ hecho un cuadro, m¨¢s que lo que yo diga en ¨¦l o lo que luego cueste".
Le interesa la opini¨®n de los dem¨¢s cuando, por ejemplo, un desconocido llega a la galer¨ªa, mira una obra, ¨¦sta le dice algo especial y luego se la lleva. Esas personas a veces vuelven, o como clientes o como simples observadores interesados en la trayectoria del artista. Morago, de car¨¢cter reservado, se muestra abiertamente satisfecho cuando esto le ocurre.
Se cas¨® a los 20 a?os -"porque no ten¨ªa otra cosa que hacer", dice- y tiene un hijo de 11 a?os y una hija de ocho. Aunque ha trabajado en el mundo de la publicidad como ilustrador, nunca ha dejado la pintura, que ahora es su modo de vida. Lleva en ello muchos a?os y pinta r¨¢pido. Le interesan m¨¢s los paisajes que lo figurativo, porque en los primeros se permite inventar y lo segundo le condiciona.
Morago, que no ha estudiado bellas artes, asegura que su formaci¨®n viene "de ver cosas". Cree que, de haber tenido una formaci¨®n t¨¦cnica, descubrimientos que ha tardado mucho en hacer hubiesen sido m¨¢s sencillos. Pero tampoco esto le obsesiona mucho. S¨®lo "un aprendizaje continuo" es su motivaci¨®n, sin m¨¢s complicaciones que las que llevan impl¨ªcitas esas tres palabras.
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