Cuatro zurdos llevaron al Athl¨¦tic al triunfo
La izquierda gan¨® el partido. Tres zurdos marcaron los goles y otro, que lo es redomado, dej¨® sobre el c¨¦sped la esencia del talento. Ay¨²car -todav¨ªa t¨ªmido, intermitente, como se espera de los virtuosos- tir¨® l¨ªneas, busc¨® agujeros hasta entonces ciegos y condujo al Athl¨¦tic de Blilbao a la victoria. As¨ª son los interiores de ley.Ir¨ªbar quer¨ªa, seg¨²n confes¨® antes del encuentro, un equipo agresivo, no un merengue con tiras; rojas como el que se present¨® en Sevilla. M¨¢s que agresividad, el conjunto bilba¨ªno derroch¨® esfuerzo. Bald¨ªo, durante el primer tercio del partido porque el Atl¨¦tico de Madrid es de esos cuadros que rebajan la fuerza de los rivales con un centro del campo espeso y hormigonado. Enviar balones por alto a Sarabia es una misi¨®n condenada al fracaso cuarido enfrente est¨¢n plantados dos fajadores como Arteche y Ruiz. En ese per¨ªodo, San Mam¨¦s, que se rinde ante los extremos de corte cl¨¢sico -el gesto alerta, el amago preparado, las piernas zambas, la carrera cimbreante-, descubri¨® a Llorente, que realiz¨® una correr¨ªa de v¨¦rtigo reci¨¦n comenzado el juego. Llorente, incapaz de negar el peso gen¨¦tico de una familia que tiene a Gento entre los suyos, repiti¨® poco despu¨¦s, pero quiz¨¢ por verse demasiado solo, sin un defensa al que desbordar, se recre¨® y no meti¨® la quinta, ¨¦sa que comparte con Butrage?o. Los pesados centrales bilba¨ªnos cortaron la jugada y all¨ª comenz¨® la reacci¨®n del Athl¨¦tic.
El Atl¨¦tico de Madrid, confiado, no apuntill¨®. El problema para los madrile?os era que en el centro del campo emerg¨ªa un zurdo exquisito, un interior templado e inteligente que no pasa, delinea. Ay¨²car sac¨® la escuadra y el cartab¨®n y encontr¨® huecos hasta entonces invisibles en la defensa madrile?a, que se descompuso en minutos.
Contagiados por las excelencias del novato, los artistas zurdos tuvieron que tirar de repertorio. Manolo Sarabia, que hab¨ªa fallado sorprendentemente un remate en solitario, marc¨® el primer gol. El segundo vino de un quiebro maestro de Argote.
La reacci¨®n del Atl¨¦tico, basada en la ausencia de De Andr¨¦s, que se retir¨® lesionado, y en el poder¨ªo en los balones a¨¦reos de Arteche, no tuvo fruto. Adem¨¢s, Sarriugarte sali¨® con una idea fija: demostrar que algunos reto?os de El Chopo comienzan a florecer.
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