Inquietud entre los trabajadores de la empresa
Las 32 familias que dependen del puesto de trabajo en Indagui, SA, el peque?o taller regentado por la familia Aguinagalde, desgranan con intranquilidad las dos semanas y media que dura el secuestro y adivinan un futuro "negro, muy negro", si la pretensi¨®n de los terroristas es percibir un fuerte rescate econ¨®mico por la liberaci¨®n de Lucio Aguinagalde Aizpur¨²a.Dedicada a la f¨¢bricaci¨®n de fornituras de lat¨®n para damasquinados y a la elaboraci¨®n de art¨ªculos de regalo, Indagui ha visto c¨®mo su plantilla se reduc¨ªa a lo largo de los ¨²ltimos ocho a?os en 16 personas, en todos los casos marchas pactadas provocadas por la crisis.
Indagui tiene hoy por hoy una vida ¨ªntimamente ligada al turismo. Sus productos suelen terminar primero en Toledo y despu¨¦s en los bolsillos de extranjeros afanosos por adquirir un recuerdo. Este a?o, la falta de turistas norteamericanos, atemorizados ante posibles atentados terroristas, se est¨¢ dejando notar en los resultados econ¨®micos. La plantilla del taller est¨¢ formada por 32 personas, de ellas 19 mujeres, que nunca han tenido problemas laborales con la direcci¨®n. "Aqu¨ª no ha habido problemas. Cobramos bien, al d¨ªa, sin atrasos", dicen Sabino y Juli¨¢n, los dos ¨²nicos delegados, independientes, de los empleados.
Buenas relaciones
La relaci¨®n de los trabajaldores con Lucio Aguinagalde ha venido siendo flu¨ªda y cordial. "Se llevaba bien con todos, con la cl¨¢sica diferencia entre el empresario y el trabajador. Nosotros hemos desmentido las acusaciones de que era un mal patr¨®n. Es una persona normal y corriente, que habla con cualquiera, generalmente de temas del taller o de cosas normales de la calle, nunca de asuntos pol¨ªticos. Alguna vez incluso se ha hecho alguna cena con ¨¦l".
Secuestro y posibilidad de que el puesto de trabajo quede en el filo de la navaja se entremezclan ahora en el aire del taller. "La ¨²nica forma de satisfacer el pago del rescate ser¨ªa una hipoteca sobre la empresa", apunta uno de los delegados, "y eso, a corto plazo repercutir¨ªa sobre nuestros puestos de trabajo". "Viendo el trabajo que hay hoy en d¨ªa, que es poco, la empresa no puede hacer frente. Cuando hemos escuchado que se podr¨ªan pedir 150 millones de peseitas, aunque fuera la mitad... eso ser¨ªa una tremenda hipoteca".
La dependencia familiar de los obreros de Indagui de ese puesto de trabajo es total. "Dependemos de este trabajo no s¨®lo nosotros, sino tambi¨¦n nuestras familias. Muchas de las chicas que trabajan aqu¨ª tienen a sus maridos en paro.
La media de edad de la plantilla est¨¢ entre los 30 y 35 a?os, la peor edad para quedarse en el paro. La empresa, de todas formas, no nos ha dicho nada".
Todos los obreros han hecho pi?a en torno a la familia a la hora de demostrar su solidaridad. El taller, una bajera ubicada al final de la calle de Domingo Beltr¨¢n, de Vitoria, que carece de identificaci¨®n exterior, est¨¢ dirigido por Florencio, el tercero de los hijos de Lucio.
El resto de sus hermanos trabaja en otras empresas, prueba, seg¨²n la familia, de que la pretendida "industria de los Aguinagalde" s¨®lo es una peque?a f¨¢brica que se mantiene con esfuerzo en medio de la crisis, y no un emporio econ¨®mico.
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