La oraci¨®n por la paz

El editorial de EL PA?S del 28 de octubre dec¨ªa que la convocatoria en As¨ªs por la paz, a la que llam¨® el Papa "descubrimiento de otra dimensi¨®n de la paz", pudo parecer de "mera teatralidad" y, lo que es m¨¢s lamentable, algo "al borde de la hipocres¨ªa", y ello por haberse limitado a estar juntos aquellos hombres religiosos para solamente orar.No quiero creer que el editorialista lamentase que por esta vez las religiones se mantuviesen en su estricto ¨¢mbito de piedad desde la fe, sin caer en la tentaci¨®n tan socorrida de ponerse a jugar un papel, ni siquiera subsidiariamente, como el de la ONU o como los dem¨¢s entes pol¨ªticos.

Por una vez en la historia, la Iglesia cat¨®lica de una menera expresa y clara, contando, eso s¨ª es cierto, con una concesi¨®n inevitable al espect¨¢culo, por una vez no se ca¨ªa en el enredo de los "poderes" de este mundo y nos recordaba que lo suyo, y lo de tantas religiones, es precisamente lo "otro", lo que no tiene tampoco que darse en un Estado, por ejemplo, nacional cat¨®lico.

Se hac¨ªa la distinci¨®n, y creo que se daba pie para que el dicho compromiso que echaba de menos el editorial se limitase al nivel meramente personal y no eclesial, el de cada creyente que partiendo de su fe y plegaria -y en el caso cristiano de "la mesa de Jes¨²s"- se entrega con todas sus fuerzas y sus riesgos a trabajar en las estructuras de los hombres, haciendo polis, creyentes y no creyentes, por una causa com¨²n capital para todos, por el mero hecho de ser hombres sin m¨¢s. As¨ª pensamos algunos, no muchos, para quienes religi¨®n y pol¨ªtica no se confunden, y precisamente porque valoramos la fe en s¨ª como gracia y lo humano en s¨ª con su autonom¨ªa y su enorme problema a la hora en especial de sembrar paz.- Jos¨¦ Mar¨ªa de Llanos.