Un itinerario claro hacia la democracia
Existe acuerdo en se?alar que el atentado contra Pinochet el 7 de septiembre pasado cambi¨® el cuadro pol¨ªtico de Chile. Sobre lo que no hay acuerdo es respecto de cu¨¢les fueron dichos cambios. Para algunos, el atentado fortaleci¨® a la dictadura, porque oblig¨® al Gobierno a cerrar filas en torno a Pinochet y dej¨® at¨®nita a la oposici¨®n.Mi opini¨®n es diferente, ya que pienso que el resultado es m¨¢s complejo. Para explicar por qu¨¦, hay que remontarse a la situaci¨®n anterior al atentado. La indispensable unidad de la oposici¨®n se ve¨ªa amagada en dos frentes: por una parte, los sectores m¨¢s cercanos al Gobierno sosten¨ªan la necesidad de negociar con Pinochet un lento camino evolutivo a la democracia; por la otra, el partido comunista manten¨ªa como l¨ªnea pol¨ªtica el impulsar todas las formas de lucha, incluso la armada.
Tras el atentado, fue evidente el deseo del general Pinochet de utilizarlo como pretexto para erradicar a todos los sectores democr¨¢ticos del pa¨ªs que quieren poner fin al sistema autoritario mediante una salida pol¨ªtica. M¨¢s que buscar a los culpables del atentado, el Gobierno persigui¨® a toda la disidencia pol¨ªtica y afirm¨® otra vez su proyecto de dictadura personal vitalicia.
En el otro extremo, la direcci¨®n del partido comunista prefiere - no pronunciarse sobre el atentado, debido al fuerte rechazo que las acciones decididamente militares han provocado en todos los chilenos, incluyendo a muchos militantes de dicho partido, quienes han sido situados en la primera l¨ªnea de mira del Gobierno, aunque no hayan aprobado ni participado en acciones militares. La convalidaci¨®n del PC por la v¨ªa de la omisi¨®n de un acto terrorista de esta trascendencia, as¨ª como el anterior hallazgo de arsenales vinculados a dicha organizaci¨®n, al menos en parte, ha aumentado el desconcierto de la numerosa base social del Movimiento Democr¨¢tico Popular (MDP).
Enga?arse
En resumen, por una parte naldie puede enga?arse m¨¢s en la derecha pensando que se puede negociar con Pinochet algo que no sea su Gobierno de por vida. Por la otra, se han dado las condiciones para que la ambig¨¹edad respecto del estilo militar de hacer pol¨ªtica del PC tambi¨¦n desaparezca y ya ha habido declaraciones de dirigentes comunistas en dicho sentido. En el futuro veremos en el aislamiento creciente a quienes propongan estas l¨ªneas de acci¨®n. Y esto es bueno para la democracia en Chile. Se ha producido as¨ª una decantaci¨®n hagia la derecha y hacia la izquierda, quedando hoy en absoluta minor¨ªa aquellos que proponen un en frentamiento -de uno u otro signo- por la v¨ªa militar. El amplio espectro que busca una soluci¨®n pol¨ªtica, esto es, una donde todos los chilenos tracemos el futuro del pa¨ªs, se ha visto fortalecida.
En un primer momento, la acci¨®n armada del 7 de septiembre y la reacci¨®n de Pinochet aumentaron la inestabilidad del sistema pol¨ªtico chileno, lo que es de suyo peligroso. Es indispensable que la oposici¨®n impida la sensaci¨®n de vac¨ªo, planteando con claridad un itinerario de transici¨®n a la democracia que pueda ser discutido inmediatamente con las fuerzas armadas.
Los socialistas nos opusimos al di¨¢logo con el ministro del Interior de Pinochet que parte de la oposici¨®n realiz¨® en 1983, dado que no hab¨ªa una agenda clara para la discusi¨®n, ni tampoco hab¨ªa seguridades de que el ministro Jarpa tuviera facultades para ello. Declar¨¦ en esa ocasi¨®n que el interlocutor era s¨®lo un habla dor. Por desgracia, el tiempo nos dio la raz¨®n cuando el general Pinochet desahuci¨® las conversaciones con la oposici¨®n. Hoy, las condiciones son totalmente diferentes. Si se dialoga, tendr¨¢ que ser con los comandantes en jefe esto es, quienes est¨¢n investidos coi! los poderes necesarios para modificar el calendario institu cional, dentro de lo que es la ins titucionalidad del r¨¦gimen.
Es necesario tomar resguardos para que el di¨¢logo no sea una simple operaci¨®n de propaganda. Tampoco puede ser para introducir cambios cosm¨¦ticos, ni para darle tiempo a Pinochet de dar un nuevo golpe de autor?dad. El tema del di¨¢logo debe ser la transici¨®n a la democracia. Esto significa que, a partir de una coincidencia en el diagn¨®stico en cuanto a que la gravedad de la situaci¨®n chilena obliga a un cambio radical en la institucionalidad actual, debe avanzarse para lograr un consenso que le permita al pueblo expresarse libremente.
Para ello es indispensable que quienes hoy detentan el poder den algunas se?ales de distensi¨®n pol¨ªtica, entre las cuales las m¨¢s importantes son el levantamiento del estado de sitio, la liberaci¨®n de los que a¨²n est¨¢n detenidos y que la utilizaci¨®n de las leyes antiterroristas se dirija efectivamente hacia la sanci¨®n de los culpables de tales actos y no, como hasta ahora ha sido, que se util¨ªcen con el pretexto de extender estos delitos a la disidencia pol¨ªtica. Junto a esos signos, ser¨¢ indispensable que haya un acceso equitativo a los medios de comunicaci¨®n para los que participen en ese di¨¢logo.
El tema del di¨¢logo es uno solo: buscar un mecanismo para que el pueblo se exprese y elija sus propias autoridades, presidente de la Rep¨²blica y Congreso. Este ¨²ltimo, con los atributos propios del ente legislativo, esto es, claras facultades de fiscalizaci¨®n y de modificar la Constituci¨®n. La oposici¨®n tiene que ser capaz de plantear al pa¨ªs, como lo ha venido haciendo hasta ahora, que no habr¨¢ un salto al vac¨ªo, sino que existen los principios esenciales respecto de la institucionalidad futura y a la vez los lineamientos que se aplicar¨¢n en el campo socioecon¨®mico para permitir remontar -especialmente a los sectores populares- lo que han sido los efectos sociales de la m¨¢s grave crisis del pa¨ªs. Por ello los socialistas sostenemos que es indispensable que junto con el di¨¢logo para salir a la democracia haya un acuerdo sustantivo entre las fuerzas pol¨ªticas que permita restablecer los equilibrios sociales que la sociedad ha perdido en estos 13 a?os de autoritarismo.
Los socialistas afirmamos que cualquier soluci¨®n debe ser ratificada por la ciudadan¨ªa, ya que el pueblo es el ¨²nico soberano que puede trazar la soluci¨®n a la crisis pol¨ªtica. Planteamos tambi¨¦n nuestra posici¨®n en orden a que la transici¨®n no debe eliminar solamente la interdicci¨®n pol¨ªtica y las violaciones de los derechos humanos, sino tambi¨¦n la grav¨ªsima exclusi¨®n econ¨®mica y social que afecta a la mayor¨ªa de la poblaci¨®n. Los chilenos quieren votar y tambi¨¦n quieren oportunidades de trabajo dignas. Cerrar los ojos a esta realidad ser¨ªa no entender el pa¨ªs social.
En la prisi¨®n
Si mi interpretaci¨®n de lo ocurrido es correcta, querr¨ªa decir entonces que el drama nacional que con tanta fuerza ha arreciado durante septiembre sobre nuestra patria habr¨ªa servido para dar fruto positivo.
En la soledad y en el sufrimiento que conlleva una prisi¨®n medit¨¦ mucho sobre la salida de Chile a esta crisis. Creo que cuanto hemos planteado en el pasado sobre la necesidad de una respuesta nacional de todos los sectores para abordar la crisis pol¨ªtica, econ¨®mica, social y moral por que atraviesa Chile adquiere hoy mayor vigencia que antes. El dar esta respuesta nac¨ªonal requiere de ciertos consensos m¨ªnimos en torno a la forma de salir del autoritarismo y transitar a la democracia. Esta forma, que tiene que ser necesariamente negociada, es el ¨²nico camino que nos permitir¨¢ enfrentar con ¨¦xito la violencia que tiende a ense?orearse de nuestra patria. Si los sectores democr¨¢ticos son capaces hoy de dise?ar ese itinerario y plantearlo con claridad al pa¨ªs querr¨¢ decir que la primavera que se avizora hoy en Chile podr¨¢ un paso a un verano maduro de la democracia que se avecina.
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