Un test para el sindicalismo espa?ol
Desde el pasado d¨ªa 1 de octubre, los trabajadores espa?oles est¨¢n eligiendo a sus delegados de personal y miembros de los comit¨¦s de empresa para asegurar de una manera democr¨¢tica sus derechos laborales en el centro de trabajo y, al mismo tiempo, fijar la representatividad de las centrales sindicales con arreglo a los criterios que la ley org¨¢nica de Libertad Sindical (LOLS) contempla.El actual proceso electoral supone, adem¨¢s, una profundizaci¨®n en la transparencia, mecanismos de control y garant¨ªas de legitimidad que todo sistema democr¨¢tico asegura, al amparo de lo que dispone la LOLS, el Estatuto de los Trabajadores y los decretos que en su d¨ªa se publicaron en el Bolet¨ªn Oficial del Estado para regular el funcionamiento de la Comisi¨®n Nacional de Seguimiento de las Elecciones Sindicales y la normativa electoral en su conjunto.
Sin embargo, no deja de sorprender que en esta ocasi¨®n tampoco hayan faltado manifestaciones poco afortunadas que ponen en entredicho el proceso electoral. Ante estos comportamientos, que perjudican de maneratan injusta como universal al movimiento obrero en su conjunto, cabe preguntarse si la raz¨®n ¨²ltima de esta deliberada pol¨ªtica no es la de abonar el terreno para justificar unos resultados finales que en absoluto responden a las expectativas forjadas por quienes as¨ª proceden.
A este respecto no deber¨ªa caer en el olvido que las primeras elecciones sindicales celebradas en el a?o 1978 se realizaron con una normativa legal a todas luces insuficiente, que hizo que el Ministerio de Trabajo nunca proclamara oficialmente los resultados. Los sucesivos procesos electorales celebrados en los a?os 1980 y 1982 tuvieron lugar bajo la tutela legal que ofrec¨ªa el Estatuto de los Trabajadores y su desarrollo posterior. La experiencia acumulada en las anteriores elecciones sindicales realizadas hasta ahora ha sido tenida en cuenta para arbitrar el marco legal en el que se est¨¢ desarrollando el actual proceso electoral.
Por primera vez, en esta ocasi¨®n, las empresas, los poderes p¨²blicos y los sindicatos van a conocer con 10 d¨ªas de antelaci¨®n c¨®mo, cu¨¢ndo y d¨®nde se van a celebrar las elecciones en cualquier empresa del pa¨ªs. No es de recibo, por tanto, empa?ar la transparencia y credibilidad del proceso arrojando la sombra de la duda y el recelo sobre la normativa que preside esta convocatoria. Las cr¨ªticas a la ley org¨¢nica de Libertad Sindical y al Estatuto de los Trabajadores habr¨ªa sido necesario hacerlas en su momento y no utilizar la actual canmpa?a electoral para llevar a cabo una pol¨ªtica claramente oportunista.
En otro sentido, resulta igualmente lamentable la actitud del Gobierno vasco y de la central ELA-STV, que est¨¢n. dificultando con su comportamiento el cumplimiento de lo que establece el marco legal, poniendo en tela de juicio, entre otras cosas, la filosof¨ªa que supone la obligatoriedad del preaviso y el funcionamiento de los ¨®rganos de control del proceso. El ataque a la transparencia del proceso electoral, en este caso, resulta a todas luces injustificado, m¨¢xime cuando en el resto de las comunidades aut¨®nomas que tambi¨¦n tienen transferidas estas competencias, el respeto a las normas que se han generado es total y no se ha planteado ning¨²n tipo de problemas.
En estas elecciones, tal como ocurri¨® en a?os anteriores, se est¨¢ planteando la. cuesti¨®n de los resultados que cada central sindical va obteniendo. La normativa electoral determina que los datos habr¨¢n de darse al finalizar el proceso para no incidir en la campa?a electoral. En este sentido, la voluntad de la Uni¨®n General de Trabajadores es abstenerse de dar cifras globales hasta que el proceso haya concluido, contribuyendo as¨ª a evitar el confusionismo y la guerra de cifras que puede generarse a trav¨¦s de la publicaci¨®n por los sindicatos de datos globales, generalmente no coincidentes, que, en definitiva, terminan por empa?ar la credibilidad de los mismos.
Modelo sindical
En todo caso, parece evidente que estas elecciones son un test para los sindicatos de este pa¨ªs, en el que los trabajadores van a decidir cu¨¢l es el modelo sindical m¨¢s acorde con las necesidades y expectativas de la clase trabajadora espa?ola.
Los resultados obtenidos hasta la fecha, escasamente significativos por el momento, en relaci¨®n a la pugna que mantienen UGT y Comisiones Obreras s¨ª reflejan algunas de las tendencias que con toda seguridad van a mantenerse hasta el final del proceso y que, con las l¨®gicas reservas que toda proyecci¨®n conlleva, permiten aventurar algunos an¨¢lisis.
A tenor de los datos manejados, es previsible que tanto UGT como CC 00 aumenten sus porcentajes de representatividad, superando ampliamente el 70% de los delegados que consiguieron en las elecciones celebradas en 1982.
Independientes
De la misma manera se puede adelantar que los sindicatos independientes y los delegados englobados en el apartado de no afiliados no mantienen los porcentajes que obtuvieron en el a?o 1982; que la Uni¨®n Sindical Obrera (USO) obtendr¨¢ un menor porcentaje de delegados, y la CNT no conseguir¨¢ un destacado n¨²mero de delegados, al margen de que en algunas empresas grandes pueda obtener una relativa representatividad. En Euskadi, los resultados no sufrir¨¢n grandes modificaciones, quedando, sin embargo, por dilucidar si en Galicia la central INTG conseguir¨¢ conservar su car¨¢cter de sindicato m¨¢s representativo a nivel nacional.
Si se considera la implantaci¨®n territorial de cada una de las centrales sindicales, no se prev¨¦ que haya grandes variaciones respecto de los resultados obtenidos en la anterior convocatoria, ni por comunidades aut¨®nomas ni tan siquiera por provincias.
En todo caso, resulta plausible suponer, a la luz de la informaci¨®n que arroja nuestro estudio, que la Uni¨®n General de Trabajadores avanzar¨¢ sus posiciones en Madrid y Barcelona, d¨¢ndose tambi¨¦n una cierta estabilidad en el sentido del voto en aquellas grandes empresas que han venido realizando elecciones en los sucesivos procesos electorales y manteni¨¦ndose altas tasas de participaci¨®n.
Aunque cualquier conclusi¨®n que pueda extraerse de este an¨¢lisis debe ser tomada con las cautelas necesarias, no resulta aventurado adelantar algunas afirmaciones provisionales sobre el desarrollo de las elecciones sindicales de 1986.
Una primera consideraci¨®n deber¨ªa subrayar la consolidaci¨®n de las centrales mayoritarias en nuestro pa¨ªs, desterr¨¢ndose del futuro inmediato la posibilidad de una tercera v¨ªa sindical.
En relaci¨®n con este hecho deben ser considerados los efectos positivos de la LOLS con vistas a la consolidaci¨®n del sindicalismo de clase. Se traduce as¨ª el esfuerzo y la preocupaci¨®n del legislador por introducir racionalidad en el mapa sindical espa?ol, potenciando el fortalecimiento del movimiento obrero en torno a un n¨²mero reducido de sindicatos capaces de concentrar el apoyo de los trabajadores y con el suficiente grado de representatividad para que su fuerza sea eficaz.
Este principio, que contrasta con los deseos de la derecha, que fue objeto de dura controversia durante la elaboraci¨®n parlamentaria de la ley, hubiera preferido, sin duda, una dispersi¨®n de los trabajadores en numerosos sindicatos, con poca fuerza real y escasa capacidad contractual.
Sin embargo, las tendencias en el comportamiento del voto sindical contradicen en gran medida aquella preferencia de los sectores m¨¢s retr¨®grados de nuestra sociedad, y confirman las virtualidades de la ley org¨¢nica de Libertad Sindical a la hora de configurar en Espa?a un movimiento sindical fuerte y eficaz en la defensa solidaria de los intereses de los trabajadores.
Sindicatos de clase
As¨ª pues, si la consolidaci¨®n de los sindicatos de clase mayoritarios es un hecho -y la LOLS introduce las condiciones necesarias para que el fortalecimiento de ¨¦stos sea posible-, queda por dilucidar el modelo sindical que los trabajadores van a preferir en el futuro. Modelos sindicales que en la pr¨¢ctica cotidiana defienden sobre todo UGT y Comisiones Obreras.
La opci¨®n que finalmente prefieran los trabajadores: acuerdo o confrontaci¨®n, solidaridad concertada o preocupaci¨®n exclusiva por los mejor situados en el mercado de trabajo, modernizaci¨®n progresiva de nuestras estructuras sindicales o estancamiento en un movimiento sociopol¨ªtico, alternativas rigurosas o maximalismo sin proyecto, servicios y eficacia o discurso rad¨ªcal..., ser¨¢ la piedra de toque que confirme a cada sindicato en la bondad de sus estrategias y en la adecuaci¨®n de su pr¨¢ctica sindical a la realidad social espa?ola. Las preferencias por uno u otro modelo s¨®lo estar¨¢n decididas cuando se cierre el ¨²ltimo colegio electoral donde los trabajadores hayan depositado su voto.
Finalmente, en la voluntad de todos los sindicalistas est¨¢ el conseguir que estas elecciones sindicales supongan un avance considerable para el movimiento obrero en cuanto a su fortalecimiento y expansi¨®n hacl a otras capas de la sociedad a las que el hecho sindical les es ajeno. Adicionalmente, estos comicios deber¨¢n servir para mejorar el conocimiento y la imagen que de los sindicatos se tienen en este pa¨ªs, equiparando ¨¦stos a los europeos en presencia, implantaci¨®n, imagen y eficacia a la hora de defender los intereses de los trabajadores.
Nota. Los datos que han servido para la realizaci¨®n de estas estimaciones han tenido en cuenta las elecciones celebradas, en las que ya se ha elegido un 5% del total de delegados que te¨®ricamente ser¨ªa posible elegir en todo el territorio nacional, lo que equivale al 10% de los delegados que salieron elegidos en 1982. En el momento de pubilcarse este art¨ªculo, el porcentaje de delegados elegidos es cercano al 20%, manteni¨¦ndose la tendencia que aqui se apunta.
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