Realismo en la discusi¨®n
Una actitud supuestamente progresista dice tener muy claras las ideas pero invita, al mismo tiempo, a ser muy cautos -tan cautos como claros- en su aplicaci¨®n. As¨ª, no habr¨ªa duda te¨®rica sobre tal o cual tema, pero se exigir¨ªa paciencia, concesiones y buen hacer en su realizaci¨®n. Un caso ejemplar de tal actitud es el aborto. Este ser¨ªa algo sumamente claro, s¨®lo que requerir¨ªa las sabias dosis de ley y respeto a las convenciones sociales. Por mi parte, quisiera exponer precisamente lo contrario. Estoy dispuesto a escuchar, sin descanso, todas las razones que se den para no abortar. No perder¨ªa ni un minuto de mi tiempo, por el contrario, para escuchar al legislador. Empecemos por lo primero. A m¨ª me convencen, en general, los argumentos a favor no s¨®lo de la permisividad del aborto, sino del aborto mismo. Pero no estimo que los argumentos encontra sean despreciables. Sobre todo si la argumentaci¨®n proaborto discurre llena de realismo. As¨ª, por ejemplo, decir que el embri¨®n no es a¨²n un ser humano porque no hay analog¨ªa suficiente entre ambos o porque de talpotencia inicial al ser humano final hay un abismo, o tantas cosas m¨¢s, pueden generar un rosario de contra argumentaciones. La identidad, por ejemplo, en un ser humano no se pierde aunque el mismo anciano que ahora mirauna fotograf¨ªa de cuando era ni?o vea a ¨¦ste en pa?ales. Los argumentos realistas prometen m¨¢s de lo que realmente dan.M¨¢s prometedor ser¨ªa afirmar en los casos dudosos, por extremos, que lo decisivo es comprender el sentido ¨²ltimo que la gente da a sus actos. En ciertos casos o en ciertos momentos lo ¨²nico que se puede hacer es atender a significados y no a hechos puros. Recordando un ejemplo cl¨¢sico: si viendo a dos indeseables persiguiendo a un ni?o Inocente les confundo d¨¢ndoles unas indicaciones que les aparten de su presa, dif¨ªcilmente se me podr¨¢ acusar de mentiroso. He dicho, s¨ª, lo contrario de lo que cre¨ªa que era la verdad. Pero, ?con intenci¨®n de mentir? ?Qu¨¦ es en el caso citado la verdad? ?Qu¨¦ tienen esos indeseables de humanos para exigir la verdad?, etc¨¦tera.
Es s¨®lo un ejemplo. Volvamos al aborto. Las dudas son insolubles respecto a lo que es realmente un ser humano. Menos dudosa es la libertad de una madre con su cuerpo. Y si m¨¢s que dudoso es saber si el ¨²ltimo y esencial motivo de la vida es ser santo, h¨¦roe o lo que se quiera, lo es mucho menos reconocer que cada uno es libre de escoger la forma de vida que desee.
Pero entonces todo el asunto se desplaza. El problema fundamental es el de la tolerancia social y pol¨ªtica. En estas cuestiones nadie tiene derecho a imponer su modo de ver las cosas. Evidentemente ¨¦stas pueden tener consecuencias. Pero entonces habr¨¢ que hablar de tales consecuencias. As¨ª, quien est¨¢ contra el aborto y tiene cl¨ªnicas privadas en donde lucrarse interrumpiendo embarazos, o quien desea a toda costa que no se realice ning¨²n aborto solo que despu¨¦s condena a la miseria a quien vive (o sea, desea que vivan para que no vivan) es tan inmoral como quien realizara el coito para abortar.
La radicalidad en la defensa de la permisividad del aborto no est¨¢ re?ida ni con la atenci¨®n a quien, bona fides, intente razonar en contra o con la prevenci¨®n de las imprudencias que precipitan los abortos ingratos
Radicalidad
Ahora bien, la misma radicalidad habr¨ªa que mostrar frente a las normas. Tendr¨ªamos que recordar ' por en¨¦sima vez, que la prudencia y el cuidado de los casos urgentes ha de hacerse juntamente con la manifestaci¨®n de que la ley es una ficci¨®n que no hace sino entorpecer la recta comprensi¨®n del asunto. Por eso, en vez de correr tras los huecos que deja la ley (una forma de eternizarla o de que desaparezca cuando ya da igual) habr¨ªa que acusarla de falsedad y de ocupar un lugar que no le corresponde.
La actitud progresista no ser¨ªa la de trampear con la ley, sino la de no admitirla llanamente. Y si se dice que eso no es realismo (otra vez el realismo), la contestaci¨®n ha de ser que, efectivamente, eso no es aquel realismo. De su despotismo mal ilustrado sabemos bastante. Dec¨ªa Foucault que "el objetivo principal hoy no es el de descubrir, sino el de rechazar lo que somos". Traducido al caso: el objetivo principal no est¨¢ en descubrir algo m¨¢s en la ley, sino en rechazar lo que ella nos impide ser.
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