Beautiful people, beautiful city
La nueva identidad que Madrid busca en su condici¨®n de ciudad europea- mediterr¨¢nea y en su capitalidad de la regi¨®n viene a resolverse con actuaciones selectivas sobre el centro hist¨®rico y sus l¨ªmites, actuaciones para recuperar visualmente la memoria de una ciudad que tuvo l¨ªmites precisos y que hoy se ve, como tantas otras, frenada en su expansi¨®n.As¨ª, plazas, plazuelas y monumentos del Madrid cortesano se van rehabilitando al mismo tiempo que los lugares de la primera capitalidad, Puerta del Sol, Atocha, tratan de armonizar sus significados funcionales con sus expresiones est¨¦ticas. El new look entra como criterio decisivo en las actuaciones urban¨ªsticas del Gran Madrid.
El poblamiento, la urban¨ªstica, y en ella la edificaci¨®n y las dotaciones infraestructurales, han sido hist¨®ricamente terrenos privilegiados de actuaci¨®n y expresi¨®n del poder, por su capacidad para expresarse en el lenguaje de la calle frente a la escritura legislada, y como mensaje dirigido a los grupos ciudadanos frente a la poblaci¨®n r¨²stica. En este sentido puede hablarse de las actuaciones en este sector como de alta significaci¨®n pol¨ªtico- simb¨®lica.
As¨ª, conforme el poder municipal se democratiza, la actuaci¨®n urban¨ªstica debe responder a unas demandas sociales reales recogidas de la observaci¨®n y conocimiento directo de la vida de los madrile?os.
Este centro de Madrid, entre lo viejo y lo antiguo, arrastra fuertes taras estructurales (mala construcci¨®n, humedades, infraviviendas, hacinamiento ... ) en no pocos edificios de viviendas en distritos tales como Centro, Latina, Arganzuela, Tetu¨¢n..., ¨¢reas en las que dichas actuaciones pr¨¢cticamente se concentran.
Si bien el Programa de Rehabilitaci¨®n reconoce este tipo de realidades all¨ª donde ¨¦ste se pone en marcha, resulta extremadamente dificultoso -por la convergencia de problem¨¢ticas sociales y jur¨ªdicas de diferente ¨ªndole- el paso de la rehabilitaci¨®n exterior a la mejora en las condiciones de habitabilidad de las viviendas m¨¢s necesitadas.
Al mismo tiempo, como la cuesti¨®n de la vivienda constituye un espejo privilegiado de reconocimiento de la cr¨ªtica realidad social, dif¨ªcilmente pueden acometerse programas de fondo all¨ª donde, por un' lado, el inter¨¦s p¨²blico pugna por abrirse paso ante la especulaci¨®n privada; por otro lado, los cambios sociales en el modelo familiar y los nuevos signos de valoraci¨®n social del centro hist¨®rico como lugar de residencia inciden sobre las expectativas especuladoras de la reducida poblaci¨®n beneficiada. A estos residentes se pretende consolidar mediante el Programa de Rehabilitaci¨®n P¨²blica de Viviendas.
Todo ello convierte en dudoso el alcance social y la prioridad concedida a dichas actuaciones, en su eficacia para incidir sobre la poblaci¨®n residente menos favorecida.
J¨®venes y ancianos
De lo que no cabe ninguna duda es de la creciente complejidad y diversificaci¨®n de los grupos sociales madrile?os y de la repercusi¨®n en las demandas de espacio privado y p¨²blico que este nuevo paisaje social presenta en la actualidad.
En, este Madrid, como en todas las grandes ciudades europeas, aparece entonces como objetivo prioritario la necesidad de disponer en propiedad municipal de un patrimonio de fincas urbanas para la resoluci¨®n de las demandas de vivienda y equipamiento que se han venido acumulando a partir de la evoluci¨®n de los modelos de convivencia.
Y, con toda l¨®gica, la existencia de una nada desde?able cantidad de fincas vac¨ªas o subocupadas y de solares inmovilizados podr¨ªa permitir mediante ley -de expropiaci¨®n por necesidad social, de permuta, de rehabilitaci¨®n concertada- comenzar a hacer frente a esas nuevas necesidades que, quer¨¢moslo o no, han venido de la mano de la evoluci¨®n en nuestros modelos tradicionales de convivencia.
En este punto, realmente, las posibilidades creativas del mercado libre inmobiliario han catapultado los precios de venta y alquiler del alojamiento y no parece que la situaci¨®n alcista tienda sino a acentuarse sin una clara intervenci¨®n municipal, m¨¢s all¨¢ de los Programas de Rehabilitaci¨®n privada de car¨¢cter exclusivamente est¨¦tico-arquitect¨®nico.
Sin embargo, como apunte de la nueva configuraci¨®n y distribuci¨®n de los grupos sociales madrile?os que exigen un nuevo tratamiento de la problem¨¢tica urban¨ªstica en materia de vivienda, vemos c¨®mo los grupos de j¨®venes o los ancianos se ven sometidos a una adaptaci¨®n forzada de dependencia del n¨²cleo tradicional familiar, en el primer caso, mediante una apropiaci¨®n de la calle como espacio de reconocimiento y encuentro social, y en el segundo, a trav¨¦s de una lucha contra la marginaci¨®n o relegaci¨®n familiar en el contexto de una vecindad cada d¨ªa m¨¢s an¨®nima.
Si consideramos las condiciones de extra?a domesticidad de los j¨®venes y su forzada sujeci¨®n al hogar paterno con la falta de un espacio individual en ¨¦l, con la fiscalizaci¨®n de los amigos en casa por parte de los padres y el control de las actividades en ella, nos vemos enfrentados a una realidad marcada m¨¢s por la imposibilidad de acceder a una vivienda que por la voluntad de recuperar un di¨¢logo familiar perdido.
En esta direcci¨®n se abren l¨ªneas prometedoras y pertinentes de intervenci¨®n urban¨ªstica municipal capaces de responder a nuevas demandas sociales de alojamiento que, como en este caso de la juventud, pudieran posibilitar, mediante arrendamientos controlados y renovables limitadamente, de estudios, buhardillas y viviendas compartidas a bajo alquiler, el paso del tiempo-espacio transicional desde el hogar familiar a una situaci¨®n adulta mediante el aprendizaje en la gesti¨®n del espacio de la intimidad propia.
La segregaci¨®n social que se viene esgrimiendo como argumento disuasor de una pol¨ªtica de viviendas para j¨®venes se da ya para los ancianos pertenecientes a las clases m¨¢s favorecidas con las residencias-sanatorio de tercera edad. Ni unos grupos ni otros deben ser excluidos o agrupados en el medio urbano madrile?o y deben reconocerse para ellos viviendas con dotaciones, caracter¨ªsticas y precios de arrendamiento que con mucho difieran de las viviendas est¨¢ndard dirigidas a los grupos familiares.
El Sur tambi¨¦n existe
Madrid, en sus necesidades sociales, encierra prioritariamente las que de modo acumulativo manifiesta su mitad sur. Sometida a un intenso deterioro en su patrimonio de viviendas, a una dependencia equipamental y ocupacional con respecto al centro y sin una red adecuada de accesibilidad a ¨¦l, debiera ser considerada zona de actuaci¨®n urban¨ªstica preferencial en los pr¨®ximos a?os, con especial calificaci¨®n de rehabilitaci¨®n y reanimaci¨®n urbana y social.
En este recorrido no se pueden olvidar las soluciones prometedoras que debe ofrecer -para la integraci¨®n y el reconocimiento ¨¦tnico en el plano urban¨ªstico- la Gerencia para el Realojamiento de la Poblaci¨®n Marginada Madrile?a, de reciente creaci¨®n.
En estas posibles actuaciones, el dise?o y la expresi¨®n arquitect¨®nica aparecen como la culminaci¨®n de un proceso de reflexi¨®n decisiva sobre lo social, y no como su sustituci¨®n, que enmascara, en vez de recoger, la nueva realidad madrile?a.
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