La noche tranquila

La trompeta triste de Kenny Wheeler ha sonado en muchos proyectos de jazz europeo. Su colaboraci¨®n con el grupo espa?ol Onix es, por tanto, muy de apreciar, aunque para entrar en el mundo escol¨¢stico de Onix basta con el piano discreto de Llu¨ªs Vidal, la buena labor de Z¨¦ Eduardo al bajo, y la percusi¨®n contenida de Jordi Rossi.Por cosas de la publicidad, uno asocia el nombre de Marlboro con la m¨²sica vaquera y Los siete magn¨ªficos. Pero esta compa?¨ªa tambi¨¦n se ocupa del jazz, y pasea un grupo modestamente llamado Superbanda. Pero en el Alcal¨¢ Palace, los superm¨²sicos tuvieron la noche superc¨®moda, con lo cual se qued¨® en humo de tabaco lo que debi¨® ser fuego de un volc¨¢n.

Cedar Walton estuvo m¨¢s que relajado al piano, y cumpli¨® con solos de piloto autom¨¢tico. James Moody ha contado su vida en solos de flauta y saxo tenor, y hasta sus intervenciones m¨¢s rutinarias tienen siempre algo de autobiogr¨¢fico. Quien m¨¢s arriesg¨® fue el ni?o prodigio Terence Blanchard, con un cumplido muestrario de recursos y trucos ala trompeta. El bater¨ªa Smitty Smith sabe tambi¨¦n llamar la atenci¨®n con efectos. Aunque en esto de robar la escena, Ron Carter podr¨ªa haberles puesto a todos en la calle con s¨®lo echarle la zarpa al contrabajo. Menos mal que el hombre ten¨ªa tambi¨¦n la noche tranquila.

La cantante Barbara Morrison complet¨® el n¨²mero. Es agradable, pero no el tipo de diva que estos m¨²sicos necesitan. Al final, la chica atac¨® el Stonny monday y, despu¨¦s de que unas rubias guap¨ªsimas le dieran un ramo de flores, remat¨® la faena con Everyday. Aquello encandil¨® al p¨²blico, que se hart¨® de pedir otra, otra. Pero qu¨¦ va. Ni siquiera volvieron a salir las rubias.