Guerra de sexos
En el cartel de Le d¨¦clin de l?empire am¨¦ricain -censurado en diversos pa¨ªses, probablemente por lo que es, pero sobre todo por lo que parece- se resume perfectamente lo que es la pel¨ªcula: gente elegante, cultivada y m¨¢s o menos rica habla de sus fantasmas sexuales como de una cuesti¨®n intelectual asumida y bajo control. Eso s¨ª, sus confidencias se hacen siempre siguiendo la l¨®gica de la guerra entre hombres y mujeres, de espaldas los unos de las otras, aprovechando instantes de franca (?) camarader¨ªa entre personas de un mismo sexo. En el cartel las cabezas de los personajes aparecen borradas, y pintados sobre la fotograf¨ªa destacan, provocativos, los trazos que dibujan los pechos de ella por encima de un suave jersei de angorina o un enorme pene en erecci¨®n saliendo de la bragueta del caballero. Es un cartel que recoge una tradici¨®n obsesa, reprimida, de graffitis callejeros, manos an¨®nimas cuya ¨²nica idea es ¨¦sa: genitalizarlo todo.Le d¨¦clin de l'empire am¨¦ricain es una comedia de costumbres. Sus protagonistas son dos peque?os grupos que durante la primera hora de proyecci¨®n viven en paralelo y s¨®lo se encuentran a trav¨¦s de flash back, para despu¨¦s reunirse todos alrededor de una mesa. El primer grupo es el de los hombres, sintom¨¢ticamente aplicados a preparar una cena exquisita, y el segundo es. el de las mujeres, no menos significativamente entretenidas en fortalecer sus cuerpos en un gimnasio. En ambas reuniones se habla casi exclusivamente de sexo, y se hace desde puntos de vista radicalmente opuestos: machista uno, feminista (el adjetivo, libre de connotaciones organizativas y militantes) el otro. Son peque?os fragmentos en los que la palabra lleva casi todo el peso de la acci¨®n.
Le d¨¦clin de l'empire am¨¦ricain
Director: Denys Arcand. Int¨¦rpretes: Dominique Michel, Doroth¨¦e Berryman, Louise Portal, Genevieve Rioux, Pierre Curzi, Rorny Cirard, Yves Jacques, Daniel Bri¨¦re, Gabriel Arcand. Gui¨®n: Denys Arcand. Fotograria: Guy Dufaux. Canadiense, 1986. Estreno en cine Alphaville.
Conducido por ese flujo verbal ingenioso, divertido y convincente, con muy pocas concesiones a la autocomplacencia, el film¨¦ cambia de tono en el momento en que se re¨²nen los dos mundos. Ah¨ª aparece el tab¨² y la violencia, el autocontrol y las buenas maneras de la vida social, cargando de tensi¨®n la cena entre amigos. La emoci¨®n, hasta el momento ausente de la pel¨ªcula, va impregn¨¢ndola, y los grandes discursos resuenan huecos ante la soledad de los personajes y la impasibilidad de la naturaleza.
Le d¨¦clin de l'empire am¨¦ricain tiene una vertiente de retrato que la acerca a espectadores no canadienses. Los protagonistas son parte del imperio, de ese imperio americano del que tambi¨¦n formamos parte aunque sea como ciudadanos de segunda. Y la preocupaci¨®n ¨²ltima de la pel¨ªcula cuando reflexiona y se despega de lo que muestra es certificar hasta qu¨¦ punto estamos viviendo el per¨ªodo inmediatamente anterior a la arribada de los b¨¢rbaros. Vamos, que Reagan es nuestro Diocleciano, y el creciente poder femenino y la masiva falta de ideales, as¨ª como la neur¨®tica b¨²squeda de la felicidad, son s¨ªntomas transparentes que acompa?an la ca¨ªda de todos los imperios, incluido el masculino.
Este efecto de espejo m¨²ltiple que tiene el filme para el espectador que tanto se puede reconocer en el cinismo de quienes han abandonado cualquier sue?o como en la desorientaci¨®n de los personajes m¨¢s j¨®venes, silenciosos y menos amargos, es uno de sus grandes atractivos.
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