El papa Juan Pablo II, declarado 'ciudadano de honor en las islas Fiyi
El papa Juan Pablo II fue declarado ayer, oficial y solemnemente, ciudadano de honor en Viti Leyu, una de las 320 islas del archipi¨¦lago de las Fiyi, en el Pac¨ªfico occidental, entre Melanesia y Polinesia, durante una ceremonia muy sugestiva, cargada de simbolismos arcaicos, en la cual le fueron entregados tres dientes de ballena y le fue ofrecido para beber un brebaje hecho con ra¨ªces del ¨¢rbol de yakona
.Juan Pablo II hab¨ªa llegado desde Singapur, continuando su gira, tras un vuelo de 10 horas. En el aeropuerto de Suva, la capital de las islas Fiyi, fue recibido -con una ceremonia del rito hind¨², a pesar de que aqu¨ª la confesi¨®n mayoritaria -la de un 50%. de la poblaci¨®n- es la cristiana; y s¨®lo el 9% es cat¨®lico.Una joven le puso en la frente al Papa el punto rojo, s¨ªmbolo de sabidur¨ªa, hecho con esencias de flores, y le pas¨® alrededor de su cara un plato en el que ard¨ªa el fuego sagrado; otra le coloc¨® una guirnalda de orqu¨ªdeas alrededor del cuello y toc¨® sus pies con las puntas de los dedos de sus manos peque?as, inclin¨¢ndose profundamente. El Papa la acarici¨® en la frente.
Silencio absoluto
Pero la gran ceremonia para hacerle ciudadano de honor de Fiyi le esperaba en el Albert Park de la ciudad. La consigna era que all¨ª deb¨ªa reinar el silencio m¨¢s absoluto. Y as¨ª, por vez primera, Karol Wojtyla lleg¨® en su papam¨®vil escoltado por las motocicletas de la polic¨ªa mudas.
A los periodistas nos explicaron que en esta antigua ceremonia, reservada desde la antig¨¹edad s¨®lo a los grandes hu¨¦spedes, el silencio para no herir a los 'esp¨ªritus es tan sagrado, que anta?o si un ni?o lloraba durante el rito ten¨ªa que ser sacrificado a los dioses.
A pesar de que la lluvia tropical agu¨® un poco la fiesta, toda la ceremonia fue muy sugestiva. Diez grupos que representaban las diversas categor¨ªas y tribus estaban sentados en la hierba de un prado rodeado de palmeras y plantas tropicales de espl¨¦ndido colorido.todos vestidos de trajes t¨ªpicos. Algunos casi desnudos y cubiertos s¨®lo de hojas de ¨¢rboles y amuletos. Todos descalzos, incluso el grupo de mandatarios, los cuales llevaban chaqueta y corbata, y vest¨ªan faldas en vez de pantalones. Todos aguantando, impert¨¦rritos, la lluvia durante las dos horas de la ceremonia.
"Pobrecitos, no s¨¦ c¨®mo no cogen una pulmon¨ªa", comentaba a EL PA?S el sustituto en la Secretar¨ªa de Estado, Eduardo Mart¨ªnez Somalo; junto al Papa estaba presente en la ceremonia el gobernador general de la isla Ratu, sir Penaia Ganilau, que representa a la reina de Inglaterra; el primer ministro de la isla, sir Kainisese Mara, y otros miembros del Gobierno.
El silencio se cortaba en el aire. Empez¨® la ceremonia con el rito galoqalovi, o presentaci¨®n de tres labua, tres grandes dientes de ballena con un . gran collar de cuerda. Se oye una especie de lamento y un miembro de la tribu empieza a presentar al Papa los dientes de ballena que tiene que coger con la' mano izquierda, mientras con la derecha levanta la cuerda del collar. Mientras tanto, hay como una suerte de coloquio -mediante, palabras y exclamaciones curiosas en lengua fiyiana, que se repite con cada uno de los dientes- entre el aborigen y el matanivanua, o portavoz del gran jefe, que estaba sentado delante del Papa.
A continuaci¨®n se realiz¨® el sevusevu, o entrega al Papa de una ra¨ªz gigante del ¨¢rbol de yakona. La traen 10 hombres desnudos, mimetizados como plantas. Nuevas exclamaciones y dramatizaci¨®n, s¨®lo interrumpida de cuando en cuando por una palmada de las manos dada por el vencedor.
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