La reinserci¨®n y el lucro
EL HACINAMIENTo en las c¨¢rceles espa?olas y la dificultad de vivir en ellas con m¨ªnima dignidad ha con ducido en los 10 primeros meses de 1986 a un total de 23 suicidios. ?ste es un dato dram¨¢tico y esclarecedor de la incompatibilidad entre la situaci¨®n carcelaria y la existencia humana, al menos para ese notable n¨²mero de ciudadanos. Entre las numerosas voces que se han alzado para protestar por la situaci¨®n destaca la de la comisi¨®n episcopal de Pastoral Social, que ha puesto de relieve el submundo en el que se han con vertido nuestras c¨¢rceles y reclama que las penas se orienten "hacia la reeducaci¨®n y reinserci¨®n social". Pero adem¨¢s, si se tiene en cuenta que cerca de la mitad de los 25.000 reclusos que existen en Espa?a lo son preventivos, y por tanto acreedores a la presunci¨®n de inocencia que la Constituci¨®n espa?ola establece, existen motivos para preguntarse sobre la eficacia de una pol¨ªtica carcelaria que ya no se puede escudar -por parte del Gobierno socialista- en la herencia recibida.Desde los m¨¢s diferentes sectores sociales se proponen soluciones para paliar al menos la lamentable situaci¨®n de las c¨¢rceles. Entre esas respuesta alternativas; se abre paso la instituci¨®n de la libertad a prueba, experimentada con ¨¦xito en pa¨ªses de nuestro entorno. Pero otras experiencias, m¨¢s controvertidas, est¨¢n siendo tambi¨¦n puestas en pr¨¢ctica. As¨ª, el fuerte aumento de la poblaci¨®n penitenciaria ocurrido en el ¨²ltimo a?o en Francia, como consecuencia de la pol¨ªtica de rigor practicada desde el poder en el ¨¢mbito de la seguridad ciudadana,, ha puesto al Gobierno ante un dilema: ampliar el n¨²mero de las plazas penitenciarias o disminuir el n¨²mero de reclusos.
El ministro franc¨¦s de Justicia, Albin Chalandon, ha proyectado como consecuencia de eso la creaci¨®n de un sistema penitenciario de car¨¢cter privado, en competencia con el del Estado. Inspir¨¢ndose en la pr¨¢ctica ya existente en algunos lugares de Estados Unidos, la tarea encomendada al sector privado ser¨ªa la de hacerse cargo desde ahora al a?o 1990 de la construcci¨®n de los miles de plazas que se necesitan y de administrar despu¨¦s las nuevas prisiones, incluida la vigilancia y la seguridad de los reclusos.
Desde hace a?os, en algunos Estados norteamericanos existen c¨¢rceles privadas que tienen a su cargo aproximadamente el 10% de los 400.000 reclusos que habitan los distintos tipos de centros penitenciarios. de Estados Unidos. Pero la cuesti¨®n no es tanto la propiedad de las c¨¢rceles como la finalidad de las mismas. En la medida en que lo que se proponga el Gobierno franc¨¦s no sea rehabilitar sino castigar o colocar fuera de circuito a los peores individuos, nos encontrar¨ªamos frente a la instrumentaci¨®n de una filosof¨ªa que est¨¢ en las ant¨ªpodas de los objetivos de reinserci¨®n social, a los que no debe ni puede renunciar un Estado moderno.
Quienes se oponen a la privatizaci¨®n de las c¨¢rceles se?alan que la introducci¨®n, de la noci¨®n de rentabilidad en el mundo de las prisiones puede abrir la v¨ªa a abusos de todas clases y a una desigualdad de hecho en la ejecuci¨®n de las penas. La obtenci¨®n del beneficio -indican- lleva a la disminuci¨®n de los costes, lo que puede arrastrar a su vez a la reducci¨®n de los derechos de los detenidos a fin de eliminar gastos. El resultado ser¨ªa la desaparici¨®n de los tratamientos penitenciarios tendentes a la reinserci¨®n social del recluso, pero tambi¨¦n, a medio plazo, la renuncia del Estado a toda pol¨ªtica de prevenci¨®n del delito.
Sin embargo, los valedores del proyecto se?alan que hay otros muchos sectores de los servicios sociales a los que las autoridades p¨²blicas no saben o no pueden hacer frente. Si existe medicina privada, educaci¨®n privada y hasta polic¨ªa privada -en la mayor¨ªa de las empresas, incluso en las p¨²blicas, y en no pocos barrios y urbanizaciones-, ?por qu¨¦ no privatizar las c¨¢rceles?, se demandan. No se trata, a?aden, de cambiar los objetivos de reinserci¨®n, sino los m¨¦todos de obtenerla.
En cualquier caso, la privatizaci¨®n es una soluci¨®n dudosa y dif¨ªcil de entender en el marco europeo. Quiz¨¢ en Espa?a los problemas ser¨ªan m¨¢s f¨¢cilmente resolubles si algo del dinero que el Estado y las autonom¨ªas despilfarran en funcionarios, protocolos, imagen y dignidades se dedicara a estas atenciones. Tambi¨¦n, en la ideaci¨®n de una pol¨ªtica que busque alternativas a la c¨¢rcel, siempre que sea posible por el tipo de delito y por los antecedentes de quien lo ha cometido. Esas alternativas pueden ser los arrestos de fin de semana y la instituci¨®n de la libertad a prueba, que han rendido buenos frutos en parte de Europa.
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