El anuncio del milenio
ANTE LAS cr¨ªticas de que viaja demasiado por el mundo, el papa Juan Pablo II ha querido indicar en el viaje que actualmente realiza por pa¨ªses de Asia y Ocean¨ªa, el m¨¢s largo de su pontificado, los verdaderos motivos por los que se mueve tanto. Ha dado tres razones. La primera de ellas es la de que viaja para promover el ecumenismo. A los periodistas les dijo en el avi¨®n que sin estos viajes hubiese sido imposible llevar a cabo el encuentro de jefes religiosos de todo el mundo en As¨ªs que tanto conmovi¨® a la opini¨®n p¨²blica. El segundo prop¨®sito es el de fortalecer las comunidades eclesiales de todo el mundo. En tercer lugar, el Papa quiere sacudir la atenci¨®n de todos los hombres de buena voluntad para prepararles ante el desaf¨ªo que les presenta la llegada del nuevo siglo.Todo hace pensar que es este ¨²ltimo motivo el que m¨¢s impulsa al Papa polaco, con ribetes de un milenarismo bastante ex¨®tico, a llevar a cabo esta especie de gran campa?a electoral mundial para preparar lo que ¨¦l presenta como un rearme moral. Ese objetivo le acucia tanto que le lleva a hacer concesiones dentro del ecumenismo que van quiz¨¢ m¨¢s all¨¢ de su misma cultura teol¨®gica, tendente m¨¢s bien a la apolog¨¦tica, a la conversi¨®n de los otros antes que al encuentro de la diversidad para enriquecer el todo. De ah¨ª que no se detenga a la hora de organizar estos viajes ante ning¨²n tipo de fatiga.
Parece como si Juan Pablo II estuviera convencido de -que alrededor del a?o 2000 algo muy importante tiene que pasar en el mundo y que la Iglesia tiene la responsabilidad de preparar a la humanidad para tan dif¨ªcil prueba. Se muestra tambi¨¦n seguro el Papa de que a ¨¦l le podr¨ªa quedar poco tiempo para ser el l¨ªder de una misi¨®n tan compleja. De hecho, esta vez ha superado todos los l¨ªmites, recorriendo en 14 d¨ªas m¨¢s kil¨®metros que los que tendr¨ªa que hacer para dar la vuelta a la Tierra. Lo primero que le preguntan los l¨ªderes pol¨ªticos y religiosos que acuden a cumplimentarle es c¨®mo puede resistir f¨ªsicamente, ya que empieza su jornada a las seis de la ma?ana y acaba a las once de la noche. El esfuerzo es infinito, como parece ser su energ¨ªa, a la que desafia constantemente: en todo este largo periplo australiano no se ha tomado ni una tarde libre. Por primera vez en la historia de los viajes papales, los periodistas que le siguen se han visto obligados a distanciarse del ritmo de Juan Pablo II, y se han organizado una ruta distinta dentro de Australia, donde el Papa ha recorrido 10.000 kil¨®metros en seis d¨ªas.
Y sin embargo, ya parece que los viajes en preparaci¨®n -por ejemplo, el pr¨®ximo a Chile, Uruguay y Argentina- no van a ser menos locos, hasta el punto de que ahora si un informador quisiera seguirle por su cuenta le resultar¨ªa ya t¨¦cnicamente imposible. Y ha prometido que volver¨¢ al Pac¨ªfico, como tambi¨¦n quiere volver a Brasil, y en septiembre a la parte de Estados Unidos que no visit¨® la vez anterior. Se ha convertido en un papa volante con su curia a cuestas.
El deseo de llegar a todos los rincones del mundo hace a veces, como en este viaje -que ten¨ªa que haber sido s¨®lo a Australia-, que el programa acabe infl¨¢ndose hasta explotar. En los tres ¨²ltimos d¨ªas estar¨¢ en seis lugares diversos y har¨¢ m¨¢s de 30 horas de vuelo.
Por lo que se refiere a este su tercer viaje a Asia y el Pac¨ªfico, quiz¨¢ ha confirmado mejor que los otros que las tem¨¢ticas de sus discursos y su actitud quedan profundamente condicionadas por la apertura o no de los diversos episcopados. En Australia, donde el episcopado es muy activo y abierto y se preocup¨® desde hace un a?o en controlar lo que iba a pasar, el Papa ha aparecido conciliador, sin frenar todo lo que de nuevo est¨¢ fermentando en esa Iglesia, m¨¢s conflictiva con Roma que la misma holandesa. Los progresistas no sal¨ªan de su asombro, pensando que los problemas que ellos tienen se parecen mucho, en el campo de la secularizaci¨®n y de las aperturas en la ¨¦tica moral cat¨®lica, a la de Estados Unidos, mientras all¨ª el Papa fue duramente conservador y lo sigue siendo.
Por el contrario, en Nueva Zelanda o en Bangladesh, como en Singapur, donde el episcopado pudo influir menos en la preparaci¨®n de la visita, los discursos del Papa fueron desconsoladores, y los periodistas los dejaban sobre los asientos del avi¨®n tras haberles dado una ojeada. Sus encuentros con los abor¨ªgenes han revelado una vez m¨¢s la debilidad del Papa por las minor¨ªas ¨¦tnicas, a las que defiende sin matices. Quiz¨¢, seg¨²n algunos, porque en ellas ve la proyecci¨®n del drama de Polonia como entidad constre?ida a no poder vivir a fondo su propia identidad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.