La dimisi¨®n
La dimisi¨®n de Manuel Fraga de la presidencia de Alianza Popular es la noticia del d¨ªa. Los pobres resultados electorales obtenidos por la coalici¨®n en Vasconia hab¨ªan aconsejado al ilustre hombre p¨²blico a tomar esa rotunda decisi¨®n. Ello prueba, una vez m¨¢s, sin que fuera necesaria la ocasi¨®n para reiterarlo, el serio compromiso que su profesionalidad y su vocaci¨®n tienen contra¨ªdas con lo que ¨¦l considera servicio al pa¨ªs. Renunciar es, en este caso, asumir por entero la responsabilidad de un grave contratiempo, en vez de buscar excusas verbales justificantes al retroceso habido.Puso todo su esfuerzo y su entusiasmo en la campa?a vasca como si hubiera sido la primera de sus luchas pol¨ªticas. Testigos presenciales de su ardimiento infatigable y ubicuo me contaban el itinerario exhaustivo que cada d¨ªa recorr¨ªa, seguramente con pocas esperanzas de lograr inasivas respuestas el d¨ªa de la elecci¨®n. Quiso torear este ¨²ltimo toro de su largu¨ªsima andadura como si fuera el de su alternativa, reci¨¦n otorgada. Tiene este pr¨®cer gallego de linaje materno vasco una cabeza de prodigiosa y vers¨¢til capacidad receptiva. Asimila con rapidez, almacena los datos con rigor memor¨ªstico, se asoma a las m¨²ltiples vertientes del entendimiento, es sincr¨¦tico en sus lecturas, otea el panorama del mundo exterior, escribe, lee, conversa, dicta. Devora los peri¨®dicos y revistas. Est¨¢ al tanto de lo que vierten los tickers informativos al minuto. Tiene publicados 50 libros y cientos de art¨ªculos. Las conferencias y discursos pronunciados por ¨¦l son incontables. Es una personalidad brillante, inquieta y arrolladora, con un talante quiz¨¢ excesivo, de dominio posesivo en su trato con los dem¨¢s.
Fue una de las piezas decisivas en el complicado escenario de la transici¨®n democr¨¢tica. Su papel, muchas veces olvidado, consisti¨® esencialmente en pastorear extensos sectores de la derecha conservadora hacia la aceptaci¨®n, no exenta de resignada conformidad, de los supuestos doctrinales que ya acept¨® desde la posguerra mundial la derecha europea de los pa¨ªses de la Comunidad y del Consejo de Europa.
Los principios democr¨¢ticos y las alternativas del sufragio como base de la reconciliada convivencia de los espa?oles fueron enarbolados por ¨¦l, en la dificil tarea de conquistar adeptos sinceros en las nutridas filas del autoritarismo de anta?o. Fue un ambicioso empe?o, en gran parte logrado, que sirvi¨® de modo eminente a la viabilidad pol¨ªtica de la monarqu¨ªa naciente.
Otro logro relevante suyo ha sido la tarea constitucional. Trazar las reglas del juego pol¨ªtico futuro, establecer las normas jurisdiccionales de los diversos poderes y el adecuado mecanismo de la fisiolog¨ªa del cuerpo institucional fueron objeto insistente de su trabajo tesonero y minucioso de estadista moderno. Redact¨® buena parte de nuestra Carta Magna y modific¨® con acierto no pocas versiones anteriores que su an¨¢lisis descubri¨® como incitantes al error o al equ¨ªvoco. Puede decirse que en la Constituci¨®n de 1978 se reflej¨® un prop¨®sito de transacci¨®n que respond¨ªa al profundo deseo de sus elaboradores. Y que entre ellos destac¨® de forma eminente la aportaci¨®n de Manuel Fraga. La entonces reci¨¦n ungida en las urnas Alianza Popular manten¨ªa bajo su liderazgo una activa presencia en el Congreso a trav¨¦s de su corta pero bien nutrida minor¨ªa de personalidades se?eras, dentro de un espectro derechista neto, frente a la todopoderosa formaci¨®n centrista. En las elecciones siguientes se form¨® la Coalici¨®n Democr¨¢tica de signo m¨¢s abierto y liberal.
Tuvo escaso ¨¦xito, y Fraga pens¨® seriamente en dimitir y renunciar al acta, de lo que le disuadimos sus compa?eros de esca?o. En las elecciones de 1982 logr¨® un ¨¦xito sensacional agrupando ante la marea victoriosa socialista a un centenar largo de diputados respaldados por m¨¢s de cinco millones de votos, mientras el edificio ucedero se ven¨ªa abajo con estr¨¦pito, al volar las minas colocadas para su autoderribo. Se habl¨® desde entonces hasta el d¨ªa de hoy del famoso techo que le imped¨ªa sobrepasar las fat¨ªdicas cotas num¨¦ricas desde las que se puede alcanzar la cima del poder con el mapa alpinista del profesor Hondt en la mano. ?Pero es realmente ese techo suyo o se trata m¨¢s bien del techo de la derecha conservadora que no da, estad¨ªstica- Pasa a la p¨¢gina siguiente Viene de la p¨¢gina anterior mente, m¨¢s de s¨ª? A un llamamiento electoral determinado s¨®lo responden los que se consideran aludidos. Por mucho que se reba?e el perol no hay m¨¢s cera que la que arde.
?Fraga se retira de la pol¨ªtica? Los hombres como ¨¦l, dedicados al inter¨¦s p¨²blico durante decenios, no desaparecen del escenario por voluntad propia. La opini¨®n los sigue escuchando y su irrefrenable vocaci¨®n los mantiene enhiestos hasta que la invalidez o la enfermedad clausura su ciclo vital. Ning¨²n pa¨ªs civilizado occidental deja marchar a quienes le han ofrecido su vida entera al Estado, prescindiendo de su rica experiencia y la suma: ingente de sus conocimientos jur¨ªdicos, administrativos y pol¨ªticos. A don Antonio Maura lo retir¨® la Corona del partido conservador por temor al encrespamiento de la izquierda din¨¢stica. Pero en las crisis graves que hubo de afrontar el Estado canovista en 1918, 1919 y 1921 volvi¨® de nuevo a empu?ar las riendas del Gobierno hasta que la dictadura acab¨® con el sistema constitucional. Por eso creo que la dimisi¨®n de Fraga no significa su retirada, ni su alejamiento de la vida p¨²blica espa?ola. La alternativa veros¨ªmil al socialismo desbordante ?puede beneficiarse de esa dimisi¨®n? Para lograr 8 o 10 millones de votos en las elecciones generales siguientes ?la eliminaci¨®n de Fraga supone la remoci¨®n de un obst¨¢culo? En cualquier caso, los votos est¨¢n ah¨ª, registrados en dos convocatorias: 1982-1984. Y ese gran bloque de electores seguir¨¢ siendo un sumando necesario para integrar cualquier operaci¨®n electoral con probabilidades, de ¨¦xito. Hace falta -se dice- un nuevo dise?o moderno, sugestivo, capaz de movilizar trozos sustanciales de opini¨®n para articular un relevo futuro al socialismo gobernante. Se agitan incluso modelos americanos y europeos como se?uelos atractivos dignos de imitaci¨®n. Pienso que en el seno de nuestro propio pa¨ªs hay que buscar las ra¨ªces de esa convocatoria futura. Noli foras ire. La estructura eficaz de esa alternativa es una exigencia de nuestro propio sistema constitucional. Sin esa rueda no puede andar el carro. Y para que funcione, el seguimiento popular de Manuel Fraga tambi¨¦n resulta necesario incorporarlo a la iniciativa.
Una etapa m¨¢s de la transici¨®n pol¨ªtica se cierra hoy con la dimisi¨®n de Fraga. Yo he querido rendir en estas l¨ªneas mi testimonio de amistad y admiraci¨®n a este gran luchador de la pol¨ªtica cuyos lejanos empe?os de apertura hacia una Espa?a democr¨¢tica no resultaron vanos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.