Marisa y Leo, las novelas rosas son negras
No ha vivido Paredes suficiente para saber que su editora en la ficci¨®n est¨¢ a punto de tener raz¨®n: la realidad est¨¢ mal vista, prohibida de facto en muchos sitios
Ha muerto Marisa Paredes, que dijo a este diario que presion¨® con una huelga de hambre a su padre para que le dejase ser actriz. Ella, hija de una portera que se llamaba Petra y de un empleado de una f¨¢brica de cerveza, pobres de posguerra, combati¨® el hambre con m¨¢s hambre hasta que su madre se apiad¨® de ella (y el padre de la chica entr¨® en raz¨®n cuando el jefe de su f¨¢brica alab¨® a su hija actriz: el jefe era Manuel Fraga porque Fraga fue todos los personajes del siglo XX). La huelga de hambre recuerda al padre de Manuel Alejandro, aquel creyente que hizo voto de castidad despu¨¦s de tener 10 hijos y voto de pobreza, ¡°que tampoco ten¨ªa que hacer mucho esfuerzo¡±. Las personas son extraordinarias y encuentran senderos impresionantes para explicarse a s¨ª mismas. Leo, la escritora que interpreta Marisa Paredes en La flor de mi secreto, entrega una de sus novelas rosas y se encuentra con la respuesta de su editora: ¡°Nuestra colecci¨®n se llama Amor Verdadero. ?C¨®mo se te ocurre venirnos con la historia de una madre que descubre que su hija ha matado a su padre despu¨¦s de que este intentara violarla; y que para que nadie se entere, la madre lo hiberna en la c¨¢mara frigor¨ªfica del restaurante de un vecino?¡±. Cuenta Paredes en la entrevista de Tom C. Avenda?o c¨®mo se inventaba la ropa para ir elegante (un cesto por sombrero), y remite de nuevo a la editora de Leo: ¡°Por ver y leer tanta realidad el pa¨ªs est¨¢ a punto de explotar. ?La realidad deber¨ªa estar prohibida!¡±. No ha vivido Paredes suficiente para saber que su editora est¨¢ a punto de tener raz¨®n: la realidad est¨¢ mal vista, prohibida de facto en muchos sitios. Interpret¨® a la mujer del coronel que no ten¨ªa quien le escribiese, esperando una pensi¨®n que no llegaba y que termin¨® comprando un gallo de pelea ante la estupefacci¨®n de su esposa, que le pregunt¨® qu¨¦ pasar¨ªa si el gallo perd¨ªa. ¡°Y si no gana, qu¨¦ comemos¡±. Garc¨ªa M¨¢rquez tard¨® meses en encontrar la palabra que pusiese punto final a su ficci¨®n sin saber que es la palabra con la que empieza la realidad: ¡°Mierda¡±.
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