Un Chabrol de transici¨®n
Los prol¨ªficos, a la larga, lo pagan caro. Y Chabrol, nuestro Claude Chabrol de los jueves, fue, y es, un prol¨ªfico y tuvo que sufrir en sus carnes infranqueables baches creativos, etapas de median¨ªa. Por supuesto que el refranero popular ya se encarga de recordar al desmemoriado que quien sabe, sabe; que quien tuvo, retuvo. Inocentes con manos sucias, asida en esa etapa de vuelos bajos, tiene buenos momentos Chabrol, est¨¢ tocada de la mano de un sensible y constante pu?etero que, con gracia ejemplar, mete sus narices -o, lo que es lo mismo, su c¨¢mara- en un recinto de intimidad y sabe dar doctrina sociol¨®gica y tesis psicol¨®gica. El detalle perspicaz, en Inocentes..., est¨¢ servido con la misma elegancia de otras ocasiones.Pero el resultado global se nos descubre a todas luces insuficiente. Hay, como hab¨ªa en La mujer infiel, Accidente sin huella o Al anochecer, apuntes minuciosos sobre la sociedad burguesa en que la historia de la pel¨ªcula se inscribe, una cierta dosis de cinismo y bastante humor, aunque sea un humor distanciado y glacial. Y hay tambi¨¦n, c¨®mo no, en esta historia triangular, un marcado acento de novela policiaca -de hecho, el filme se basa en un texto de Richard Neely-, que Chabrol utiliza a trav¨¦s de su habitual tratamiento hitchcockiano, del manido tema de falso culpable o, mejor dicho, de falsa v¨ªctima.
Inocentes con manos sucias se emite hoy a las 22
10 por TVE-2
Pero el ritmo falla. Cansino, de brillo intermitente, tedioso por momentos. S¨®lo Romy Schneider, en un papel poco grato, pero que ella resuelve espl¨¦ndidamente, salva la funci¨®n. En fin, un Chabrol de transici¨®n que cuenta con incondicionales.
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