Ha nacido una estrella
La presentaci¨®n mundial del int¨¦rprete polifac¨¦tico Ricardo Solfa, un nuevo nombre de la canci¨®n espa?ola, se celebr¨® el martes en la sala El¨ªgeme, de Madrid. Solfa interpret¨® composiciones del maestro Armando Llamado, misterioso y hasta ahora desconocido autor. De ellos rumorean lenguas viperinas oscuras conexiones con el desaparecido cantautor gal¨¢ctico catal¨¢n Jaume Sisa, que hace dos a?os se despidi¨® de su p¨²blico y del que se desconoce su paradero desde entonces.?Es en realidad Ricardo Solfa un antiguo cantante de boleros que se hizo en tiempos las rutas fluviales del Sena en barcos llenos de turistas y noct¨¢mbulos? ?Ser¨¢ Armando Llamado tan misterioso como su inquietante ausencia hace suponer? ?Acaso muri¨® realmente Jaume Sisa o se hizo definitivamente astronauta y se perdi¨® en la galaxia?
Ricardo Solfa
Con Armando Pelayo (piano) y Ricardo Ragut (teclados). Sala El¨ªgeme. Madrid, 9 de diciembre.
A lo largo de la noche fueron quedando claras algunas cuestiones, aunque al final resultara que las cosas estaban todav¨ªa, si cabe, m¨¢s oscuras que al principio. Ante lo visto y o¨ªdo, casi estoy en condiciones de afirmar que Ricardo Solfa nada tiene que ver con el desaparecido cantautor gal¨¢ctico catal¨¢n, pese a que se observe un cierto aire de familia entre ellos. Si acaso, la sedicente imaginaci¨®n del extinto Jaume Sisa, de encontrarse en alg¨²n sitio, se encontrar¨ªa m¨¢s bien tras la misteriosa figura del maestro Armando Llamado.
Hubo mucho de gui?o en la presentaci¨®n mundial de Ricardo Solfa, pero hubo adem¨¢s muchas otras cosas. Ante todo, un desaf¨ªo est¨¦tico como hace tiempo no se plantea en la m¨²sica popular espa?ola. Un desaf¨ªo que se mueve en todos los terrenos: en el creativo, buscando un lenguaje propio a partir de materiales considerados de derribo, y en el interpretativo, desarrollando una manera de cantar y de estar en escena que es propia y ajena a un tiempo, homenaje y parodia hermanados. Todo ello envuelto en el reto siempre dif¨ªcil y apasionante de ofrecerse ante el p¨²blico con una aparente sencillez que s¨®lo es simple en lo que se oye, pero que responde en realidad a un trabajo duro y minucioso que resuelve con brillantez.
Ricardo Solfa es un fantasma de la memoria surgido para instalarse al asalto en el trono de la modernidad. Por sus venas pasea la sangre de Antonio Mach¨ªn o Bonet de San Pedro, pero de su boca sale un mundo de rascacielos y amores por computadora. Es un insulto a la mediocridad.
Solitario en escena, acompa?ado tan s¨®lo por un pianista y un teclista, el gesto m¨ªnimo en las manos y una imp¨¢vida seriedad en el rostro, fue desgranando un ramillete de amores y desamores descritos con la imaginer¨ªa de la canci¨®n espa?ola en letras de contenida belleza, restallantes de l¨²dicas y l¨²cidas reflexiones sobre las cosas del vivir. Son los suyos pasodobles que no son pasodobles, habaneras que no son habaneras y boleros que no son boleros. Un juego de sombras que conduce de la mano a la fascinaci¨®n, realizado con la limpieza del malabarista y la pasi¨®n del enamorado. Un juego tan pleno que convierte en insustancial el que a veces se pueda echar de menos una base r¨ªtmica m¨¢s s¨®lida o que de cuando en cuando la sencillez sea casi espartana. Una muestra de inspiraci¨®n y rigor que remite, aunque se quiera evitar, a la sombra del otro, ese tercero siempre presente en la canci¨®n espa?ola de tron¨ªo. Ricardo Solfa, Armando Llamado y el otro compartieron escenario para proclamar a los cuatro vientos que ha nacido una estrella.
Babelia
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