Los ladrones de los grabados de Picasso conoc¨ªan la clave secreta para abrir la vitrina
Los ladrones de los cinco grabados de Pablo Picasso en el Museo Espa?ol de Arte Contempor¨¢neo (MEAC) sacaron las piezas de la vitrina utilizando una clave secreta. La sala en la que se encontraban expuestos est¨¢ fuera del alcance visual de las 12 c¨¢maras del circuito de televisi¨®n que cubre el museo. Esas im¨¢genes no son registradas en v¨ªdeo, y ninguno de los 16 vigilantes del centro ni los cuatro vigilantes de la empresa Protecsa, que diariamente se encargan de la seguridad de la pinacoteca, observ¨® ninguna anormalidad rese?able entre los 7.000 visitantes del domingo, fecha en la que supuestamente se produjo el robo.
La polic¨ªa segu¨ªa ayer sin encontrar pistas v¨¢lidas para localizar los grabados realizados por Picasso en el ¨²ltimo per¨ªodo de su vida y que, pertenecientes a una serie de cincuenta, llevan el n¨²mero 24/50. Las hip¨®tesis sobre los autores apuntaban hacia personas conocedoras de las instalaciones del museo y, concretamente, de la vitrina de supuesta alta seguridad dise?ada por Mil¨¢ en 1982 para una exposici¨®n de joyer¨ªa celebrada en estas salas. Muchos de los trabajadores del MEAC ya han sido interrogados por la polic¨ªa.Hip¨®tesis aparte, lo cierto es que el sistema de seguridad de este museo, instalado hace s¨®lo un a?o y presentado como uno de los m¨¢s completos, deja mucho que desear. Su red de protecci¨®n est¨¢ llena de fisuras por las que un profesional -puede que un simple aficionado- del robo puede colarse f¨¢cilmente y, lamentablemente, salir con algo m¨¢s de lo que llevaba puesto.
Al parecer, tanto las sospechas de los polic¨ªas que investigan el caso como los responsables del MEAC creen que el robo se produjo el pasado domingo. Este es el d¨ªa que mayor afluencia de p¨²blico registra el centro, afuencia que estos meses se ha visto incrementada por la exposici¨®n dedicada a los Picasso prestados por la viuda del pintor, que se exhiben en una de las salas temporales, situada en la planta baja del edificio.
Fuera de c¨¢mara
La exposici¨®n complementaria de esta otra muestra, dedicada a Picasso grabador, estaba ubicada en tres peque?as salas de unos 50 metros cuadrados, a la derecha de la planta principal inmediatamente despu¨¦s del lugar en el que los visitantes deben dejar sus bolsos y paraguas. Todo el movimiento que se registra en esa planta principal y en dos de las tres salas dedicadas a Picasso grabador es recogido por las c¨¢maras de televisi¨®n, pero la tercera sala, en la que se encontraba la vitrina con los cinco grabados, y tambi¨¦n la sala m¨¢s retirada del acceso central, queda fuera del campo de visi¨®n de las c¨¢maras.La actividad registrada en los 12 monitores es seguida desde un peque?o cuarto por un vigilante jurado de la empresa Protecsa, que a trav¨¦s de tel¨¦fono puede comunicar las incidencias que observe a sus otros tres compa?eros o a los 16 vigilantes que permanentemente est¨¢n distribuidos en el museo.
Este vigilante s¨®lo requiere la actuaci¨®n de sus compa?eros cuando observa una actitud peculiar en alg¨²n visitante. A lo largo del a?o que lleva en funcionamiento este sistema de seguridad s¨®lo ha actuado en dos ocasiones: para detener a un carterista que se acercaba demasiado a un grupo de visitantes y para sorprender a un exhibicionista que mostraba su desnudez ante un cuadro de Monet.
En un bolsillo
Las salas de la exposici¨®n de Picasso grabador fueron cerradas a las tres de la tarde del domingo. Lo m¨¢s probable es que a esa hora no hubiera ya nadie en la sala y que el ladr¨®n abriera la vitrina, que tan bien parec¨ªa conocer, metiera los cinco grabados en un bolsillo -sus dimensiones son de 15 por 21 cent¨ªmetros- y atravesara tranquilamente la sala principal para abandonar el edificio por la escalera central, confundido entre las personas que hac¨ªan cola para ver la exposici¨®n de Picasso de las salas exteriores y que, excepcionalmente, tiene sus puertas abiertas hasta las 19.00.En el caso, al parecer bastante improbable por lo innecesario, de que el ladr¨®n actuara cuando el museo tuviera cerradas sus puertas al p¨²blico, el sistema de seguridad del MEAC dispone de una alarma de infrarrojos que salta cuando se produce un movimiento en las principales puertas de acceso al edificio. En el supuesto de que el ladr¨®n quedara oculto en cualquier rinc¨®n y decidiera salir al d¨ªa siguiente, la alarma no hubiera funcionado. Ni suelos ni paredes cuentan con modernos detectores de movimientos extra?os.
Aurelio Torrente, director del museo, asegura que, seg¨²n las versiones recogidas, no se oy¨® ninguna se?al de alarma ni el vigilante jurado registr¨® movimientos especiales. Hasta las 8.15 del mi¨¦rcoles, hora en que funcionarios del museo proced¨ªan a desmontar la exposici¨®n, nadie hab¨ªa detectado nada. Los grabados no estaban asegurados, lo cual es habitual.
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