Responsabilidad en el oficio
Guillermo Cano era hijo de una familia de periodistas. Su abuelo, Fidel Cano, fund¨® hace ya casi 100 a?os el peri¨®dico El Espectador, considerado uno de los diarios m¨¢s independientes de Colombia.All¨ª, Guillermo Cano se hizo un hombre de prensa. Se inici¨® como redactor taurino, pas¨® luego por la informaci¨®n deportiva y por las p¨¢ginas culturales, para llegar finalmente a la redacci¨®n pol¨ªtica. Desde hace 35 a?os hab¨ªa asumido las riendas de El Espectador, reemplazando en la direcci¨®n a su padre, Gabriel.
Era un hombre sencillo, "el jefe amigo", como le recuerdan sus subalternos. Ten¨ªa la man¨ªa de pasearse por la sala de redacci¨®n y dar palmaditas en la espalda a sus colegas, mientras les regalaba consejos sobre c¨®mo asumir el oficio de periodista con responsabil¨ªdad. ?sta, tal vez, fue su mayor obsesi¨®n.
Durante a?os Guillermo Cano expres¨® sus opiniones a trav¨¦s de editoriales y de su columna dominical, Libreta de apuntes, considerada como una verdadera lecci¨®n de ¨¦tica period¨ªstica. En tono coloquial, planteaba su posici¨®n frente a los hechos m¨¢s importantes que afectaban a la vida nacional.
El narcotr¨¢fico fue una de sus mayores preocupaciones: "Nosotros vemos con angus
tiado desaliento c¨®mo avanza la narcocorrupci¨®n. La vemos, la sentimos cada vez m¨¢s due?a del pa¨ªs, de sus instituciones, de sus resistencias morales cada vez m¨¢s disminuidas", escribi¨® una vez.
Su posici¨®n de periodista dem¨®crata y consecuente le gan¨® la admiraci¨®n y el respeto, no s¨®lo en Colombia, sino en toda Am¨¦rica Latina. En varias oportunidades fue invitado especial a la Asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa y fue distinguido con el Premio Mergenthaler. A comienzos de este a?o hab¨ªa recibido el m¨¢ximo galard¨®n de la Prensa colombiana: el premio del C¨ªrculo de Periodistas de Bogot¨¢.
Guillermo Cano ue un hombre ¨ªntegro de prensa. Pas¨® su vida frente a una m¨¢quina de escribir, en los salones inmensos donde se escribe y se imprime el diario El Espectador. Por eso el velatorio y las honras f¨²nebres se realizaron all¨ª mismo, junto a las m¨¢quinas de escribir y de las rotativas, en la zona industrial de Bogot¨¢.
Era un hombre confiado -se lamentaban sus amigos-; nunca us¨® guardaespaldas yjam¨¢s cambi¨® su rutina. Por eso fue f¨¢cil para los verdugos asesinar el mi¨¦rcoles, a las 19.15, a este gran periodista colombiano de 61 a?os.
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