El eterno viajero
El concierto de Moris fue una mezcla de estilos tan desconcertante como las propias canciones del argentino, uno de los primeros cantautores en lengua castellana que han elegido el lenguaje del rock como forma de expresi¨®n y que, como tantos otros, navega con desiguales resultados.Con la voz de Moris en primer¨ªsimo plano, para que los textos de sus canciones fueran inteligibles, el cuarteto que le acompa?¨®, en el que destaca Rafael Foky, se mantuvo casi en la sombra, y su labor qued¨® empa?ada por el distanciamiento del cantante, impidi¨¦ndoles desarrollar su trabajo con la energ¨ªa que precisa el rock. Podr¨ªan ser los perfectos acompa?antes de un cantante sin el planteamiento esc¨¦nico de Mor¨ªs, que necesita fuerza, garra y presencia de sonido.
Moris
Concierto de Moris (voz y guitarra), Daniel Henestrosa (guitarra), Rafael Foky (bajo), Tony Garc¨ªa (teclados) y Fernando Berm¨²dez (bater¨ªa). Sala Universal. Madrid, 19 de diciembre.
Las canciones que interpret¨®, grabadas para la posterior edici¨®n de un disco, fueron un repaso de su carrera, iniciada hace 20 a?os, con la novedad de algunos estrenos que contin¨²an su l¨ªnea de textos realistas y comprometidos y pierden algo de su fuerza por lo evidentes.
El argentino fue el primero en hacer que Madrid fuera el tema central de canciones; nadie olvida que abri¨® camino. Reincidir sobre este protagonismo, aunque ahora se circunscriba a Cuatro Caminos o la plaza de Castilla, parece superfluo. Muchas de estas canciones parecieron superficiales porque resulta poco cre¨ªble ver a un cantante veterano con chuletas tama?o folio para recordar aquello que debe salir de dentro e interpretarse para alcanzar la necesaria emoci¨®n.
El concierto alcanz¨® sus mejores momentos cuando Moris se hizo cargo de la guitarra, en algunas baladas y en cl¨¢sicos como S¨¢bado noche o Zapatos de gamuza azul, con el acompa?amiento en los coros de Rub¨ª, I?aki (Glutamato Ye-ye) o Hermes Calabria (Bar¨®n Rojo), que tendieron la mano al amigo en un concierto desigual, en el que destac¨® la voz y buenos deseos del bonaerense, insuficientes para redondear esa gran actuaci¨®n que necesita para dejar de ser el eterno viajero. Cuando se decidi¨® a introducirse en terrenos del rock and roll ortodoxo, el p¨²blico, en el que abundaban los compatriotas, respondi¨® bien.
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