Polonesa
POLONIA PRESENTA un caso excepcional en el conjunto de los pa¨ªses del bloque sovi¨¦tico. La amnist¨ªa para los presos pol¨ªticos dictada por el general Jaruzelski en septiembre pasado ha agrandado a¨²n m¨¢s las diferencias entre lo que pasa en la URSS y en otros pa¨ªses del Este y la actualidad de Polonia. Intelectuales, ant¨ªguos dirigentes sindicales que no esconden su oposici¨®n al r¨¦gimen dominante, e incluso la expresan en peri¨®dicos occidentales, siguen viviendo en conocidos domicilios. Una situaci¨®n semejante ser¨ªa inimaginable en la URSS, pese a lo que pueda significar la reciente liberaci¨®n de Andrei Sajarov de su exilio en Gorki, pero donde sigue habiendo tantas personas encarceladas por delitos de opini¨®n. Peri¨®dicos clandestinos se publican si no con la autorizaci¨®n s¨ª con el conocimiento de las autoridades en Polonia que poco hacen para abortar su comercio, y circulan libros y casetes con creaciones de inspiraci¨®n radicalmente contraria a la ideolog¨ªa oficial. Los dirigentes de Solidaridad se re¨²nen, y hasta ahora no se ha producido ning¨²n encarcelamiento,, aunque portavoces del Gobierno han amenazado con el retorno a la represi¨®n activa si las actuaciones de la oposici¨®n amplian su abanico.Lech Walesa y otros dirigentes de Solidaridad insisten en la necesidad de ese di¨¢logo entre el Gobierno y la sociedad, lo que supondr¨ªa para el poder tanto como admitir la existencia de un cierto pluralismo e incluso de alg¨²n tipo de oposici¨®n. El Gobierno se niega a avanzar por esa v¨ªa, pero la situaci¨®n actual no tiene salida. La condici¨®n de la econom¨ªa es absolutamente catastr¨®fica, empuja a la necesidad de alg¨²n tipo de colaboraci¨®n que despierte cierta esperanza de futuro entre los ciudadanos. La productividad es baj¨ªsima. El aparato industrial envejece de forma alarmante. Las condiciones de vida de la mayor¨ªa de la poblaci¨®n han experimentado un retroceso con respecto a los datos de 1981, cuando se produjo la implantaci¨®n del estado de sitio y el general Jaruzelski asumi¨® todos los poderes. Los nuevos sindicatos son un mero aparato estatal, despreciado por los trabajadores. Si las cosas no cambian, la progresiva decadencia econ¨®mica marginar¨¢ a Polonia de los niveles de desarrollo incluso de los pa¨ªses del este de Europa.
Jaruzelski no ignora los problemas a los que tiene que hacer frente y trata de encontrar f¨®rmulas de interesar a los que est¨¢n fuera del r¨¦gimen pero no contra ¨¦l. Para ello se ha creado un consejo consultivo de 56 miembros en el que han entrado personalidades independientes; entre ellos algunos intelectuales que han sido consejeros de Solidaridad.
Las funciones de ese comit¨¦ consultivo son muy vagas, y ello facilita que en la oposici¨®n se hayan manifestado varias actitudes: unos acogen la medida como un paso positivo y la apoyan; en el otro extremo, hay quienes consideran que es un enga?o y que solamente servir¨¢ a Jaruzelski para dividir a los opositores; y en el centro est¨¢n los posibilistas cr¨ªticos, que no conceden gran cr¨¦dito a ese paso y creen que refleja la debilidad del r¨¦gimen.
Al crear este comit¨¦, Jaruzelski reconoce el fracaso del llamado Frente Patri¨®tico de Renacimiento Nacional, que intent¨® formar cuando estaban encarcelados los principales representantes de la oposici¨®n. La existencia del nuevo comit¨¦ supondr¨ªa una dificultad a?adida para el Gobierno en el caso de que decidiera recuperar los modos de una pol¨ªtica directamente represiva contra la disidencia.
La jerarqu¨ªa cat¨®lica no ha querido estar representada como tal en el comit¨¦, pero ha aconsejado a ciertos intelectuales cat¨®licos muy vinculados a ella que acepten figurar en ¨¦l. Con ello, la Iglesia se coloca a la vez dentro del comit¨¦ y fuera del mismo. Obtiene as¨ª una carta importante de cara al pr¨®ximo viaje del general Jaruzelski a Roma. Hay que tener en cuenta que la destrucci¨®n por el Gobierno polaco, que se llama socialista, de un movimiento obrero gigantesco -Solidaridad lleg¨® a contar con diez millones de afiliados- ha reforzado el papel de la Iglesia, que hoy es el puente esencial entre el poder y la sociedad.
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