Los espa?oles conf¨ªan en el futuro
EL DISE?O del espa?ol como un ciudadano con tendencia al conformismo y con un relativo sentido de esperanza en el futuro sorprender¨¢ a quienes a¨²n mantienen la vieja idea de su ingobernabilidad o el t¨®pico del individualismo, la rezongoner¨ªa o el resabio. Sin embargo, as¨ª aparece retratado en la encuesta encargada por EL PA?S en el momento de terminar el a?o, y cuyas conclusiones se publican en este mismo n¨²mero. Incluso en los datos de las fiestas de Navidad y Fin de A?o -anecd¨®ticos probablemente, pero que a?aden luces y sombras al retrato-robot- hay una constancia de fidelidad a la tradici¨®n, con las l¨®gicas diferencias por grupos de edad e ingresos, que dejan el modelo convenientemente fijado. El dato b¨¢sico de la encuesta, que se?ala que el 70% de los espa?oles se dispone a entrar en 1987 con confianza, mientras que s¨®lo el 10% admite hacerlo con temor, basta para consignar una imagen m¨¢s risue?a que la tradicional estampa hosca del ciudadano de este pa¨ªs. En conjunto, lo m¨¢s esperanzador de la encuesta es que sus resultados son l¨®gicos, sin contradicciones flagrantes entre los deseos ¨ªntimos y los comportamientos externos. Ello indica seguramente una creciente maduraci¨®n de la sociedad espa?ola, m¨¢s acorde con la modernidad europea que con los atavismos tradicionales.La integraci¨®n institucional y democr¨¢tica es notoria en Espa?a si tenemos en cuenta que nuestro sistema est¨¢ basado en una figura emblem¨¢tica constante, la del Rey, y que esa figura se mantiene con firmeza en la ideaci¨®n de la enorme mayor¨ªa, con rasgos que se caracterizan como cordiales, y que la misma forma de la democracia requiere que la aceptaci¨®n de la pol¨ªtica pase por una vigilancia cr¨ªtica de la clase de los pol¨ªticos. Los datos que oscilan entre muy buena y regular, acerca de la situaci¨®n pol¨ªtica espa?ola, superan notablemente a los de mala o muy mala (64% contra 23%). En la opini¨®n de los espa?oles convive el aprecio por las instituciones democr¨¢ticas con posiciones cr¨ªticas y de mayor exigencia respecto a la eficacia en la gesti¨®n a los pol¨ªticos. Las intenciones de voto de los ciudadanos no han cambiado sensiblemente desde las ¨²ltimas elecciones legislativas.
Indudablemente hay una correlaci¨®n entre este relativo conformismo te?ido de tenue optimismo y la situaci¨®n econ¨®mica que vive el pa¨ªs, percibida como buena en t¨¦rminos generales. En ese campo, la pregunta m¨¢s importante de la encuesta inquiere acerca de la econom¨ªa dom¨¦stica. Se duplica con respecto a 1983 la cifra de los que estiman que la situaci¨®n ha mejorado, con una constante de ascenso; sube la de los que estiman que no ha cambiado, y, en consecuencia, desciende en buenas proporciones la de los que han ido a peor. Las esperanzas de mejor futuro son tambi¨¦n bastante notables. Y no son malos los datos acerca de la idea que cada uno se hace no ya de su situaci¨®n personal, sino del porvenir econ¨®mico del pa¨ªs.
La parte oscura de la interpretaci¨®n de los datos de esta encuesta se refiere sobre todo a que el conformismo que refleja pueda llegar a acentuarse en la mentalidad c¨ªvica de los espa?oles hasta extremos de inercia o pasividad. La idea de que el Estado es el responsable de todos los ciudadanos y que de ¨¦l deben esperarse las soluciones para todos los problemas predomina muy notablemente sobre la idea del ciudadano como responsable de sus propios problemas y la necesidad de enfrentarse con ellos por sus propias iniciativas. Esta opini¨®n contradice otra vez el t¨®pico del espa?ol como ser individualista y ¨¢crata. Pero lo contradice demasiado, hasta el punto de que puede pensarse que esa reacci¨®n ante el poder¨ªo patemalista del Estado procede de la nostalgia de situaciones anteriores, en que el ejercicio de la libertad no s¨®lo era tutelado, sino que llegaba a ser inexistente.
El bosquejo general del espa?ol -que se lamenta sobre todo de la falta de tiempo, pero que est¨¢ satisfecho del cari?o que le prestan los dem¨¢s y de la media de salud que tiene; que recibe con acomodo y con menos reservas que las de rigor la estabilidad pol¨ªtica; que desea un Estado m¨¢s interventor; que cree en el futuro de la econom¨ªa- es, en general, bastante satisf¨¢ctorio. Y delicado, Hay que tener cuidado con ¨¦l: una decepci¨®n repentina podr¨ªa ser terrible porque el tejido social no parece tan s¨®lido como para reponerse en seguida. Aun as¨ª, el espa?ol parece constituir, contra lo que afirma el lugar com¨²n, una de las materias humanas m¨¢s gobernables del mundo occidental.
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