1987
Parece que fue ayer cuando llenos de miedos y presagios nos dedicamos a una extensa y atribulada especulaci¨®n sobre 1984. Entre Orwell y Nostredamus se hab¨ªan empe?ado en amarganos los pocos a?os que nos quedan del segundo milenio. De hecho las celebraciones pla?ideras de ambos profetas s¨®lo sirvieron para que la industria cultural explotase el fil¨®n, se reeditasen las obras de Orwell y Nostradamus hasta convertirse en pesadillas de escaparate y los columnistas de peri¨®dicos tuvi¨¦ramos un tema de qu¨¦ hablar, lo que siempre es de agradecer.De toda aquella movida escatol¨®gica s¨®lo ha quedado una cierta recuperaci¨®n lectiva de Orwell y un libro de mermeladas y confituras de Nostredamus, pintoresco monumento intelectual a la gula a?eja y demostraci¨®n palpable de que tambi¨¦n para un gafe como Nostredamus las penas con pan eran menos penas. Los a?os se han sucedido, empuj¨¢ndose los unos a los otros, cargados de expectativas especiales y hete aqu¨ª que llega 1987 sin ning¨²n signo relevante a priori. Comparemos todo lo que esper¨¢bamos de 1986 (Mercado Com¨²n, OTAN, elecciones generales, el retorno de la Pantoja, la uni¨®n de cuerpos y almas de Miguel Boyer e Isabel Preysler, los campeonatos del mundo de f¨²tbol, las Olimpiadas, el procesamiento de Pujol) y lo poco que esperamos de 1987: apenas si unas elecciones municipales y que podamos seguir empobreci¨¦ndonos -colectivamente. con dignidad.
Hasta los astros bostezan casi tanto como los paisanos y ya me veo yo a Herrero de Mi?¨®n ti?¨¦ndose el cabello de verde loro o a F¨¦lix Pons con un pendiente en la oreja izquierda para distraer al personal y mantener en juego esa chucher¨ªa del esp¨ªritu llamada posmodernidad que en Espa?a ha corrido a cargo del presupuesto general y cultural del estado. No es que pida un a?o inquietante. Prefiero el tedio a pasadas juergas a La Mayor Honra y Gloria de la esencia de Espa?a. Simplemente constato que he abierto un nuevo calendario y ¨¦l y yo casi no sabemos qu¨¦ decirnos. .
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