El circo
Acr¨®batas, malabaristas, payasos, equilibristas, domadores tra¨ªan a los ni?os y a las almas ingenuas el asombro, la fascinaci¨®n, la risa o el temor desde el c¨ªrculo m¨¢gico de la pista. Pero, cuando, como dijo Cocteau, "ya no se cree ni en los prestidigitadores", la carpa del circo se ha desmoronado, arrastrando en su ca¨ªda hasta la gr¨ªmpola cimera. El circo est¨¢ en decadencia, no por falta de buenos artistas -los hay excelentes-, sino por falta de p¨²blico entusiasta, que prefiere otros espect¨¢culos con m¨¢s decibelios. Todo ocurre porque la gente cree estar en el secreto de las cosas, que sabe lo que pasa, sin darse cuenta de que el mundo es m¨¢s misterioso que nunca y el avance de la ciencia s¨®lo ha hecho retroceder el horizonte y nos ha dejado a la misma distancia que antes del enigma.Yo tuve la suerte de asistir, a¨²n de ni?o, a un buen circo: el circo de Price, en la madrile?a plaza del Rey. ?C¨®mo reluc¨ªa el S¨¢bado de Gloria en que Mon sieur Leonard, con su frac impecable, presentaba los nuevos n¨²meros de su programa a un p¨²blico alegre y elegante! All¨ª vi a unos de los ¨²ltimos payasos espa?oles, Rico y Alex, en su pantomima de la m¨¢quina de fabricar mujeres. El clown -Rico- echaba los ingredientes, mov¨ªa las palancas, pulsaba los botones y... sal¨ªa del artefacto una mujer despampanante. Alex, el payaso, asombrado, cuando su compa?ero abandonaba la pista, se pon¨ªa a manejar el aparato, echaba mal los ingredientes -"M¨¢s masa, m¨¢s masa", ped¨ªa con su voz cascada- y se quedaba desolado al ver salir una horrible y gorda harp¨ªa en lugar de la f¨¦mina estupenda que ¨¦l esperaba. All¨ª vi tambi¨¦n a Einaudi, prodigioso calculista; a Blacam¨¢n, el faquir de la larga cabellera, y a la troupe de los M¨¦ndez, una de las mejores familias de acr¨®batas que en el mundo han sido. Un t¨ªo abuelo m¨ªo, de quien s¨®lo conservo la instant¨¢nea sernivelada de un d¨ªa que le visit¨¦ del peque?o, alma c¨¢ndida y generosa seg¨²n me dijeron despu¨¦s perdi¨® su fortuna patrocinando la venida a Madrid de grandes artistas de circo, como aquel checoslovaco que tocaba el clarinete con el culo. Los qu hayan visto la pel¨ªcula de Berg man Fanny y Alexander recordar¨¢n un personaje que tambi¨¦n utiliza esa curiosa capacidad intestinal. Y siempre que coincido en una ciudad con el paso de un circo ambulante no dejo nunca de asistir a la funci¨®n para sumirme en ese extra?o ambiente de los artistas peregrinos que recorren los caminos del mundo llevando siempre las mismas historias: la tristeza del que r¨ªe, la tragedia del acr¨®bata roto una noche de descuido, la muerte del elefante m¨¢s inteligente.
No es azar que el pa¨ªs m¨¢s conservador de la Tierra, esto es, la Rusia sovi¨¦tica, sea el ¨²nico donde se conserva la tradici¨®n del circo con muy notables artistas, particularmente los payasos, que logran hacer re¨ªr a sus sobrios ciudadanos.
No es l¨ªcito en Espa?a ha blar sobre el circo sin contar con Ram¨®n G¨®mez de la Serna, que le dedic¨® uno de sus m¨¢s maravillosos libros, con esa especial afinidad de los tas con los artistas de circo, porque act¨²an en el gran circo de la vida con mayor riesgo que el del espect¨¢culo, sin red ni jubilaci¨®n, porque la Seguridad Social de todos los Estados los considera unos bromistas. He aqu¨ª algunas de sus greguer¨ªas circenses: "Esos caballos de circo parecen, m¨¢s que domados libres, escapados, en libertad en la plazoleta del bosque lleno de luna, en su noche fren¨¦tica" "Los caballos del circo, cuya piel reluce como una chistera, son los caballos de Neptuno y son hijos de un caballo de carreras y una yegua de cami¨®n, cuyo ideal era el caballo de oros". "El elefante en el circo representa las edades antediluvianas porque fue el ¨²nico animal que, so bre lajirafa, pudo sacar la trom pa sobre las aguas del diluvio universal y no ahogarse del todo... Es un animal sin gracia porque, pudiendo tener el gesto elegante de rizarse los colmillos, nunca lo hace". "En el circo todos volvemos al para¨ªso primitivo, donde hemos de ser m¨¢s justos, ingenuos y tolerantes". Se nombr¨® ¨¦l mismo en 1925 "cronista oficial del circo", y los artistas del Circo Americano, que actuaba entonces en Madrid, quisieron celebrarlo con una funci¨®n de gala en su honor. Ram¨®n agradeci¨® el homenaje vestido con un frac hilvanado y con las etiquetas del sastre a¨²n pegadas, sentado en un trapecio, elevado levemente sobre el suelo, "porque as¨ª realizo con franqueza lo que muchos oradores hacen sin darse cuenta: columpiarse", desde donde pronunci¨® un largo discurso, que terminaba con estas palabras:
"La so?ada paz universal se firmar¨¢ en un gran circo, una de esas noches en que sobre la alta cuca?a humana se desplieguen todas las banderas en verdadera confraternidad. La gente, al fin, se dar¨¢ cuenta del sentido humor¨ªstico de la vida y la gran farsa caprichosa y disparatada del mundo encontrar¨¢ su sincero sentido y su estilo verdadero".
Es muy de agradecer que el Banco de Bilbao se haya sacado de la manga, como un buen prestidigitador, esa exposici¨®n, que acaba de inaugurarse en Madrid, de la historia y las im¨¢genes de ese que se ha llamado "el mayor espect¨¢culo del mundo" y que ahora parece retroceder a sus modestos or¨ªgenes medievales con los titiriteros y saltimbanquis que en la explanada del Centro Pompidoti y en otras ¨¢goras de nuestro propio pa¨ªs hacen sus volteretas y cabriolas.
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