Trampa de la droga
Despu¨¦s de seis a?os de ocuparme de los temas internacionales sobre la droga, me alegra que EL PA?S, en su editorial Disparando coca¨ªna, del s¨¢bado 20 de diciembre, cambie su actitud permisiva y contemporizadora, aceptando el uso de la droga como inevitable o mal menor.He escrito en ese diario que el tomar hach¨ªs en la forma concentrada del mercado, sorber coca o inyectarse, empujan irreversiblemente al adicto a ser un antisocial dentro de un plazo mayor o menor. La droga, a diferencia del alcohol, no se elimina. Se acumula en el sistema nervioso central y entontece al adicto, llev¨¢ndole sin remisi¨®n a obrar violentamente contra cualquier obst¨¢culo con el fin de librarse del s¨ªndrome de abstinencia y obtener la droga ansiada.
El adicto en abstinencia no teme a la muerte ni al dolor y ataca con fuerza a las cosas y a las personas.
EL PA?S era, en cierta medida, el portavoz, a trav¨¦s de colaboradores muy afamados, de arbitrismos tales como la universalizaci¨®n y abaratamiento de la droga para remediar estos actos de violencia hacia su posesi¨®n. Ya ha habido quien ha deseado abolir el derecho de propiedad para conseguir una sociedad igualitaria, y este experimento acab¨® al pasar a ser el Estado el propietario de todos los bienes individuales y colectivos de la sociedad, incluso el derecho de hablar y de opinar. No caiga EL PA?S en tan burda trampa. Defienda el derecho del hombre en su totalidad, incluidos aquellos que ser¨¢n inevitablemente atacados por los buscadores de drogas.
Hay medios de convencer a los nuevos usuarios, j¨®venes en su mayor¨ªa, del riesgo que entra?a la adicci¨®n. Si tuvieran bien claro que un producto les enfermase de c¨¢ncer de manera inmediata, pocos adictos a tal producto surgir¨ªan.
Y, finalmente, para hablar de los grandes traficantes, en efecto fue una mala sentencia la que autoriz¨® la vuelta al emporio de la droga de los dos capos colombianos. Las consecuencias las hemos visto en los ¨²ltimos asesinatos de los periodistas del hermano pa¨ªs.-
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