Un Madrid en plena convalecencia venci¨® al Zadar
El Real Madrid convalece. Ayer fue a la cancha en parihuelas. ?Qui¨¦n las sostiene? Posiblemente, s¨®lo Romay. La victoria de ayer poco puede servir de reconstituyente; lo mejor que pueden hacer es olvidarla, no recrearse en ella y s¨®lo disfrutar del mero hecho de que siguen adelante en la competici¨®n europea. Corbal¨¢n fue ayer el jugador m¨¢s l¨²cido. Quiso aplicar jarabe a sus compa?eros, pero sus expresiones eran lo suficientemente elocuentes como para hacer pensar que la soluci¨®n no apareci¨®.Corbal¨¢n quiso hacer jugar al equipo con ritmo, a peque?as dosis; primero, despacio, paso a paso, siguiendo sistemas y, luego, si era posible, despertar la necesaria velocidad. Todo empez¨® m¨¢s o menos as¨ª hasta que Spriggs hizo de las suyas, y algunas bien, aunque sea posible que mucha gente tenga un acceso de taquicardia cada vez que tome la pelota. La entidad del Zadar se vio r¨¢pidamente limitada al poder intimidador de Vrankovic. Cuando se sent¨® un breve lapso de tiempo, el Madrid cogi¨® 18 tantos de ventaja y dio la impresi¨®n de tener resuelto el partido. No fue as¨ª, porque el equipo convalece.
Por ello, no era del todo impensable que cualquier reacci¨®n del Zadar pudiera sembrar el p¨¢nico en los madridistas como sucedi¨® en la reanudaci¨®n, cuando, entre Popovic y Matulovic, consiguieron ocho triples que sirvieron para forzar un empate (69-69) a falta de siete minutos. Al Real Madrid le salv¨® el hecho de que Vrankovic estaba muy limitado con cuatro personales durante toda la segunda parte. Ello, unido a alguna ayuda arbitral, sirvieron de muletas y el Madrid pudo sostenerse hasta el final. El p¨²blico, agradecido, se preguntaba c¨®mo hab¨ªa sido posible que el Zadar le arrebatara la Liga al Cibona.A excepci¨®n de Romay, quien est¨¢ a punto de firmar otra renovaci¨®n de urgencia, y de la frialdad de Corbal¨¢n, el equipo acus¨® varios males. Lolo S¨¢inz mostr¨® mucho miedo porque mantuvo a un quinteto cuando el partido hubiera necesitado de algunos cambios. Le daba miedo tocar al equipo, no se cayera por una sustituci¨®n. Luego, Iturriaga, m¨¢ximo anotador s¨ª, pero escondi¨¦ndose en decisiones ofensivas. El equipo necesita a un Iturriaga m¨¢s decidido y m¨¢s solvente. Branson, un americano que ¨²ltimamente s¨®lo aparece en escena en los momentos m¨¢s f¨¢ciles, o cuando su par est¨¢ cansado porque es mayorcito (Obad) o cuando est¨¢ cargado de personales (Petranovic).Y Spriggs, finalmente, un jugador inestable, que ha desestabilizado el equipo. Pero, tambi¨¦n, un ser humano algo maltratado en la vor¨¢gine elitista de la plantilla madridista. Spriggs hace demasiadas locuras -hay gente en la grada que saca las manos creyendo que va a recibir un pase de Spriggs-, pero seguramente jugar¨ªa mejor, o ser¨ªa m¨¢s rentable, si los t¨¦cnicos estuvieran m¨¢s encima de ¨¦l. La ¨²nica aspiraci¨®n posible a estas alturas es hacer que haga menos cosas mal, que disemine sus excesos. Con los dedos de una mano pueden contarse las veces en que funciona la situaci¨®n de tres postes; en la mayor¨ªa de las ocasiones s¨®lo existe una aglomeraci¨®n desordenada que ofrece la falsa impresi¨®n de que falta un jugador, que alguien se ha sentado en el banquillo sin permiso. Spriggs, por ejemplo, demuestra grandes cualidades para entrar a canasta, atraer a m¨¢s de un defensor y dar una asistencia letal. Pues se aprovecha poco.
As¨ª que el Madrid es un equipo despersonalizado, que ni defiende ni ataca, ni coge muchos rebotes ni juega al contraataque, ni sigue sistemas, ni hace juego libre. Y tampoco es que no haga nada, pero desde luego es dif¨ªcil que haga menos. Ayer, el Zadar daba pena, pero ello aumentaba la que daba el Madrid.
La jornada europea se complet¨® con los siguientes resultados: Orthez, 78; Maceabi, 77; Tracer, 75; Zalgiris, 71.
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