La literatura del periodismo
Entre quienes, m¨¢s o menos profesional o habitualmente, damos a conocer en p¨²blico nuestros escritos, la general y corriente convenci¨®n de saludarse con una pregunta acerca del respectivo estado de salud suele ir seguida de otra tambi¨¦n convencional acerca de la actividad literaria en que de momento se encuentra cada cual empe?ado. A ¨¦sta, mi respuesta en los d¨ªas que corren viene a ser algo as¨ª como "Pues... ya lo ves, colega: escribo alg¨²n que otro art¨ªculo period¨ªstico".Hablando de ello con uno de esos colegas, se nos plante¨® la cuesti¨®n del sentido que pueda tener un g¨¦nero de literatura consistente en el comentario de la actualidad, y desde ah¨ª, el tema de la relaci¨®n existente entre actualidad y literatura, o, en t¨¦rminos de mayor alcance, el de la relaci¨®n entre cualquier obra art¨ªstica, que por su ¨ªndole esencial aspira (aunque en vano) a eterna perduraci¨®n, y las ef¨ªmeras circunstancias temporales dentro de las que por ineludible necesidad se produce.
?A qu¨¦ aspira quien escribe art¨ªculos para las volanderas hojas de la Prensa diaria? El autor de un poema heroico o de una novela pretende dotar a su esfuerzo creativo de virtud perenne; pero quien escribe un art¨ªculo, ?a qu¨¦ aspira? Por supuesto que los m¨®viles de la actividad literaria pueden ser muy diversos, y concurrir varios de ellos entre s¨ª. Ocurrir¨¢ incluso en ocasiones que el est¨ªmulo principal y m¨¢s imperioso en el ¨¢nimo del escritor resulte ser en ¨²ltima instancia el menos importante, y alguna poes¨ªa de circunstancias, alg¨²n epitalamio o endecha, vaya a perdurar por siglos en la antolog¨ªa. Pero por lo general puede entenderse que el articulista se propone ante todo influir con sus ideas y punto de vista sobre los de su lector, al mismo tiempo que obtienen un precio por su colaboraci¨®n en el peri¨®dico, y s¨®lo acaso de modo secundario, instrumental o adjetivo, elaborar un texto de calidad est¨¦tica. M¨¢s a¨²n: esta calidad est¨¦tica deber¨¢ en su caso contribuir al efecto persuasivo del art¨ªculo, reforz¨¢ndolo mediante los recursos estil¨ªsticos de la expresi¨®n.
De este modo, el art¨ªculo period¨ªstico nace estrechamente ligado a la ocasi¨®n que le da tema, y queda atado as¨ª a la temporalidad hist¨®rica. Sin embargo, cuando este producto de lo transitorio ha surgido de la pluma de un escritor cuya obra de creaci¨®n po¨¦tica alcanza trascendencia mayor puede salvarse del olvido por referencia a ella, en cuanto sirva para aclarar algunos de sus significados, o para iluminar alg¨²n detalle de su elaboraci¨®n, o -en otro aspecto- para perfilar desde ¨¢ngulos diferentes la personalidad misma del autor. Y tambi¨¦n cabe que la literatura de pura imaginaci¨®n o de intenci¨®n est¨¦tica preste algo de su pretendida durabilidad al art¨ªculo dedicado en el momento de su publicaci¨®n a comentar cr¨ªticamente el libro reci¨¦n aparecido o el drama reci¨¦n estrenado: los art¨ªculos del cr¨ªtico Clar¨ªn (quien, por otra parte, era un creador literario de primer plano) sobre diversas obras; de su actualidad, adem¨¢s del inter¨¦s intr¨ªnseco que el ser suyos les confiere, quedan adheridos a la historia de la recepci¨®n y valoraci¨®n que en su d¨ªa tuvieron tales obras, ya incorporadas al cat¨¢logo de la literatura nacional o universal.
Clar¨ªn, como en seguida Unamuno, insisti¨® mucho y de manera enf¨¢tica en afirmar que sus continuos trabajos de colaboraci¨®n period¨ªstica eran forzados por la dura necesidad de equilibrar un parco presupuesto dom¨¦stico, completando el sueldo de catedr¨¢tico con los ingresos que ellos le procuraban, y tampoco falta el ejemplo de escritores de merecida reputaci¨®n cuya ¨²nica fuente de subsistencia reconoce el mismo origen. La sociolog¨ªa de la literatura ha investigado y suministira reveladores datos, particularmente en Francia, pero tambi¨¦n los hay en nuestro pa¨ªs, sobre los medios de vida de los literatos, mostrando la dependencia de muchos entre ¨¦stos, eminent¨ªsimos algunos, de los recursos econ¨®micos proporcionado s por la imprenta. Esta dependencia del precio obtenido por trabajos forzados de car¨¢cter literario suele considerarse da?osa para su calidad, pero no debi¨¦ramos estar demasiado seguros de que siempre sea as¨ª. Como en tantas otras cosas, aqu¨ª la generalizaci¨®n puede no ser v¨¢lida. Acaso la pres15n para producir un texto, y aun la urgencia, estimule el ingenio y corrija la enervante pereza mental a que el descuido cotidiano invita. Ser¨¢ en todo caso segun los temperamentos, las disposiciones an¨ªmicas de cada cual. Es, por otra parte, lugar com¨²n bastante cuestionable el de que las circunstancias apretadas, aflictivas y crueles sean la condici¨®n de donde brota. la literatura excelente, y porque Cervantes declarase que El Quijote fue engendrado -que no escrito, ?cuidado!- "en una c¨¢rcel, donde toda incomodidad tiene su asiento y donde todo triste ruido hace su habitaci¨¦n", habr¨¢ quienes piensen y sostengan la conveniencia de pasar una temporadita en la mazmorra para ver si a uno se le ocurre emularlo con una obra genial. En el extremo opuesto, tambi¨¦n los habr¨¢ que para engendrar y parir escritos dignos de aspirar a la consagraci¨®n del Premio Nobel crean indispensable incubarlos, como lo hac¨ªa Juan Ram¨®n Jim¨¦nez, aisl¨¢ndose del mundo entre paredes acorchadas.
Pero bajando ahora de nuevo desde la poes¨ªa sublime a la prosa (del art¨ªculo period¨ªstico, hemos de tener en cuenta -y para ello nos bastar¨¢ invocar tan s¨®lo el nombre de Larra- que algunas piezas de este g¨¦nero han ganado fama imperecedera, para su autor, mejor que otros empe?os m¨¢s forzados y arduos, de su caletre, pero, no obstante, m¨¢s sujetos en definitiva que aquellas datadas piezas al fatal deterioro del tiempo. Mal recordamos el drama Mac¨ªas o la novela El doncel de don Enrique el Doliente, pero "El d¨ªa de distintos de l836" es en cambio fecha inolvidable por el relato que hace F¨ªgaro de su visita al cementerio. Lo transitorio y ef¨ªmero ha sido ah¨ª detenido en su fugacidad por obra y gracia del arte, que fija el momento en un sue?o de eterna perduraci¨®n.
Quiere esto decir que si toda expresi¨®n art¨ªstica y, en concreto, literaria lleva la marca de las circunstancias hist¨®rico-sociales dentro de las que se ha producido, y hasta la creaci¨®n po¨¦tica m¨¢s arraigada en el terreno de una esencial humanidad ha de revelar indefectiblemente en su estilo los rasgos comunes de su tiempo, aquellos textos redactados con la intenci¨®n de operar en alguna medida sobre el entorno contempor¨¢neo, seg¨²n es lo normal que ocurra con los art¨ªculos de peri¨®dico, tendr¨¢n que ser tan perecederos como la hoja del d¨ªa en que aparecen publicados, a menos que su autor, por rara y feliz excepci¨®n, haya tenido la suerte o la ma?a. de poner con ellos en contacto la actualidad cotidiana con preocupaciones, sentimientos o pasiones del alma capaces de dotar a su escrito de la calidad que lo haga hasta cierto punto inmarcesible.
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