El futuro de la televisi¨®n en Espa?a
En un continente con un fuerte mercado monopol¨ªstico estatal de lo audiovisual, el nacimiento de canales privados en Italia y Francia, la puesta en cuesti¨®n del llamado monopolio asociativo en Holanda y Suiza, las iniciativas privadas de televisi¨®n por cable en la Rep¨²blica Federal de Alemania, la introducci¨®n de anuncios en la televisi¨®n belga y la probable desaparici¨®n del monopolio estatal en Espa?a vaticinan que el ¨¢rea de lo audiovisual en Europa va a sufrir una profunda metamorfosis en un corto espacio de tiempo.Dejando aparte la revoluci¨®n tecnol¨®gica, la desregulaci¨®n ha supuesto el factor m¨¢s importante de este cambio de fachada audiovisual. Las fuerzas del mercado han sustituido el apoyo existente y el control de las autoridades p¨²blicas. Independientemente de la discriminaci¨®n que ha existido dentro de Europa en esa carrera de la desregulaci¨®n o privatizaci¨®n de la televisi¨®n, la realidad hoy es que los poderosos grupos financieros europeos, japoneses y norteamericanos se preparan para la batalla. Y aunque la victoria es imposible de predecir en este momento, el conflicto promete ser sangriento.
Espa?a, el ¨²ltimo de los miembros, junto con Portugal, en ingresar en el club econ¨®mico europeo, se prepara t¨ªmidamente, y muy en retaguardia, para participar en la batalla audiovisual del continente. En nuestro pa¨ªs, el abuso del poder gubernamental es todav¨ªa el condicionante de las fuerzas del mercado (enti¨¦ndase por ellas las de los empresarios interesados en el sector). La tajante oposici¨®n del partido socialista espa?ol a Iiberalizar el mercado de la televisi¨®n no est¨¢ basada, curiosamente, en el presupuesto ideol¨®gico de no confundir la libertad de expresi¨®n con libertad de negocio, sino en algo mucho m¨¢s pragm¨¢tico, que consiste en no querer compartir su fuerte dominio sobre el monopolio, que representa una ventana propagand¨ªstica pol¨ªtica de m¨¢s de 20 millones de telespectadores. Por esta raz¨®n, va a resultar muy dif¨ªcil a los futuros empresarios espa?oles del sector conseguir alcanzar ese tren en marcha de la televisi¨®n sin fronteras, que empieza a tener una fecha tope de realizaci¨®n completa para finales de esta d¨¦cada. Ni el Tratado de Roma ni la subsiguiente pr¨¢ctica de la Comunidad Econ¨®mica Europea indica que ello sea nada m¨¢s -?y no es poco!- que un mercado econ¨®mico. El conjunto de los 12 pa¨ªses que integran la Comunidad son Estados soberanos a los que dif¨ªcilmente se les puede imponer nada de tipo puramente pol¨ªtico, como ha sido el caso de la experiencia gradual en el campo de la desregulaci¨®n televisiva, de la coexistencia entre televisi¨®n p¨²blica y televisi¨®n privada.
Lo que s¨ª hace el Mercado Com¨²n en estos momentos es preocuparse precisamente por el negocio de la d¨¦cada, la aplicaci¨®n de nuevas tecnolog¨ªas electr¨®nicas audiovisuales, la homogeneizaci¨®n de los sistemas, la protecci¨®n del mercado de la competencia japonesa y estadounidense y de coordinar el impulso de los diferentes pa¨ªses para producir m¨¢s, mejorar el producto y, en definitiva, vender m¨¢s a trav¨¦s de una amplitud de la oferta televisiva. Los programas que desde hace unos a?os viene elaborando la Comisi¨®n de las Comunidades Europeas tiene un objetivo que a los Gobiernos europeos, pero sobre todo a los empresarios, no se les escapa, y es el de ampliar el mercado econ¨®mico y cultural de Europa, al tiempo que la nueva tecnolog¨ªa ayuda a modernizar otras estructuras de la Administraci¨®n y de los servicios por medio de un mayor acceso a la informaci¨®n, que es la base del progreso en las sociedades del futuro. En Espa?a, por esa combinaci¨®n de Gobierno con fuertes tendencias totalitarias y de empresarios acostumbrados a los privilegios y poco amigos de aventuras, corremos el riesgo de quedarnos de nuevo atrasados en el desarrollo de este sector y, como consecuencia, sufrir la infiltraci¨®n exterior, que ahora est¨¢ a punto de no tener que superar barreras legales proteccionistas. Es el mismo ejemplo que estamos viendo desde el 1 de enero de 1986 -cuando pasamos a ser miembros de hecho del club europeo- con las penas que pasan nuestros empresarios del sector agr¨ªcola o de otras industrias que tienen que adaptarse a las reglas de juego que les exige la CE. La diferencia, sin embargo, entre las hortalizas y la televisi¨®n es que esta ¨²ltima incide a la vez y con fuerte repercusi¨®n e influencia en aspectos culturales, pol¨ªticos y econ¨®micos, y no s¨®lo en las puras apetencias alimenticias de los europeos.
Ser¨ªa err¨®neo pensar que los programas de estudio y algunas de las realizaciones en marcha de la Comisi¨®n Europea se limitan s¨®lo a promocionar la televisi¨®n privada. Tanto el Libro Verde del 14 de junio de 1984, llamado Televisi¨®n sin fronteras, como el m¨¢s reciente, del 12 de mayo de 1986, llamado Programa de acci¨®n, para ayudar a la industria audiovisual en Europa (MEDIA), se refieren a la televisi¨®n en general, independientemente de su propiedad, aunque, eso s¨ª, dando por sentado que, como dir¨ªamos en Espa?a, "no se puede poner puertas al campo". En concreto, el inter¨¦s de la Comisi¨®n Europea es ayudar a las televisiones europeas (a todas, repetimos)- a competir con la estadounidense en el campo de la producci¨®n, de la distribuci¨®n y de la financiaci¨®n de los productos, audiovisuales. Por eso debe imitarnos el hecho de que tanto la Espa?a oficial como la privada est¨¦n ausentes de este debate. Esa ausencia tiene a veces sucesos concretos, como el ocurrido el 15 de octubre pasado, cuando la Comisi¨®n Europea firm¨® en Bruselas un acuerdo con las televisiones p¨²blicas italiana (RAI), holandesa (NOS), irlandesa (RTE), alemana occidental (ARD) y portuguesa (RTP) para su cooperaci¨®n en el desarrollo de Europa Televisi¨®n. Este acuerdo supone la financiaci¨®n, por parte de la Comunidad, de unos 137 millones de pesetas (un mill¨®n de ECU), destinados a la transferencia a Europa Televisi¨®n de tecnolog¨ªa referida a transmisiones multiling¨¹es, equipos de redacci¨®n multinacionales y a la cobertura de informaci¨®n comunitaria. El comisario encargado de los asuntos culturales, Carlo Ripa de Meana, firmante del acuerdo por la Comisi¨®n, dec¨ªa en aquella ocasi¨®n: "Este proyecto se sit¨²a en el marco de la pol¨ªtica de la Comisi¨®n, con la conformidad del Parlamento Europeo de promocionar una televisi¨®n sin fronteras en los pa¨ªses de la Comunidad". ?D¨®nde estaban el Gobierno espa?ol, la televisi¨®n y los eurodiputados espa?oles cuando se negoci¨® este acuerdo? ?Es que no interesa al Gobierno espa?ol extender nuestra lengua e informaci¨®n a Europa?
LA IMAGEN DIRECTA
Para mediados de este a?o, el escenario de la televisi¨®n en Europa se transformar¨¢ con la aparici¨®n de la primera experiencia de transmisi¨®n directa por sat¨¦lite. La recepci¨®n directa por sat¨¦lite va a revolucionar cuantitativa y cualitativamente el uso de im¨¢genes por parte del telespectador y, aunque por ahora su despliegue es minoritario, lo que s¨ª est¨¢ claro es que su alto coste obligar¨¢ a una mayor cooperaci¨®n internacional en este sector. Pero, independientemente de este avance, en la actualidad est¨¢n operando en Europa varios sat¨¦lites de comunicaci¨®n que transmiten programas a cerca de dos, docenas de estaciones de televisi¨®n. En total, unos 90 canales procedentes de sat¨¦lites estar¨¢n disponibles a finales de 1987, una cifra que aumentar¨¢ hasta los 200 canales para 1992, seg¨²n la informaci¨®n de la Comisi¨®n de las Comunidades Europeas.Esto significa que las audiencias exclusivamente nacionales tienen sus d¨ªas contados, al igual que la exclusividad de los mercados y canales nacionales. En el terreno audiovisual, como en muchos otros, los desarrollos tecnol¨®gicos se toman a risa las fronteras nacionales.
Pero no es s¨®lo el proyecto francoalem¨¢n de sat¨¦lites de radiodifusi¨®n directa (TDF/TV-SAT) -dos sat¨¦lites que deber¨¢n ser lanzados en 1987 por el cohete europeo Ariane- lo que, a pesar de sus coste, va a animar el mercado televisivo, sino que las grandes empresas europeas de tecnolog¨ªa electr¨®nica y audiovisual (Phillips, Thomson, Thorn-Emi y Bosch) est¨¢n decididas a hacer frente al desaf¨ªo tecnol¨®gico de Jap¨®n, que amenaza con copar el mercado europeo de televisi¨®n. La lucha entre Europa y Jap¨®n se centra en los aspectos t¨¦cnicos: Jap¨®n est¨¢ desarrollando una televisi¨®n de 1.125 l¨ªneas, y Europa una de 650 l¨ªneas (la televisi¨®n comercial es de 625 l¨ªneas). La dificultad de esta nueva modalidad de televisi¨®n radica en que va a necesitar una gran pantalla plana en la que se ver¨¢n los programas con una nitidez parecida a la de las pel¨ªculas de 35 mil¨ªmetros. La batalla europea contra Jap¨®n en el aspecto tecnol¨®gico es comparable a la que las televisiones europeas libran y librar¨¢n, conforme crezca la demanda, con la vasta producci¨®n y, distribuci¨®n de los programas de Hollywood. Al estar ya pr¨¢cticamente consensuados en Europa, tanto a nivel comunitario como del sector privado, asuntos como el de la estandarizaci¨®n de sistemas (PAL-SE-CAM) o la regulaci¨®n de la publicidad transnacional, o los derechos de autor, los dos obst¨¢culos importantes a salvar son los de la tecnolog¨ªa japonesa y los de la producci¨®n norteamericana.
GRUPOS EMPRESARIALES
En un informe titulado El nuevo espacio audiovisual europeo, el Club de Bruselas, que ha congregado a m¨¢s de 500 representantes de televisiones p¨²blicas y privadas en el mundo, menciona a los grupos que est¨¢n preparados para ejercer el poder televisivo transfronteras en Europa: Berlusconi, de Italia; Bertelesmann, de la Rep¨²blica Federal de Alemania; Havas, de Francia; CI-T (Compa?¨ªa Luxemburguesa de Televisi¨®n), de Luxemburgo; Thorn-Emi, del Reino Unido, y Murdoch (el magnate australiano-brit¨¢nico-norteamericano de la comunicaci¨®n).Otros grupos que tienen entre sus proyectos el audiovisual son los de las casas editoriales Pearson-Longman, Rank y Smith and Sons, en el Reino Unido; Mondadori, en Italia; Ediciones Dupuis, en B¨¦lgica; VNU, en los Pa¨ªses Bajos; Hachette y L'Express, en Francia, y Soringer, en Alemania Occidental.
En el caso de Berlusconi, que acaba de obtener la posibilidad de transmisi¨®n en cadena y, por tanto, de emisi¨®n directa para sus canales en Italia, el resto de sus inversiones no televisivas (¨¦stas empiezan a abarcar otros pa¨ªses) est¨¢n en prensa escrita diaria y semanal, adem¨¢s de negocios inmobiliarios. El grupo Bertelsmann, de la RFA, y el CLT, de Luxemburgo. que se asociaron en 1985, representan hoy el primer grupo multimedia del continente, con un canal de televisi¨®n asociado con Springer, dos emisoras de radio, una empresa discogr¨¢fica (RCA-Ariola) y la RTL (Radiotelevisi¨®n de Luxemburgo), con una audiencia de 40 millones de personas en radio y 10 millones en televisi¨®n, y que alcanza a B¨¦lgica, Francia y Alemania Occidental. El grupo Havas, tambi¨¦n con acciones en CLT y negocios editoriales, cinematogr¨¢ficos y de radio, es la primera empresa multimedia en Francia productora en la actualidad del 50% de Tele-Imagen y del 25% del canal privado Canal-Plus. El grupo Thorn-Emi domina el mercado brit¨¢nico de equipos electr¨®nicos y de la industria de v¨ªdeos musicales El magnate Rupert Murdoch posee o controla una treintena de peri¨®dicos en Australia, dos en el Reino Unido (The Times) y 20 en Estados Unidos. En el terreno audiovisual parte con dos estaciones de televisi¨®n en Australia; una cadena de distribuci¨®n, el Sky Channel, en el Reino Unido; seis estaciones de televisi¨®n en Estados Unidos y los estudios de cine Twentieh Century Fox, en Hollywood.
Es interesante repasar estas biografias, a las que evidentemente ninguno de los Gobiernos ha puesto pegas del tipo de las que parecen aflorar en Espa?a cuando se habla de que no es conveniente conceder licencias de televisi¨®n privada a grupos de comunicaci¨®n o empresas que ya poseen otros mediosd de comunicaci¨®n social.
En Espa?a, como ha sucedido en Europa, s¨®lo han mostrado inter¨¦s por contar con canales de televisi¨®n privada aquellos empresarios de medios de comunicaci¨®n que a nivel nacional y regional tienen una experiencia en el sector de la comunicaci¨®n, ¨²nica que vale, diga lo que diga el poder pol¨ªtico, para poder poner a funcionar una programaci¨®n televisiva. En esto no deberiamos querer ser tambi¨¦n diferentes del resto del mundo. Otra cosa es que en la aportaci¨®n del capital necesario para levantar empresas tan costosas como ¨¦sta pueda y deba haber una participaci¨®n libre de aquellas industrias especializadas en tecnolog¨ªa electr¨®nica o cinematogr¨¢fica que lo deseen, o incluso que en los futuros consejos de administraci¨®n se incluyan representantes del capital m¨¢s variado que sean admitidos a participar, como sucede con otras sociedades an¨®nimas. Con todo ello se rechaza de plano la doble excusa que suele ponerse en medios oficiales para retrasar la legislaci¨®n sobre televisiones privadas: exceso de concentraci¨®n de poder de empresas de comunicaci¨®n y viabilidad econ¨®mica de los proyectos. El otro aspecto que obliga a reflexionar cuando menos sobre el porqu¨¦ de la negativa gubernamental a liberalizar el mercado televisivo en Espa?a es el de las cifras de espectadores que ven diariamente los dos canales nacionales de Televisi¨®n Espa?ola. Frente a un pa¨ªs con un ¨ªndice de lectura de prensa escrita que no supera los tres millones de lectores diarios., la televisi¨®n espa?ola arroja un promedio de audici¨®n de 24.272.000 personas, seg¨²n los datos facilitados por RTVE el 8 de octubre pasado y que corresponden al Estudio General de Medios en el per¨ªodo comprendido entre octubre de 1985 y mayo del presente a?o. Esta, cifra representa el 87,2% de la poblaci¨®n mayor de 14 a?os y supone un promedio diario dedicado a ver televisi¨®n de tres horas y 35 minutos por cada espa?ol mayor de 14 a?os. Tanto cualitativa corno cuantitativamente, el monopolio de televisi¨®n en manos gubernamentales (que no del Estado, como suele justificarse) significa un poder de control (le pr¨¢cticamente toda la poblaci¨®n activa espa?ola dif¨ªcilmente desde?able para el, partido que gobierne, como viene sucediendo en Espa?a desde el comienzo de la democracia.
LA FINANCIACI?N
Por ¨²ltimo, no es de recibo tampoco que se diga en medios oficiales que preocupa la financiaci¨®n de la futura televisi¨®n privada cuando la utilizaci¨®n del monopolio en el terreno de la comercializaci¨®n y de la publicidad ha supuesto unos ingresos en 1986 de m¨¢s de 90.000 millones d¨¦ pesetas, de los cuales Televisi¨®n Espa?ola ha presupuestado 'gastar en 1987 unos 46.000 millones de pesetas. Al monopolio de recepci¨®n publicitaria hay que unir en la gesti¨®n de los ¨²ltimos anos del Ente P¨²blico RTVE la fijaci¨®n unilateral y arbitraria de tarifas a los anunciantes. Como dato aclaratorio puede decirse que los ingresos por publicidad en Televisi¨®n Espa?ola han pasado de 5 1.000 millones de pesetas en 1983 a unos 78.000 millones en el presente ejercicio. Al margen de esto, Televisi¨®n Espa?ola ha seguido recibiendo ayudas del Estado por distintos conceptos (unos 1.4100 millones en 1985) y de las comunidades. aut¨®nomas mediante acuerdos para la apertura de centros regionales. Con estos millones, la sociedad Radiotelevisi¨®n Espa?ola est¨¢ Financiando tambi¨¦n las otras dos sociedades del ente, Radio Nacional y Radio Cadena, a pesar de que esta ¨²ltima cuenta con publicidact1 propia. En el juego libre de mercado, las futuras televisiones privadas espa?olas deber¨¢n competir por arrebatar con su oferta aquella raci¨®n de la tarta publicitaria que ahora acude al monopolio porque no hay otra, pero la competencia tiene que partir de la aceptaci¨®n de juego limpio en lo que significa el cap¨ªtulo de tarifas o el reparto de la publicidad institucional.
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