El presidente de Ecuador, tras su liberaci¨®n, tiene que rendir cuentas al pa¨ªs y al Parlamento
El presidente de Ecuador, Le¨®n Febres Cordero, pasado el amargo rato de sus casi 12 horas de secuestro en una base a¨¦rea pr¨®xima a Guayaquil, debe rendir cuentas ahora al pa¨ªs y al Parlamento de por qu¨¦ cedi¨® ante las amenazas de los amotinados. Con ello ha conseguido, eso s¨ª, que en estos momentos reine una calma absoluta en todo el pa¨ªs, sin m¨¢s amenaza aparente de crisis que la que se avecina cuando el pr¨®ximo martes el presidente tenga que explicar los hechos ante el Parlamento.
El Congreso, en el que la coalici¨®n derechista que encabeza Febres est¨¢ en minor¨ªa, ha sido citado de forma extraordinaria para ese d¨ªa mediante una comunicaci¨®n en la que se anuncia que, si se llegase al convencimiento de que es necesario enjuiciar al presidente por haber cedido ante sus secuestradores, "as¨ª se har¨¢". Una encuesta p¨²blica transmitida ayer por un canal de televisi¨®n evidenciaba que la poblaci¨®n quiere que se adopten sanciones para quienes han propiciado la m¨¢s seria amenaza contra la democracia ecuatoriana recuperada en 1979. El malestar popular era especialmente dif¨ªcil de contener ayer cuando la televisi¨®n ofrec¨ªa im¨¢genes de la capilla ardiente de los dos militares de la escolta presidencial que perdieron la vida durante el secuestro.En su primera conferencia de prensa desde que fue liberado en la noche del viernes, Febres Cordero declar¨® que se vio obligado a negociar con los sublevados "en homenaje a la paz del pueblo ecuatoriano y a la vigencia del sistema democr¨¢tico". El jefe del Estado, que asegur¨® que va a terminar su mandato constitucional, se neg¨® a hacer cualquier tipo de declaraciones pol¨ªticas y se limit¨® a relatar detalles del secuestro y las negociaciones.
Para obtener su libertad y la de quienes le acompa?aban en la base de Taura el pasado viernes, el presidente firm¨® dos documentos en los que "garantiza", en el primero, que "no tomar¨¢ ninguna medida disciplinaria contra el elemento armado que tom¨® parte en esta acci¨®n y ordena, en el segundo, la libertad del general Frank Vargas Pazzos, a quien tambi¨¦n promete no iniciar acciones legales contra ¨¦l.
Aun despu¨¦s de firmar estos dos documentos, en los que justifica su decisi¨®n "para evitar un derramamiento de sangre entre ecuatorianos", el presidente s¨®lo fue autorizado a dejar la base una vez que Vargas hab¨ªa llegado a Taura despu¨¦s de abandonar su apresamiento en un cuartel pr¨®ximo a Quito.
Pocos minutos antes de salir de las instalaciones militares, el presidente tuvo que aceptar como ¨²ltima condici¨®n el compromiso de que la amnist¨ªa del general Vargas Pazzos ser¨¢ publicada en el registro oficial, lo que tambi¨¦n hizo por escrito.
Fuentes cercanas a los militares interpretan que la fuerza a¨¦rea, de la que Vargas hab¨ªa sido comandante en jefe, se decidi¨® por esta medida de fuerza al tener noticias de una inminente sentencia del tribunal militar que juzga al general, seg¨²n la cual ¨¦ste iba a ser condenado a 12 a?os de c¨¢rcel por el delito de rebeli¨®n. Vargas, que hizo cursos de Estado Mayor en Espa?a, hab¨ªa sido encarcelado tras dos intentos sucesivos de levantamiento el pasado mes de marzo y aparece ahora como el autor intelectual de este nuevo ataque al sistema constitucional ecuatoriano. La base de Taura, a 30 kil¨®metros de Guayaquil, no presentaba ayer ning¨²n s¨ªntoma que revelase los sucesos de los que hab¨ªa sido escenario 24 horas antes. Este enviado especial no encontr¨® ni un solo veh¨ªculo militar en el camino entre la ciudad y las instalaciones del Ej¨¦rcito del Aire. En la puerta, un soldado se encarga de la vigilancia.
Un oficial que act¨²a como portavoz de la base confirm¨® que el general Vargas se encuentra en su interior a t¨ªtulo de "invitado", por lo que, por ahora, no quiere hacer declaraciones. El mismo oficial dijo que Vargas tiene intenci¨®n de permanecer en ese centro militar "uno o dos d¨ªas m¨¢s", despu¨¦s de lo cual piensa quedarse a vivir en Guayaquil, en la casa de uno de sus hermanos, "como cualquier otro civil".
En otro edificio militar de Guayaquil, el de la Gobernaci¨®n, permanece desde la noche del viernes el presidente Febres, de quien anoche se esperaba una comparecencia ante el pa¨ªs a trav¨¦s de la televisi¨®n.
La normalidad era ayer absoluta en Guayaquil, el mayor centro comercial y la principal concentraci¨®n popular de Ecuador, as¨ª como en el aeropuerto. S¨®lo en la noche del lunes se concentraban algunos cientos de personas para saludar la liberaci¨®n de su paisano el presidente. Ayer no se produjeron nuevas manifestaciones ni la polic¨ªa puso en marcha dispositivos especiales. En contra de las noticias que circulaban el viernes, no ha sido implantado el toque de queda.
Por el momento, todos los partidos pol¨ªticos y otras instituciones, como la Iglesia Cat¨®lica, han condenado este atentado contra el presidente, pero la oposici¨®n socialdem¨®crata ha advertido que el suceso tendr¨¢ "honda repercusi¨®n en la vida nacional".
Algunos rneses atr¨¢s, el Congreso hab¨ªa propuesto una amnist¨ªa reconciliadora para el general Vargas, que no fue aceptada entonces por la Presidencia.
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