La nueva era de Contadora
DESPU?S DE m¨¢s de seis meses de par¨¢lisis del proceso de Contadora, entramos en una etapa que puede significar un nuevo impulso para esa negociaci¨®n. La iniciativa parti¨® en diciembre pasado de una reuni¨®n en R¨ªo de los cancilleres del Grupo de Contadora (Colombia, M¨¦xico, Panam¨¢ y Venezuela) y del grupo de apoyo (Argentina, Brasil, Per¨² y Uruguay). En virtud de lo acordado, los cancilleres del Grupo de Contadora van a iniciar en fecha muy pr¨®xima una gira por los cinco pa¨ªses centroamericanos. Ir¨¢n acompa?ados -es la gran novedad de esta gesti¨®n- por el secretario general de la ONU, Javier P¨¦rez de Cu¨¦llar, y por el de la Organizaci¨®n de, Estados Americanos (OEA), el brasile?o Jo¨¢o Clemente Baena Soares. Estamos ante una acci¨®n diplom¨¢tica excepcional, ya que no hay antecedentes de que los secretarios generales de esas dos organizaciones se hayan comprometido juntos en una acci¨®n de este g¨¦nero. Por su parte, los cancilleres de Costa Rica, Guatemala, Honduras y Salvador, excluyendo a Nicaragua, se han reunido en San Salvador para coordinar su actitud ante este resurgir de Contadora, ahora con mayores vuelos.La decisi¨®n adoptada en R¨ªo de Janeiro est¨¢ motivada por diversas circunstancias: a pesar de las ayudas de EE UU, est¨¢ claro que la contra s¨®lo sirve para provocar incidentes de frontera. Pero si ¨¦stos se multiplican, aumentar¨¢n los peligros de conflictos de mayor envergadura y de la intervenci¨®n directa de Washington. En EE UU la situaci¨®n es confusa; si el esc¨¢ndalo que sacude a la Casa Blanca reduce, al menos durante un tiempo, la capacidad de iniciativa del presidente, otro factor esencial es la mayor¨ªa dem¨®crata en el Congreso, cuyo efecto ser¨¢, sin duda, debilitar la negativa empecinada de Washington a las soluciones pol¨ªticas y negociadas.
EE UU siempre se ha opuesto a Contadora -m¨¢s o menos abiertamente- porque su prioridad es acabar con el sandinismo. La prioridad de Contadora, en cambio, ha sido preparar soluciones de paz sobre la base de garantizar las fronteras, poner fin a las ayudas militares extranjeras, reducir los ej¨¦rcitos, pero aceptando los Estados tal como son. A la vez, ha preconizado procesos de reconciliaci¨®n y democracia dentro de esos Estados, y concretamente en Nicaragua. Ante la nueva iniciativa de paz, EE UU ha adoptado varias medidas claramente enfocadas a impedir que pueda prosperar. El secretario de Estado adjunto, Elliot Abrains, en -reuniones secretas en Miami con el canciller de Costa Rica, Rodrigo Madrigal, ha impulsado una nueva iniciativa que pueda hacer competencia a la de Contadora. Un paso m¨¢s directo de EE UU ha sido pedir al consejo de la OE A que prohiba a su secretario general, Baena Soares, que participe en el viaje por Centroam¨¦rica. La presi¨®n de EE UU no parece haber tenido efecto, lo que indica el relativo aislamiento de su posici¨®n.
Los argumentos basados en el car¨¢cter escasamente democr¨¢tico del.r¨¦gimen sandinista, aunque tienen bases reales, adolecen de serias incongruencias. No se puede presentar a pa¨ªses como Guatemala o Salvador, donde la extrema derecha ligada a grupos del Ej¨¦rcito paraliza decisiones legales, como dechados de democracia. Por otra parte, es cierto que el pluralismo proclamado en la nueva Constituci¨®n nicarag¨¹ense queda anulado por el mantenimiento del estado de sitio. Pero mientras EE UU apoye las incursiones de la contra, no puede reclamar en serio que se restablezca el pluralismo democr¨¢tico. Si bien los sandinistas deben tener conciencia del da?o que hacen a su propia causa con medidas como la prohibici¨®n de La Prensa. Pero hoy tienen prioridad las medidas de paz, las garant¨ªas de las fronteras, el resp9to de los Estados, un clima de seguridad. Sin ese marco, la exigencia de democracia tiene una base endeble.
Adem¨¢s de respaldo moral, los secretarios generales de la ONU y la OEA desean ayudar de modo concreto a los esfuerzos de paz; por sus mismos cargos, pueden ofrecer instrumentos de control e inspecci¨®n, con garant¨ªas de imparcialidad, para los problemas de fronteras, niveles de armamento, etc¨¦tera. La falta de tales instrumentos ha restado realismo a muchas de las propuestas anteriores de Contadora. No cabe optimismo ante los frutos que pueda obtener la nueva gesti¨®n de paz. Pero cuenta con un fuerte apoyo europeo, y c¨ªrculos influyentes de EE UU la consideran con la esperanza de que permita pasar a un tratamiento preferentemente pol¨ªtico, antes que militar, de los problemas centroamericanos.
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