A tama?o natural
El padre de Agust¨ªn Ibarrola trabajaba en la forja hidr¨¢ulica de La Vasconia moldeando hierro candente con un martillo pil¨®n. Cuando el padre perdi¨® la guerra, el joven Agust¨ªn se emple¨® en un caser¨ªo. Los domingos por la tarde se iba al monte, buscaba paredes lisas de piedra y dibujaba con un ladrillo animales a tama?o natural.Cincuenta a?os, despu¨¦s, Ibarrola hace pr¨¢cticamente lo mismo.
Trabaja con traviesas de tren, trepa a los ¨¢rboles de un bosque para se?alar su especulaci¨®n sobre el espacio, busca el equilibrio entre tres piedras rompeolas de veinte toneladas cada una: C¨®mo jugar en est¨¦tica con el trabajo en diagonal, en la manera de emplazar los bloques; Todos los prismas contra el mar, y Los huecos absorben lafuerza.
La reflexi¨®n de Ibarrola es resultado de su primera fascinaci¨®n por Arteta y Zubiaurre, de su aprendizaje en la escuela de V¨¢zquez D¨ªaz, de la reflexi¨®n sobre la interactividad del espacio pl¨¢stico, que desarroll¨® en Par¨ªs el Equipo 57, de los trabajos de investigaci¨®n de Mondrian o Vasarely, de su vinculaci¨®n a la vanguardia vasca contempor¨¢nea. Y de una vida agitada que le ha llevado al calabozo y a la c¨¢rcel, a Par¨ªs, a Dinamarca o a Madrid, a trabajar en una mina, a pasear por Castilla con Blas de Otero para dejarse impresionar por paisajes distintos.
Agust¨ªn Ibarrola ha compartido con Oteiza, Chillida, Larrea, Mendiburu, Zumeta, Amable Arias, Basterretxea, Mieg, Ortiz de Elguea y decenas de artistas pl¨¢sticos de Euskadi tiempos azarosos para los que se empe?aban en explorar cualquier cosa. Agust¨ªn Ibarrola ha defendido, siempre codo con codo con Oteiza, en todos los intentos de dar consistencia a la Escuela Vasca, la extension de la creaci¨®n a todos los ¨¢mbitos y personas.
Celda en taller
El artista bilba¨ªno ha promovido muestras indiscriminadas de arte, se ha reunido con otros para trabajar en Ar¨¢nzazu, para crear escuelas de arte, para compartir las investigaciones espaciales. Durante seis a?os y medio convirti¨® su celda en un taller para seguir pintando.
A Ibarrola le quemaron el caser¨ªo guardias civiles de paisano, durante el franquismo, por pintar a hombres doblegados bajo la arquitectura industrial de Vizcaya, a hileras de presidiarios dando un paso al frente en el momento de salir de la celda. Ibarrola expone en Madrid parte de su historia, que le ha llevado a gozar mientras rasga la madera en un caser¨ªo pr¨®ximo a Guernica.
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