La larga espera de un reconocimiento
Agust¨ªn Ibarrola, a sus 56 a?os, tiene prisa por demostrar que es algo m¨¢s que ese artista comprometido en las d¨¦cadas de los sesenta y setenta en una decidida actividad antifranquista de primera l¨ªnea. Desde hace 10 a?os, coincidiendo con el asentamiento de un sistema democr¨¢tico en Espa?a, Ibarrola ha iniciado una desesperada carrera por recuperar plenamente su personalidad de artista de vanguardia, al margen de la militancia pol¨ªtica. Le angustia al pintor bilba¨ªno que no se conozca en toda Espa?a una amplia obra de 35 a?os, que inici¨® cuando ten¨ªa s¨®lo 14, en Bilbao.Una ingente obra que convierte casi en un puro episodio la vasta producci¨®n de grabados "de denuncia pol¨ªtica", que realiz¨® en algo m¨¢s de 15 a?os y por la que es exclusivamente conocido por un sector importante de los aficionados al arte e incluso de la cr¨ªtica.
En 1977, en las primeras elecciones legislativas, Agust¨ªn Ibarrola se dej¨® convencer para aparecer, aunque en los puestos de cola, en las listas de Vizcaya del Partido Comunista de Euskadi.
Fue uno de los ¨²ltimos servicios al PCE, partido en el que milit¨® durante casi cuatro d¨¦cadas y que abandon¨® hace cinco a?os. "Si en Espa?a se volviera a dar una situaci¨®n como la que nos toc¨® vivir hasta hace 12 a?os, yo volver¨ªa a actuar pol¨ªticamente como ciudadano y como artista en defensa de la democracia, pero, desde luego, al margen de los dictados de un partido". Se refiere Ibarrola a la utilizaci¨®n que de su persona y de su obra hizo el PCE, hasta el punto de condicionar en parte su propia actividad como artista de vanguardia.
'Rehabilitaci¨®n'
No logr¨® Ibarrola su rehabilitaci¨®n como artista al margen de la pol¨ªtica en el posfranquismo de la semitolerancia. Tampoco encontr¨® luego ayuda en las autoridades nacionalistas vascas, para las que su pasada militancia comunista invalidaba su importante aportaci¨®n al arte vasco de posguerra.
No quisieron reconocerle su trayectoria de creador e investigador de arte de vanguardia y su magisterio, capaz de situarle, junto a los escultores Jorge Oteiza y Eduardo Chillida, en el triunvirato de los artistas vascos m¨¢s importantes desde los a?os cincuenta.
Por ello, Ibarrolla busca, espera, que se produzca en Madrid ese reconocimiento, su descubrimiento.
Desde sus primeros dibujos y los cuadros que pint¨® a partir de su paso por el taller de V¨¢zquez D¨ªaz, cuando ten¨ªa 18 a?os, hasta la realizaci¨®n de murales con traviesas de v¨ªa f¨¦rrea y la utilizaci¨®n de un bosque, de pinos como un inmenso ¨®leo -sobre el que el visitante podr¨¢ ver un v¨ªdeo en el palacio de Conde Duque- hay una amplia gama de obras. Un legado necesario dentro de la cr¨®nica del arte vasco desde la posguerra hasta nuestros d¨ªas.
Babelia
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