Reagan asume el fracaso de su pol¨ªtica hacia Ir¨¢n en el discurso sobre el 'estado de la Uni¨®n'
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Ronald Reagan, en el discurso sobre el estado de la Uni¨®n pronunciado en la madrugada del mi¨¦rcoles (hora peninsular) ante el Congreso, lament¨® el fracaso de su pol¨ªtica hacia Ir¨¢n, pero no se arrepinti¨® de haber intercambiado armas por rehenes ni pidi¨® perd¨®n por los "serios errores cometidos". El presidente, que rompi¨® un silencio de varias semanas en una intervenci¨®n calificada de hist¨®rica, para salvar los dos ¨²ltimos a?os de su presidencia de la par¨¢lisis provocada por el Irangate, pidi¨® a los norteamericanos que olviden el esc¨¢ndalo y miren hacia adelante, sin "dejarse obsesionar por el fracaso".
El contenido de su discurso arroja, sin embargo, serias dudas sobre su capacidad para dar la vuelta a la situaci¨®n de crisis en la que se halla sumida la presidencia."Lo que m¨¢s siento", dijo Reagan, "es que el trato con Ir¨¢n no resultara". Admiti¨® que asumi¨® un riesgo y fracas¨®, y acept¨® "toda la responsabilidad", pero reiter¨® que los objetivos merec¨ªan la pena. "Y no era un error intentar asegurar la libertad de nuestros ciudadanos mantenidos en una cautividad b¨¢rbara".
El presidente no se refiri¨® para nada al desv¨ªo ilegal de fondos procedentes de la venta de armas ¨¢ Jomeini para los rebeldes nicarag¨¹enses ni a los nuevos secuestros de norteamericanos en Beirut. El presidente prometi¨® no permanecer impasible ante las amenazas de lo que denomin¨® "intereses y amigos" en Oriente Pr¨®ximo.
El Pent¨¢gono orden¨® ayer a una flotilla de cinco buques de guerra (destructores portamisiles y fragatas), a los que apoyar¨¢ un portaviones, que se encamine al golfo P¨¦rsico. Se trata de un gesto de apoyo a los pa¨ªses ¨¢rabes moderados de la regi¨®n frente a los avances iran¨ªes en la guerra contra Irak, ir¨®nicamente aprovech¨¢ndose de las armas que le ha vendido. Washington. El secretario de Estado, George Shultz, ha advertido a Teher¨¢n que "la extensi¨®n del conflicto ser¨¢ considerado como una amenaza importante para los intereses norteamericanos". Es tambi¨¦n un gesto de pol¨ªtica interna para manifestar que la fortaleza de la superpotencia l¨ªder del mundo occidental no est¨¢ en duda por el esc¨¢ndalo iran¨ª. El portaviones Nimitz -que deb¨ªa visitar puertos de Francia, Espa?a e Italia- navega hacia la costa de L¨ªbano, y el Kennedy y su grupo de apoyo, compuesto por 12 barcos, ha recibido ¨®rdenes de permanecer indefinidamente en el Mediterr¨¢neo.
Reacci¨®n negativa
La oposici¨®n ha reaccionado negativamente al discurso afirmando que Reagan ha perdido la confianza del pa¨ªs y elude los verdaderos problemas: los d¨¦ficit del presupuesto y de la balanza comercial y el deficiente sistema educativo. Las explicaciones sobre el Irangate son consideradas insatisfactorias y no le evitar¨¢n a Reagan un calvario de investigaciones p¨²blicas en el Congreso. La respuesta al discurso presidencial presagia un rumbo de colisi¨®n entre el Ejecutivo y el Parlamento, que retomar¨¢ la iniciativa, sobre todo en pol¨ªtica exterior, haciendo muy dif¨ªcil la vida a la Casa Blanca en los pr¨®ximos dos a?os.
El presidente no present¨® ideas nuevas para negociar con la URSS, uno de los pocos caminos que le quedan libres para escaparse de la pesadilla del Contragate, y se limit¨® a decir que "este es un momento de rara oportunidad para una reducci¨®n de armas nucleares". Pero, al mismo tiempo, atac¨® la "terca determinaci¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica por extender su poder".
Reagan utiliz¨® el p¨²lpito del Congreso, en una intervenci¨®n optimista y ret¨®rica, para demostrar que contin¨²a siendo un hombre vigoroso y capaz de continuar dirigiendo la naci¨®n, disipando en gran medida los recelos sobre su supuesta senilidad surgidos en las ¨²ltimas semanas, especialmente tras su nuevo paso por el quir¨®fano para operarse de pr¨®stata.
El presidente estadounidense apareci¨® en buen estado f¨ªsico, aunque se le quebr¨® la voz al final del discurso, y volvi¨® a ser el optimista impenitente al afirmar: "Am¨¦rica no est¨¢ acabada, sus mejores d¨ªas est¨¢n por llegar". M¨¢s que el estado de la Uni¨®n, trat¨® de presentar el estado de Reagan.
Pero el discurso, el primero que realiza ante un Congreso dominado por la oposici¨®n dem¨®crata, demostr¨® tambi¨¦n que Reagan no tiene ning¨²n tema en su agenda de final de mandato capaz de ilusionar a los norteamericanos. Excepto un vago llamamiento a la "b¨²squeda de la excelencia", a trav¨¦s de una mejora del sistema educativo y de la competitividad perdida por Estados Unidos de cara al siglo XXI, el presidente aparece a la defensiva repitiendo viejos, programas y ofertas.
Reagan reiter¨® el apoyo a la contra, pero sin ir todo lo lejos que desear¨ªan los conservadores, y al desarrollo del sistema de defensa espacial, pero sin anunciar, como le presionan los radicales, un despliegue anticipado de la Iniciativa de Defensa Estrat¨¦gica (SDI), conocida como guerra de las galaxias. "Ni ahora ni en el futuro", afirm¨®, "permitir¨¦ que los sovi¨¦ticos mutilen la SDI". El presidente declar¨® asimismo que "no puede haber una cabeza de playa sovi¨¦tica en Centroam¨¦rica".
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