Lehder, un traficante de drogas pendenciero y fascista
El 'capo' colombiano consideraba el narcotr¨¢fico como "un arma revolucionaria contra el imperialismo"
Se le relaciona con el asesinato, en 1984, del ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla; no est¨¢ libre de sospecha en la muerte a tiros, en diciembre pasado, del periodista Guillermo Cano; es responsable de haber introducido en Estados Unidos miles de kilos de coca¨ªna y cientos de miles de kilos de marihuana y de haber sobornado a legiones de funcionarios colombianos; es pendenciero y mujeriego, borracho y drogadicto, violento y fascista, loco y vanidoso, pero cuando la televisi¨®n de Colombia hizo ayer una encuesta en su ciudad natal de Armenia sobre qu¨¦ pensaban de la detenci¨®n de Carlos Lehder Rivas, la mayor¨ªa, la gran mayor¨ªa, lo lament¨® y elogi¨® al narcotraficante m¨¢s famoso del mundo, en cuyo destino no se vislumbra ahora m¨¢s que las rejas de una c¨¢rcel de Florida.
Hijo de un ingeniero alem¨¢n llegado a Colombia en los a?os veinte y de madre colombiana, Lehder naci¨® en 1949, en el departamento de Quind¨ªo, en el que despu¨¦s desarrollar¨ªa casi toda su actividad pol¨ªtica y delictiva. Su apellido alem¨¢n le marc¨® para siempre, y repetidamente se manifest¨® admirador de las mujeres germanas y de las ideas de Adolf Hitler, a quien calific¨® en una ocasi¨®n como el m¨¢s grande guerrero de la humanidad.En su vida trat¨®, sin embargo, de parecerse m¨¢s al segundo de sus grandes mitos: el cantante brit¨¢nico John Lennon, de quien levant¨® en una de sus fincas una enorme estatua desnuda con tres huecos en el pecho y los genitales cubiertos por la palabra amor. Las paradojas de la vida han querido que el mismo autor de esa obra, el famoso escultor colombiano Rodrigo Arena Betancur, est¨¦ trabajando ahora en un proyecto para perpetuar en piedra o bronce la memoria de Guillermo Cano.
Hitler y los Beatles
De Lennon, los Beatles y el Mein Kampf obtuvo una versi¨®n original de la teor¨ªa nacionalista y antiimperialista forjada, en realidad, algunos a?os antes, cuando Lehder tuvo que probar por primera vez las c¨¢rceles norteamericanas por robar coches y vender marihuana en las esquinas del barrio latino de Nueva York, donde vivi¨® en su juventud tras la separaci¨®n de sus padres.De esa ¨¦poca ha recordado en una entrevista: "Yo era un hippy; fumaba, como es l¨®gico; era un aventurero, pero no era ning¨²n traficante. En esa c¨¢rcel eran encadenados como perros, por la cintura, y trasladados en camiones de la penitenciar¨ªa, desde Miami hasta Nueva York y regreso. Era algo terrible ver a m¨¢s de 500 colombianos presos por el imperialismo, gente que nunca hab¨ªa estado all¨ª, que llegaba ilusionada con conseguir trabajo, o que alguien los hab¨ªa mandado con droga. Y all¨ª estaban dos, tres cuatro o cinco a?os presos".
?l estuvo dos a?os en la c¨¢rcel, y le fueron suficientes para prometer mantener una guerra permanente contra Estados Unidos. Lo hizo a su estilo. Se convirti¨® en piloto de misiones especialmente peligrosas, y se instal¨® en 1978 en las Bahamas.
All¨ª, ya de lleno en el tr¨¢fico de coca¨ªna, hizo en menos de cuatro a?os una de las ocho fortunas m¨¢s grandes que se conocen en el mundo. Compr¨® la isla de Cayo Norman, y construy¨® en ella un aeropuerto con una pista de aterrizaje de dos kil¨®metros de longitud, capaz para recibir todo tipo de aviones pesados.
Por esos a?os, Lehder era ya "el capo de todos los capos" de la mafia colombiana, y su isla se hab¨ªa convertido en el principal punto para la introducci¨®n de drogas en Estados Unidos.
En su momento de mayor poder, Lehder interrumpi¨® el 10 de julio de 1982 la fiesta de aniversario de la independencia de las Bahamas al sobrevolar la ciudad de Nassau con avionetas desde las que se lanzaron miles de panfletos en los que se ped¨ªa fueran expulsados de las islas los agentes de la Administraci¨®n Norteamericana para la Lucha Antinarc¨®ticos (DEA).
Panfletos con billete
El sello de Lehder en esa operaci¨®n consisti¨® en que cada panfleto iba acompa?ado de un billete de 100 d¨®lares para hacer m¨¢s convincente el mensaje.A mediados de ese mismo a?o regres¨® a su tierra de Quind¨ªo como poseedor de la mayor fortuna que en ese momento hab¨ªa en Colombia. Lehder estaba ganando por entonces alrededor de los 500 millones de d¨®lares anuales (unos 63.500 millones de pesetas, al cambio actual).
Pero su personalidad no le permiti¨® dedicarse a sus negocios y a consolidar su capital. Para Lehder, el dinero no significa nada si no va acompa?ado de ¨¦xito, fama y reconocimiento popular.
Desde que decidi¨® intervenir en el mundo pol¨ªtico de su pa¨ªs fundando un partido pol¨ªtico, el Movimiento Latino Nacional, y sacando un peri¨®dico, denominado Quind¨ªo Libre, hasta su detenci¨®n, el pasado mi¨¦rcoles, en una finca pr¨®xima a Medell¨ªn, la trayectoria de Lehder ha sido un continuo ir dando tumbos, en los que ha ido perdiendo su fortuna y refugi¨¢ndose en el basuco (el crack norteamericano).
En el momento de su detenci¨®n, seg¨²n los expertos, Carlos Lehder se encontraba pr¨¢cticamente en la ruina, ayudado econ¨®micamente por algunos de sus amigos del c¨¢rtel de Medell¨ªn que han heredado el poderoso negocio, y rodeado de jovencitos que se repon¨ªan despu¨¦s de haber pasado una noche de juerga.
Cuando se menciona su nombre, mucha gente en este pa¨ªs recuerda escenas de sangre, de violencia indiscriminada, de ajustes de cuentas, de corrupci¨®n y mafia; pero otros, en Armenia o Medell¨ªn, recuerdan a la persona que les pag¨® mejor que nadie, que traslad¨® en helic¨®pteros a sus familiares cuando estaban enfermos, que les proteg¨ªa y les atend¨ªa.
No ha cumplido su deseo de "morir en Colombia antes de ser encerrado en Estados Unidos". Cuando su figura parece desaparecer para siempre, lo m¨¢s destacado que hoy queda de su imperio son algunos Porsche en mal uso, un hotel semidestruido en pleno campo de Quind¨ªo, la Posada Alemana y su original defensa del narcotr¨¢fico: "La coca¨ªna y la marihuana se han convertido en un arma revolucionaria contra el imperialismo norteamericano. El tal¨®n de Aquiles del imperio son los estimulantes colombianos. Por eso la persecuci¨®n contra nosotros no es jur¨ªdica, sino pol¨ªtica".
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