El gusto de Humbert Humbert
Stanley Kubrick era ya un monstruo en 1962, cuando, tras pel¨ªculas como Senderos de gloria y Espartaco, pod¨ªa permitirse el lujo de oler, calibrar, retocar, planificar detenidamente sus proyectos convirti¨¦ndose r¨¢pidamente en el cineasta metomentodo y cient¨ªfico que hoy es.Lolita es la comedia retorcida, siniestra y soterrada que jam¨¢s provoca carcajada alguna y aun, de provocar sonrisa ¨¦sta es de rictus pat¨¦tico. El propio Nabokov, autor de novela, colabor¨® con Kubrick en el gui¨®n, y ambos sacaron a flote un extra?o compendio de prosa y poes¨ªa donde la provocaci¨®n por la adolescente del profesor, intelectual y cartesiano Humbert Humbert se hace universal, al sentir todo espectador masculino las mismas sensaciones sensuales. Y Kubrick, tan provocador de sensaciones como su criatura, crispa la imagen: ese inicio con el hombre haci¨¦ndole la manicura en los pies y colocando cuidadosamente entre los dedos el algod¨®n para no manchar con el esmalte la piel, es ya una declaraci¨®n de principios de la lascivia interna y externa que, a partir de un largo flash-back explicativo, nos acompa?ar¨¢ toda la pel¨ªcula.
Magn¨ªficamente fotografiada por Oswald Morris en blanco y negro y con una extraordinaria direcci¨®n art¨ªstica, Lolita halla su cumbre definitiva en el cap¨ªtulo interpretativo, desde Sue Lyon hasta la portentosa caracterizaci¨®n de James Mason, pasando por Shelley Winters y un extravagante y no caricaturesco Peter Sellers.
Muchos kubrickianos rechazan esta pel¨ªcula. L¨®gicamente, pues es una rareza de mucho cuidado, pero una buena lectura del texto b¨¢sico de Nabokov, con personalidad, genio y fascinaci¨®n.
Lolita se emite hoy a las 22.35 por TVE-2.
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