Miedo al SIDA

EN ADELANTE ser¨¢ obligatorio realizar una prueba de detecci¨®n del virus del s¨ªndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) previamente a toda donaci¨®n de sangre. Esta medida, recogida en una orden ministerial aprobada el pasado mi¨¦rcoles, se inscribe en el marco de actuaciones propuestas por el comit¨¦ creado para coordinar las iniciativas sanitarias relacionadas con esta enfermedad. Fuentes del Ministerio de Sanidad han insistido en la conveniencia de evitar reacciones incontroladas de alarma social. Pero otras actuaciones de prevenci¨®n son muy necesarias y est¨¢n siendo culpablemente olvidadas por las autoridades.Buena parte de los 840 millones de pesetas destinados a actuaciones contra el SIDA en los presupuestos para 1987 se invertir¨¢ en la financiaci¨®n de las pruebas de detecci¨®n del virus en las donaciones sangu¨ªneas. Tales pruebas eran obligatorias en las comunidades aut¨®nomas del Pa¨ªs Vasco y de Navarra desde octubre de 1985, y desde un a?o m¨¢s tarde en Catalu?a. Con anterioridad a la orden ministerial, la prueba ya se realizaba en el 60% o 70% de las donaciones sangu¨ªneas.

La fiabilidad del diagn¨®stico en los laboratorios espa?oles se considera bastante alta. Todos los sueros que dan positivo son sometidos a una segunda prueba, y en caso de confirmar el diagn¨®stico, son enviados al Centro de Microbiolog¨ªa de Majadahonda, en Madrid, donde se realizan comprobaciones exhaustivas. El control de las donaciones, as¨ª como del suero importado, ha determinado ya la estabilizaci¨®n del n¨²mero de afectados en uno de los grupos de riesgo, el de los hemof¨ªlicos, en contraste con otros grupos especialmente expuestos al contagio, y en particular el de los drogadictos por v¨ªa intravenosa. Ello demuestra que las medidas preventivas son eficaces si se adoptan con seriedad, y desautoriza reacciones sociales de aceptaci¨®n fatalista del mal como inevitable.

De las 242 personas de las que consta que han padecido o padecen la enfermedad en Espa?a, 118, es decir cerca del 50%, la han contra¨ªdo por v¨ªa intravenosa, es decir por la utilizaci¨®n de jeringuillas contaminadas. La utilizaci¨®n de jeringuillas desechables, objetivo alcanzable simplemente con una mayor informaci¨®n, hubiera probablemente evitado decenas de muertes. Llama la atenci¨®n que sea Espa?a, junto con Italia, el ¨²nico pa¨ªs desarrollado en el que los heroin¨®manos costituyen el primer grupo de riesgo. La media de participaci¨®n de ese grupo en el total de casos certificados es en Europa del 12%, es decir menos de la cuarta parte del porcentaje registrado en Espa?a. En Estados Unidos y el resto del continente, el grupo de mayor riesgo es el de los homosexuales.

En conjunto, la incidencia del SIDA es en Espa?a relativamente baja: 1,2 casos por cada mill¨®n de habitantes, frente a 26,2 en Suiza, 21 en Dinamarca, 19 en Francia y 109,5 en Estados Unidos. Durante los pr¨®ximos cuatro o cinco a?os, la progresi¨®n de la enfermedad ser¨¢, seg¨²n estimaciones solventes, de un 100% cada nueve meses. As¨ª, en 1988 se calcula que aparecer¨¢n en Espa?a entre 250 y 500 nuevos casos. Se considera que actualmente son portadoras del virus del SIDA en Europa y Estados Unidos dos de cada 1.000 personas. S¨®lo una m¨ªnima parte llegar¨¢ a desarrollar la enfermedad, si bien todas las que son portadoras son tambi¨¦n transmisoras potenciales de la misma. Oficiosamente se especula con que en Espa?a pueden haber en la actualidad unas 100.000 personas en esta situaci¨®n.

De todas maneras, es preciso insistir en que el puritanismo y otros temores hacen muchas veces falsear las estad¨ªsticas. Nunca antes un problema sanitario hab¨ªa ocasionado tan intensas reacciones de espanto social. Ello se debe al car¨¢cter incurable del SIDA y a su condici¨®n de enfermedad contagiosa, pero tambi¨¦n a que las principales v¨ªas de transmisi¨®n conocidas est¨¦n relacionadas con el sexo o con pr¨¢cticas socialmente reprobadas, como el consumo de la hero¨ªna. Desde que se descubrieron los primeros casos, en Estados Unidos, se sabe que el contacto homosexual es una de las m¨¢s obvias formas de transmisi¨®n, pero se ha comprobado que el riesgo de contagio existe tambi¨¦n en las relaciones heterosexuales. Ello ha aumentado la alarma social en todo el mundo, provocando una ofensiva de los sectores m¨¢s conservadores contra la pr¨¢ctica de la sexualidad. "El amor libre conduce al SIDA", declar¨® hace unos meses Manuel Fraga. El mensaje impl¨ªcito es que, c¨®mo en el relato b¨ªblico, la ira de Dios se ha desatado contra los infractores bajo la forma de una plaga. Consideraciones de orden moral, y aun religioso, se han interferido as¨ª en un problema de naturaleza sanitaria, dificultando la puesta en pr¨¢ctica de determinadas medidas que pod¨ªan reducir los riesgos. En primer lugar, de una informaci¨®n suficientemente expl¨ªcita y no culpabilizadora. Pero las autoridades no deben quedarse ah¨ª. El reparto de jeringuillas y preservativos en c¨¢rceles y cuarteles es una medida que puede contribuir a limitar los riesgos de contagio y no existe raz¨®n alguna para no tomarla cuanto antes.