Civil
Cada vez que oigo hablar a sus se?or¨ªas de sociedad civil, levanto la mirada y atiendo. Es uno de los pocos sonidos de la jerga del asfalto pol¨ªtico que todav¨ªa excita mi curiosidad. Pero el encantamiento dura pocos segundos. Esa sociedad civil de la que farfullan apenas es caricatura de lo que por tal asunto entienden en cualquier pa¨ªs civilizado. Todos los oradores invocan el t¨¦rmino con prosodia reverencial, aunque supongo que para exorcizarlo. Lo que queda al final del debate es un mismo rumor anticivilista, a derecha e izquierda: m¨¢s protecci¨®n del Estado, m¨¢s subvenciones, m¨¢s corporativismo, m¨¢s burocracia, m¨¢s instituciones, m¨¢s funcionarios, m¨¢s consenso, m¨¢s reglamentos, m¨¢s comisiones y subcomit¨¦s, m¨¢s tecnocracia, m¨¢s pir¨¢mides p¨²blicas.La gran cr¨ªtica que los socialistas merecen es el engorde de la Administraci¨®n hasta extremos kafkianos. Preocupados por sanear, se olvidaron de crear. Y ya se sabe que el obsesivo estado de control, aunque sea con nobles fines moralizantes, hipoteca la imaginaci¨®n y ceba el monstruo que fulmina con su mirada de basilisco cualquier huella de sociedad civil. De aquel monocultivo de la ¨¦tica vienen estos fangos burocr¨¢ticos. Pero la gran cr¨ªtica que merece la oposici¨®n es la misma. Claman por la sociedad civil, pero llaman como testigos de cargo a los estudiantes en ira, a los nacionalistas cabreados, a los obreros reconvertibles, a los parlamentarios sin grupo, a los profesionales malpagados y a los damnificados por las multinacionales. Sin entender que esas protestas implican (exigen) m¨¢s control estatal y menos sociedad civil. O sea, estudiantes burocratizados por el salario, desarrollos auton¨®micos que reproducen fatalmente la abominable tecnocracia central, obreros reconvertidos en funcionarios del Estado, empresas y tecnolog¨ªas protegidas por el gran paraguas p¨²blico contra el diluvio extranjero, mixtos en busca de burocracia parlamentaria, profesionales con furor corporativista. A lo peor tiene que ser as¨ª, pero entonces les ruego que no invoquen en vano a la sociedad civil.
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