Las v¨ªctimas del cambio sanitario
QUE UN grupo de enfermos del hospital Primero de Octubre, de Madrid, denuncien que llevan varios d¨ªas sin poder asearse por falta de jab¨®n, colonia, toallas y pijamas, puede ser una an¨¦cdota pat¨¦tica, f¨¢cil de solventar. Pero ya no lo es tanto el conflicto que enfrenta actualmente a los m¨¦dicos internos residentes (MIR) con el Ministerio de Sanidad sobre los criterios de adjudicaci¨®n de las plazas convocadas en los hospitales p¨²blicos para el tiempo de especializaci¨®n. Como tampoco tiene que ver con la an¨¦cdota, y s¨ª con la tragedia, el bochornoso esp¨¦ctaculo de los 107.000 pacientes que nutren las listas de espera ante los grandes hospitales y la actual huelga salvaje de las plantillas m¨¦dicas de algunos grandes hospitales de Madrid, que est¨¢ causando graves da?os a numerosos pacientes.La sucesi¨®n de hechos que denotan el mal funcionamiento de la sanidad p¨²blica pone en cuesti¨®n el desarrollo del modelo sanitario que dise?a la ley general de Sanidad, de 25 de abril de 1986. Bien estuvo que se atendiera a una estructura sanitaria apoyada en el vetusto dise?o configurado por la ley de bases de la Sanidad Nacional de 1944. Pero los problemas surgen ahora, cuando las reformas trazadas no cuentan con los necesarios efectivos de personal y presupuesto o cuando tropiezan con una planificaci¨®n inadecuada a la distribuci¨®n de la poblaci¨®n. El resultado es el que ahora se advierte en la situaci¨®n sanitaria, con su s¨ªmbolo dram¨¢tico en los pasillos de los hospitales.
La parad¨®jica posici¨®n oficial es que la puesta en funcionamiento del nuevo modelo sanitario no exige nuevas partidas presupuestarias, sino que basta con la racionalizaci¨®n de los gastos. Sin duda que es necesario controlar todo gasto superfluo, pero esa cicater¨ªa presupuestaria evidente en la acci¨®n del Gobierno lo que esconde es la incapacidad para situar entre sus prioridades pol¨ªticas la mejora del mapa sanitario de este pa¨ªs.
Los recursos del sistema actual han venido disminuyendo, en los ¨²ltimos a?os, en pesetas constantes. El gasto sanitario en Espa?a representa el 5% del producto interior bruto, mientras que la media en el resto de los pa¨ªses comunitarios es del 8%. La cobertura de la Seguridad Social se ha ampliado a unos cuatro millones de personas m¨¢s, y ello ha producido, entre otros efectos, una disminuci¨®n en las inversiones tecnol¨®gicas, necesarias para renovar un instrumental de di¨¢gn¨®stico y terap¨¦utico obviamente obsoleto.
Ni siquiera la racionalizaci¨®n econ¨®mica que se pretende y el nuevo modelo de gesti¨®n que se est¨¢ implantando tienen en cuenta todos los aspectos de una sanidad integral. As¨ª se olvidan, se desconocen o se mantienen en un plano secundario datos cualitativos tan importantes como el diagn¨®stico acertado o err¨®neo, las exploraciones innecesarias o la hospitalizaci¨®n inadecuada. Los mecanismos de control de la calidad asistencial no son en estos momentos precisamente una pr¨¢ctica habitual en el universo hospitalario espa?ol. A ello hay que a?adir la falta de cauces de participaci¨®n y di¨¢logo entre el personal sanitario y la nueva figura de los gerentes que dirigen con plenos poderes los centros hospitalarios. Esa falta de entendimiento es una de las causas fundamentales de los conflictos presentes hoy en este sector sanitario, cuya gesti¨®n se ha querido profesionalizar a espaldas de los colectivos profesionales de la propia sanidad p¨²blica.
En todo caso, los principios de la reforma sanitaria deber¨ªan basarse en una visi¨®n globalizadora del sector y en el trabajo multidisciplinario de los distintos departamentos ministeriales implicados, atendiendo en primer lugar a las necesidades reales de la poblaci¨®n, sin descuidar adem¨¢s aquellos intereses que aparezcan como leg¨ªtimos entre los colectivos que prestan el servicio sanitario.
Sin un calendario pol¨ªtico que sustente la refoma y que marque los plazos necesarios para llevarla adelante no se har¨ªa m¨¢s que ahondar en los errores de coordinaci¨®n que hasta ahora impiden cumplir m¨ªnimamente los objetivos enunciados por los propios gestores de la reforma del sistema de salud en Espa?a.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.