Alimento de buz¨®n

Cuando cualquier ciudadano cumple con la obligaci¨®n censal y rellena los datos del censo de la poblaci¨®n o del padr¨®n de habitantes, suele hacerlo con la convicci¨®n de que el Estado velar¨¢ por preservar su intimidad tal y como reza el art¨ªculo 18 de nuestra Constituci¨®n.Durante la ¨²ltima semana, una serie de personas de mi entorno pr¨®ximo han recibido en sus casas correspondencia remitida por una importante cadena de establecimientos dedicados a la venta de trajes nupciales. Curiosamente todas estas personas se encontraban en un mismo sector de poblaci¨®n, mujeres entre 20 y 25 a?os, aproximadamente. d¨¢ndose la circunstancia de que algunas de ellas hab¨ªan contra¨ªdo matrimonio recientemente. Esto significa que la empresa, adem¨¢s de haber obtenido datos sobre nombre y direcci¨®n, ten¨ªa acceso a otras informaciones, como la edad y el sexo. Por si alguna duda quedaba, en uno de los casos se repet¨ªa un llamativo error en la direcci¨®n, que con anterioridad tan s¨®lo se hab¨ªa dado en las tarjetas electorales elaboradas por el INE en los pasados per¨ªodos preelectorales. No queda, pues, duda de que se ha producido una explotaci¨®n de los datos recogidos en el censo de poblaci¨®n de 1981 con fines evidentemente comerciales, defraudando una confianza depositada en su d¨ªa el rellenar los datos censales y en abierta contradicci¨®n con el art¨ªculo 18.4 de la Constituci¨®n.-