Sara Montiel, bajo los puentes del Sena
Homenaje a la actriz espa?ola en Par¨ªs con motivo del 30? aniversario del estreno de 'La violetera'
En la tarta pon¨ªa 30? aniversario, pero los periodistas espa?oles presentes en la fiesta hicimos cuentas y nos sal¨ªa menos. Porque Sara Montiel rod¨® La violetera en 1958, un a?o despu¨¦s de El ¨²ltimo cupl¨¦, que en Francia se estren¨® posteriormente con el t¨ªtulo algo incomprensible de Valence. Sin embargo, ?qu¨¦ m¨¢s daba el peque?¨ªsimo detalle comparado con el esplendoroso homenaje a la supermanchega que se desarrollaba ante nuestras narices y que estaba ofreciend¨®sele a lo largo de tres d¨ªas en ese Par¨ªs por el que ella, cuando fue violetera herida de mal de amores, deambul¨® soltando el rosario de sus roncas canciones?
Desde entonces Sara ha sido un ¨ªdolo para determinado p¨²blico franc¨¦s, un p¨²blico que, a decir verdad, se parece bastante al que tiene en todas partes, fundamentalmente compuesto por mariquitas m¨¢s o menos ilustrados y coleccionistas de rarezas cinematogr¨¢ficas, deseosos todos de poseer el sexy ejemplar de esta mujer que parece el producto de un cruce entre Mae West y Zsa Zsa Gabor, aunque en su versi¨®n actual, con su Pepe Tous, sus hijos Zeus y Thais y sus joyas legendarias, m¨¢s se asemeja a una versi¨®n de Liz Taylor en el mejor momento de Los Burton.Estrellaza consciente del valor simb¨®lico de la lentejuela, capaz de lucir alhajas por valor de 400 millones de pesetas en una sola noche y de adelantar el octavo cumplea?os de su hija y el suyo propio -59 a?os- para celebrarlos en un bateau-mouche bajo los puentes del Sena -"se abri¨® a tus besos y boca en flor", que cantaba ella-, Sara Montiel no defraud¨® a sus incondicionales durante estos tres d¨ªas en que Frederick Mitterrand, sobrino del presidente del Gobierno franc¨¦s y cin¨¦filo de pro, ha puesto a sus pies el Par¨ªs de las cr¨®nicas mundanas que tanto conviene a un acto de este porte.
Curioso personaje este sobrino, que a la cena celebrada en el muy de moda Les Bains -a la que asistieron tambi¨¦n Fran?oise Arnoul y la m¨ªtica Patachou, mientras Roman Polanski revoloteaba entre las mesas con aire de almeja descascarillada- se present¨® con una acompa?ante rubia tipo Barbie de sorprendente nuez. Claro, que en Les Bains, antigua casa de ba?os de cuando los parisienses no ten¨ªan ducha, uno puede encontrar casi de todo, como debi¨® de pensar Juan Dur¨¢n L¨®riga, embajador de Espa?a, que apenas abri¨® la boca mientras permaneci¨® sentado a la derecha de la diva.
Si Les Bains representaba lo posmoderno, la noche anterior Sara fue homenajeada en el local de Olivia Valere, rival de Regine. Olivia, que ya abri¨® plaza en Marbella, posee el busto m¨¢s espectacular que una recuerda desde que Jayne Mansfield sentaba encima del suyo a los caniches. La noche en lo de Olivia fue la m¨¢s se?orial: con decir que en otra mesa estaba sentada Farida, viuda de Faruk, y que m¨¢s tarde lleg¨® Soraya, ex de Reza Palhevi, y que todas, incluida Sara, se saludaron efusivamente.
Una no sabe, mirando a la Montiel, cu¨¢nto de distancia, cu¨¢nto de iron¨ªa y cu¨¢nto de pasotismo hay en su carism¨¢tica mirada. Ni si bromea cuando dice que su hija Thais, "que ayer mismo estuvo montando a caballo en las Tuller¨ªas", va a prepararse para correr en la olimpiada de 1992 o que su hijo Zeus tiene unos bonitos ojos "rasgados, sabes; no tiene ojos de zapatero".
Esta Sara que una vez se defini¨® a s¨ª misma como una mina de oro que se opon¨ªa a correr el riesgo de buscar otra veta y prefer¨ªa seguir cavando en la ya conocida, se emocion¨® en varias ocasiones a lo largo de estos tres d¨ªas que tuvieron como colof¨®n la grabaci¨®n de un programa especial para la televisi¨®n francesa y la participaci¨®n en un programa en directo, m¨¢s una cena en el Space Cardin. Y tambi¨¦n, en un momento dado, coment¨® que dos de sus pel¨ªculas mexicanas, C¨¢rcel de mujeres y La ambiciosa, est¨¢n consideradas actualmente como joyas de cinemateca, "igual que el surrealismo italiano". "Ser¨¢ neorrealismo", apunt¨® uno de los desconcertados oyentes. Y ella se encogi¨® de hombros y solt¨® un lac¨®nico: "Eso".
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