Gaullismo a la italiana
COMPROMETIDO DESDE julio del a?o pasado a dejar la presidencia del Gobierno en este mes de marzo, el so cialista Bettino Craxi le las ha arreglado para evitar una transmisi¨®n autom¨¢tica de su cargo. Esta deci si¨®n ha decepcionado las expectativas de la Democracia Cristiana (DC), que esperaba colocar directam ente a Giulio Andreotti en la jefatura del Gobierno hasta unas nuevas elecciones.La operaci¨®n de Craxi fue exponer ante el Senado la situaci¨®n de su Gobierno, aquejado desde hace varios meses de luchas internas, y mostrar la actitud de sus aliados, especialmente de. la DC, que le imped¨ªan seguir gobernando. Present¨® luego la dimisi¨®n al presidente de la Rep¨²blica sin que su Gabinete sufriera una derrota parlamentaria. Tradici¨®n es en Italia que las crisis se abran sin derrota del Gobierno en el Parlamento, lo que provoca que el juego pol¨ªtico quede en las cumbres de los partidos y se reduzca sustancialmente el papel de los representantes de los electores. La forma escogida por Craxi para dimitir le permite valorizar mejor ante el pa¨ªs el balance de su Gobierno y echar la culpa, tanto de la crisis como de eventuales elecciones anticipadas, sobre la DC.
Ese balance otorga al l¨ªder socialista una posici¨®n excepcional en la pol¨ªtica italiana. Su Gobierno ha durado tres a?os y medio. Es decir, m¨¢s que cualquier otro desde la guerra. Ha logrado esa larga estabilidad, satisfaciendo con ello a la gran mayor¨ªa del pueblo italiano y precisamente al frente de un partido que cuenta s¨®lo con el 12% de los votos. El resultado econ¨®mico es, por a?adidura, francamente favorable.
Su talante autoritario, una especie de gaullismo a la italiana, no le ha impedido conectar con sectores de la opinion deseosos de una renovaci¨®n en los esquemas pol¨ªticos tradicionales. En ese sentido, ha venido propugnando una reforma constitucional para que la elecci¨®n del presidente de la Rep¨²blica pueda hacerse, en ciertos casos, por sufragio directo. Finalmente, Craxi a acentuado el papel Socialista Italiano al servicio del Gobierno y ha debilitado el debate ideol¨®gico.
El c¨¢lculo de la DC al fijar a la presidencia de Craxi el tope de marzo de 1987 era disponer de la jefatura del Gobierno durante un a?o para presentarse en las mejores condiciones en las pr¨®ximas elecciones, que deber¨¢n celebrarse en la primavera de 1988. Pero la actual fase de la crisis, que podr¨¢ dar a¨²n vueltas, in dica que Craxi est¨¢ desbaratando el juego de la DC. Al rechazar una presidencia de Andreotti y pedir que el jefe del Gobierno sea De Mita o'Forlani, el PS coloca a la DC en una situaci¨®n dif¨ªcil. Para De Mita, presidir un Gobierno que a lo sumo puede durar un a?o ser¨ªa un fracaso. Por otro lado, si la crisis no tiene salida y el Presidente opta por las elecciones anticipadas, los socialistas podr¨¢n culpar de esa convocatoria innecesaria a sus rivales de la DC.
Otro factor a tener en cuenta son los tres referendos sobre las,centrales nucleares cuya fecha ha sido fijada por el Gobierno para el 14 de junio. Los sondeos dan como probable el triunfo de la posici¨®n antinuclear, que predomina incluso en el PSI despu¨¦s de Chernobil y de la posici¨®n adoptada por la socialdemocracia alemana. En cambio, la DC preconizar¨¢ el no en los referendos y puede sufrir as¨ª una seria derrota pol¨ªtica. Si se convocasen elecciones anticipadas, los referendos quedar¨ªan anulados. Pero ello causar¨ªa indignaci¨®n en amplias capas populares.
Sin duda Craxi ha demostrado una capacidad excepcional para potenciar la posici¨®n peculiar de su partido y ha hecho perder a la DC una hegemon¨ªa que parec¨ªa intocable. Pero las novedades del craxismo no han trascendido los niveles de la t¨¢ctica. A¨²n est¨¢ por ver si cuaja en el electorado su proyecto a largo plazo de erosionar al PCI y de crear un polo pol¨ªtico reformador y progresista, con otras fuerzas laicas, como eje de la pol¨ªtica italiana.
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