Aprendices
Mi art¨ªculo Mucho m¨¢s que aprendices, publicado en EL PA?S el pasado 26 de febrero, ha dado Iugar, hasta ahora, a dos cartas de respuesta en ese mismo diario. En la primera de ellas -3 de marzo-, Emilio del Valle, cirujano general de Madrid, muestra su perplejidad ante unos razonamientos que me atribuye, y expone sus argumentos en contra.En la segunda carta -4 de marzo-, firmada por Ignacio Moneo, se renuncia a cualquier argumento en favor de una retah¨ªla de insultos -algunos muy curiosos- en lo que se podr¨ªa calificar de l¨ªnea Manteca, aun a riesgo de ofender a este interesante personaje. El doctor Moneo, que en su af¨¢n freudiano de ningunearme comienza por cambiarme el apellido, pertenece a la Pasa a la p¨¢gina siguiente Viene de la p¨¢gina anterior plantilla del prestigioso hospital Ram¨®n y Cajal, lo que podr¨ªa quiz¨¢ corroborar el dicho popular de que el h¨¢bito no hace -o no siempre hace- al monje.
Me interesan en cambio los argumentos del doctor Del Valle, aunque no contestan a los m¨ªos, porque responden a un concepto de la formaci¨®n de MIR que no comparto. Tal concepto es fundamentalmente est¨¢tico y lleva a considerar a los residentes como meros sujetos de aprendizaje cuya labor fundamental va a tener lugar posteriormente, una vez alcanzada la especializaci¨®n.
Frente a esta concepci¨®n acad¨¦mica de la formaci¨®n se alza la realidad de los hospitales: los MIR son un elemento fundamental en todas la! funciones del hospital: asistencia, docencia e investigaci¨®n. Esto no tiene nada que ver con su utilizaci¨®n fraudulenta, tanto si se trata d encubrir plantillas escasas como si tal fraude -muy frecuente- tiene su ra¨ªz en una delegaci¨®n abusiva hacia la asistencia por parte del staff. Pero un hospital con una enorme plantilla, incluso muy por encima de sus necesidades, sin MIR perder¨ªa un factor esencial de calidad en todas sus facetas, con una inmediata repercusi¨®n sobre la comunidad a la que sirve; por ello deben ser considerados un recurso imprescindible. Respecto a la calidad de la formaci¨®n, est¨¢ claro que existen ciertos hospitales de un mayor nivel entre los acreditados para la docencia. Pero es posible que el acceso a tales centros quede abierto en forma limitada al grupo de mejor clasificaci¨®n.
Y, si bien existen diferencias, no constituyen distancias abismales entre la inmensa mayor¨ªa de los centros, distancias que s¨ª llegar¨ªan a existir, de modo irreversible, con la pol¨ªtica seguida hasta ahora de acumular recursos en una espiral de desigualdad que guarda un estrecho parecido con las relaciones coloniales.
Se puede, y se debe, conciliar la calidad de la formaci¨®n con la conservaci¨®n de la docencia en todos los hospitales, en la idea de que la desaparici¨®n de los MIR atenta irreparablemente contra la esencia de los mismos.- Doctor director del hospital Materno-Infantil de La Coru?a.
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