La noche, de los Goya

En el cine Lope de Vega estuvieron el lunes casi todos los que hacen pel¨ªculas, en este pa¨ªs -las buenas, las pasables y las malas-. La de los Premios Goya, que por primera vez repart¨ªa la Academia de Cine espa?ola, cost¨® 31 millones de pesetas y cont¨® con la presencia de los Reyes y de las c¨¢maras de televisi¨®n. Pero no consigui¨® la asistencia del gran triunfador, Fernando Fern¨¢n-G¨®mez, al que estas cosas le ponen tan nervioso que prefiri¨® quedarse en casa durmiendo a pierna suelta mientras le premiaban sus colegas.

Los premios m¨¢s importantes de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinernatogr¨¢ficas de Espa?a los acapar¨® Fernando Fern¨¢n-G¨®mez. Sus compa?eros de profesi¨®n consideraron que la mejor pel¨ªcula de 1986 fue El viaje a ninguna parte; mejor direcci¨®n, la de Fern¨¢n-G¨®mez por este mismo filme; el mejor gui¨®n, tambi¨¦n el suyo, y que la mejor interpretaci¨®n masculina fue la este veterano actor en Mambr¨² se fue a la guerra. "El ¨²ltimo premio que recog¨ª fue el de Mayte, hace cinco a?os", dec¨ªa ayer Fern¨¢n-G¨®mez. "Entonces decid¨ª no volver porque me produce una excitaci¨®n tan exagerada que creo que es perjudicial para mi salud. Ni siquiera segu¨ª la entrega de premios por televisi¨®n. Cen¨¦ pronto y me fui a la cama".El premiado se perdi¨® as¨ª una controvertida gala que le cost¨® a la Academia de Cine cerca de 31 millones de pesetas. "He o¨ªdo decir en la radio que fue una ceremonia hortera", dice Jos¨¦ Mar¨ªa Gonz¨¢lez Sinde, presidente de la instituci¨®n. "No entiendo por qu¨¦. Creo que es s¨®lo por el hecho de ver a la gente bien vestida". La invitaci¨®n exig¨ªa rigurosa etiqueta, as¨ª que la profesi¨®n se puso de tiros largos. Dice un directivo de la Academia de Cine que algunos de los candidatos no acudieron porque se empe?aban en saber previamente si les premiar¨ªan o no. "Alguno no fue por no correr el riesgo de quedarse sentado sin premio. Pero el sistema era as¨ª, hab¨ªa que aguantar all¨ª hasta el final".

Tres horas y media dur¨® una ceremonia en dos actos que exhibi¨® el reparto m¨¢s largo nunca visto. Porque todos ten¨ªan un papel. Las presentaciones y los di¨¢logos que se produjeron en el escenario estaban escritos previamente por un par de prestigiosos guionistas, Lola Salvador y Manuel Matji. Incluso se hizo un ensayo general por la ma?ana. En el patio de butacas, el ¨²nico que firmaba un aut¨®grafo era, sin embargo, Manuel Fraga.

En la calle -la Gran V¨ªa, cortada durante cinco horas, para cruel castigo de automovilistas; no avisados- hubo diversi¨®n asegurada con la llegada de famosos. Banderas y guardias galanamente uniformados; explicitaban el apoyo institucional. El Ministerio de Cultura, adem¨¢s de subvencionar con siete millones de pesetas anuales a la Academia de Cine, puso la orquesta. La Comunidad de Madrid pag¨® las estatuillas de Berrocal con de cinco millones de pesetas.

Hubo un premio de honor para el director de fotograf¨ªa Jos¨¦ Aguayo. Drag¨®n rapide consigui¨® los premios al mejor maquillaje (Fernando Florido) y a la mejor direcci¨®n art¨ªstica (F¨¦lix Murcia). El amor brujo se llev¨® el de mejor vestuario (Gerardo Vera) y la mejor fotograf¨ªa (Teo Escamilla). Amparo Rivelles, por su trabajo en Hay que deshacer la casa, se llev¨® el Goya a la mejor interpretaci¨®n femenina protagonista. Miguel Rell¨¢n consigui¨® el premio al mejor actor de reparto, por Tata m¨ªa, mientras que Ver¨®nica Forqu¨¦, como la mejor actriz de reparto, se llevaba el ¨²nico premio otorgado a la pel¨ªcula triunfadora en Berl¨ªn El a?o de las luces. Bernardo Meriz y Enrique Molinero consiguieron el Goya al mejor sonido por su trabajo en Werther, y Eduardo Biurrun, al mejor montaje, por Banter. La pel¨ªcula del Rey, del argentino Carlos Sorin, se llev¨® el premio a la mejor pel¨ªcula latinoamericana.

La Academia de Cine, que eligi¨® La mitad del cielo para representar a Espa?a en Hollywood, s¨®lo le dio esta vez el premio a la mejor m¨²sica, del grupo Milladoiro. La Academia de Cine no tiene m¨¢s que cinco m¨²sicos, de manera que un m¨¢ximo de cinco eligi¨® la terna.