La afici¨®n boicotea

La empresa de Las Ventas program¨® para San Jos¨¦ un festejo impropio de esta plaza en d¨ªa festivo, y los buenos aficionados lo boicotearon no asitiendo al montaje. Porque, adem¨¢s, los rejoneadores contratados no son de los que figuran en los altos puestos de su escalafon. El p¨²blico, que no ocup¨® ni la tercera parte del aforo, era el cl¨¢sico de los caballitos, al que le encantan sus n¨²meros de doma y circo. Algunos de estos espectadores demostraran su cultura taurina reclamando al un¨ªsono m¨²sica.Gin¨¦s Cartagena fue el de mejores n¨²meros circenses con su excepcional jamelgo Quiebro, valent¨ªsimo en la suerte propia de su nombre y espectacular en sus saludos. Mat¨® de dos feos bajonazos, pese a lo cual hubo solicitud de trofeo que el buen presidente del R¨ªo no concedi¨®, por lo que los cultos y entendidos espectadores le recordaron a su familia, la madre mayormente, grit¨¢ndole con desaforo.

Curro Bedoya estuvo desigual y fr¨ªo. Los hermanos Ribeiro cabalgaron con la escuela portuguesa y supieron prender el poco celo de los toros en sus monturas, aunque Antonio se descuidara y tres de sus caballos sufrieran puntazos, a pesar de los mogones cuernos de los morlacos. Por colleras, espa?oles y portugueses jugaron con las ventajas propias de esta suerte volviendo locos a los toros, que nunca sab¨ªan por donde se las daban.

Los forcados lusitanos dieron la nota de autenticidad, interviniendo con su acostumbrado valor en el segundo toro. Uno de ellos, Jos¨¦ Brito, resut¨® herido de gravedad por el quinto toro. Fue operado en la enfermer¨ªa de la plaza y trasladado a la residencia sanitaria Primero de Octubre.