'La Pepa'
El franquismo tambi¨¦n fue una propuesta cultural totalizadora que falsific¨® nuestras culturas, nuestras conciencias, nuestro lenguaje, nuestra historia, nuestra memoria. Persigui¨® a Erasmo con el mismo empe?o con que prohibi¨® a don Manuel Aza?a, y situ¨® a nuestros ilustrados en la cloaca de la historia como diab¨®licos conspiradores que culminar¨ªan su empe?o en la Constituci¨®n de 1812: la Pepa. A esta se?ora el franquismo la odi¨® tanto como a Eleanora Roosevelt o Dolores Ib¨¢rruri, y al parecer, entre las r¨¦moras heredadas, seg¨²n los pactos de la transici¨®n, figura la de mantener a la Pepa en el infierno o en la cloaca de la historia. La vergonzante y vergonzosa celebraci¨®n del aniversario de las Cortes de C¨¢diz es un reflejo de la parte miserable de la cultura de la transici¨®n, que la tiene. Se integra dentro de la operaci¨®n de desmantelamiento de la conciencia progresista de Espa?a, sin que se sepa del todo si esconder a la Pepa significa ocultar la villan¨ªa de su verdugo, aquel lamentable y prescindible rey llamado Fernando VII, o no irritar a los poderes f¨¢cticos de la arqueolog¨ªa. Curiosa restauraci¨®n democr¨¢tica la nuestra que se sube al Azor pero que es incapaz de meter a la Pepa con pleno derecho dentro de la historia m¨¢s digna de Espa?a.Las celebraciones han tenido un nauseabundo tufillo a autocensura, a acto inevitable pero de pen¨²ltima p¨¢gina de peri¨®dico, a celebrar en una hora tonta, con l¨¢pidas de segunda mano y autoridades de estar por casa. Es cierto que el presidente del Gobierno y el del Senado protagonizaron un homenaje de refil¨®n, como quien no quiere la cosa. Y cabe la pregunta de qu¨¦ o qui¨¦n pod¨ªa sentirse agraviado ante un ejercicio m¨¢s n¨ªtido y soberano de rehabilitaci¨®n de la Pepa. Cabe la pregunta, pero cualquier respuesta suena a tonter¨ªa o a ratificada sospecha. La de que entre todo lo que don Francisco dejara atado y bien atado figure la Pepa y las actitudes de una casta pol¨ªtica pusil¨¢nime y cantinflera que tiene tantas verg¨¹enzas heredadas como miedos adquiridos a su propia memoria hist¨®rica.
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