Todas los contradicciones de nuestro f¨²tbol
La figura de Vicente Calder¨®n sintetiza todas las contradicciones de nuestro f¨²tbol. Aspir¨® durante sus 20 a?os como presidente del Atl¨¦tico de Madrid a dotar a este club de un fuerte respaldo social y so?¨® con una ciudad deportiva popular en la que gozaran su ocio las familias del sur de Madrid, pero tuvo que rendir tributo a la lucha ciega por el t¨ªtulo de Liga. Frente al Real Madrid, al que consideraba como el club de las clases acomodadas, quiso que el Atl¨¦tico fuese el gran club deportivo de] cintur¨®n sur de la ciudad, pero su mensaje no fue comprendido por sus socios, que s¨®lo esperaban de ¨¦l que ganase un equipo que ganase la Liga.Durante muchos a?os, el Atl¨¦tico ha sobrevidido en los primeros puestos gracias a una especie de econom¨ªa de guerra. Ayala, Heredia, Leivinha y Pereira costaron, todos ellos juntos, lo que un solo extranjero del Madrid o del Barcelona. Con ellos y unos cuantos fichajes m¨¢s igual de acertados el equipo se mantuvo arriba y fue una alternativa v¨¢lida al presentido condominio entre el Madrid y el Barcelona. Pero ¨¦l siempre advirti¨®: "Somos el Pupas F.C."
Un d¨ªa se sinti¨® viejo y cansado y decidi¨® retirarse. Entonces cometi¨® su gran error, quiz¨¢ su ¨²nico error, al recomendar a Alfonso Cabeza como sucesor. Con ¨¦ste en la presidencia, el Atl¨¦tico vivi¨® una llamarada populista tras la cual s¨®lo quedaron el hast¨ªo y las deudas. Tuvo que volver y hacer frente a una situaci¨®n dificil. Hab¨ªa que drenar unas deudas tremendas y al tiempo mantener el primer equipo -¨²nico est¨ªmulo para la existencia de la sociedad- en unos puestos dignos. El viejo objetivo de la ciudad social quedaba muy lejos.
Consigui¨® frenar la espectacular ca¨ªda del club, pero no evit¨® su decadencia. Su mano era tan evidente como sus ausencias. Cuando ¨¦l no estaba no se sab¨ªa qui¨¦n tomaba las decisiones y el club entr¨® en una l¨ªnea err¨¢tica. Consumi¨® sus ¨²ltimos meses entre el deseo de marcharse Y la duda de qui¨¦n podr¨ªa sucederle sin repetir la mala experiencia de Alfonso Cabeza.
La obra que deja tras de s¨ª representa una gran paradoja. El Atl¨¦tico tiene hoy 30.000 socios, pero su ¨²nico punto de encuentro es un campo de f¨²tbol construido a orillas del Manzanares; no hay entre ellos otra comunicaci¨®n que el gozo o el padecimiento del resultado que cada domingo obtiene el equipo.
Todo el patrimonio inmobiliario del tercer club de f¨²tbol de Espana es un solo campo de l05x75, y ¨¦l mismo reconoc¨ªa hace poco que hubiera sido preferible jugar en el estadio municipal Santiago Bernab¨¦u. No consigui¨® hacer un gran club social, pero s¨ª mantuvo al Atl¨¦tico por encima de sus posibles. Y el f¨²tbol le recordar¨¢ con gratitud no s¨®lo por eso, sino porque supomantener un talante deportivo y conciliador que escasea.
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