Un corredor sin medallas
Tiene que haberles dado verg¨¹enza a los jurados del Premio Pr¨ªncipe de Asturias haber ca¨ªdo en la cuenta de una vez de que no ten¨ªan m¨¢s remedio que premiar a Camilo Jos¨¦ Cela, y desfacer as¨ª, parcialmente, un entuerto que ya se prolongaba demasiado. Ya era hora, pues este mismo galard¨®n tambi¨¦n hab¨ªa colaborado en prolongarlo. Cela nunca se ha presentado a un premio. Ni siquiera al principio de su carrera, cuando los premios hubieran podido ayudarle. ?Ayudarle? ?Es que Pascual Duarte necesitaba ayuda? ?Qu¨¦ tienen que ver los premios con la literatura?El de Cela es un caso tan magistral como sorprendente, el del escritor que ha animado con sus libros toda una literatura, y que por timidez, soberbia conciencia, o por su tremendo escepticismo, jam¨¢s opt¨® a premio alguno. Debe de haber otros casos en nuestra literatura actual, pero no tan espectaculares, ya que nadie los recuerda.
No se puede hablar de la literatura espa?ola del ¨²ltimo medio siglo sin empezar por citar su nombre, y algunos de sus t¨ªtulos han pasado ya a nuestra mitolog¨ªa- La familia de Pascua! Duarte, La colmena, Viaje a la Alcarria, San Camilo 1936 o la imparable Mazurca para dos muertos esmaltan la vitalidad de una escritura rabiosa y oscilante, sabia y cachonda, tan pertinaz que sobrevive a cualquier halago.
Fue premio de la Cr¨ªtica hace muchos a?os, como era l¨®gico, con La catira; pero ya se sabe que a este premio, desprovisto, por otra parte, de cualquier remuneraci¨®n en met¨¢lico (los cr¨ªticos son tan suyos como pobres), no hace falta presentarse. Cuando era joven sol¨ªa decir que con P¨ªo Baroja eran los ¨²nicos escritores espa?oles que nunca hab¨ªan recibido premio alguno. S¨®lo obtuvo el Nacional de Literatura cuando, tras la reforma de sus estatutos, ya no era preciso presentarse para resultar premiado. Eran las comisiones de expertos -con perd¨®nlas que decid¨ªan y propon¨ªan, junto con un jurado, los pretendientes a un premio que en realidad no hab¨ªan pretendido expresamente. Luego ha rozado, pero tambi¨¦n sin opositar, el Premio Cervantes, o hasta el Premio Nobel, y al final le han dado el Pr¨ªncipe de Asturias, galard¨®n que parece especializarse en colmar los agujeros que otros dejan tras de s¨ª.
Ganador de oposiciones
Camilo Jos¨¦ Cela sigue iripert¨¦rrito su camino sin pasar oposiciones. ?Qu¨¦ m¨¢s da!, las ha ganado casi todas, y es hasta catedr¨¢tico, y las que le faltan las ganar¨¢ tambi¨¦n inexorablemente, merced a esa resistencia de soledad de corredor de fondo que la naturaleza le prest¨® de antemano. Es el primer nombre vivo de nuestra literatura actual, que ¨¦l rompi¨® primero, revitaliz¨® despu¨¦s, resucitando a los cl¨¢sicos cuando hab¨ªa que hacerlo. rebajando los humos imperiales cuando no ten¨ªan raz¨®n ele ser, editando cuando hab¨ªa que hacerlo bien, recuperando a los ausentes en su debido momento -esto es, antes que nadie-, dirigiendo revistas que se le escaparon de las manos de tan buenas como eran, y experimentando en los efimeros momentos oportunos.
Disc¨ªpulo de nadie, salvo de la gran tradici¨®n espa?ola de Cervantes, Quevedo, Valle-Incl¨¢n y Baroja, y maestro de ning¨²n otro, pues todos sus imitadores fracasaron en el empe?o, este magistral due?o del idioma no necesita recompensa alguna, ni honores que jam¨¢s demand¨®. Fue senador por carambola real y sigue escribiendo, en los papeles de fuera y en los suyos personales, empe?ado en que arda una vez m¨¢s la madera de boj de un idioma que es de los dem¨¢s, pero que parece s¨®lo suyo desde siempre. Que Dios le conceda larga vida para seguir derrot¨¢ndonos una y otra vez en defensa de nuestras palabras, esto es, de nosotros mismos. Pues la literatura, cuando lo es de verdad, no necesita premio alguno. Ella es el verdadero premio que se derrama sobre todo lo dem¨¢s.
Babelia
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